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Reportaje:

Los 'pelotazos' de Soler

El Valencia construirá un nuevo estadio y otra ciudad deportiva, y además ganará 550 millones

"Vamos a hacer operaciones importantes y a posicionarnos en el mundo", advirtió Juan Soler, constructor, de 48 años, cuando tomó la presidencia del Valencia en octubre pasado. Y no se refería a fichajes de cracks mediáticos, no. Se refería a grandes operaciones urbanísticas por las que el club ingresará unos 550 millones de euros en los próximos años. Seis meses después de asumir la presidencia, Soler, que fue presidente de los promotores de la Comunidad Valenciana, ya ha conseguido el favor de varias administraciones para llevar a cabo algunos proyectos que no sólo enjugarán la deuda del club, 120 millones, sino que le proporcionarán un superávit enorme. "Si yo fuera médico, trataría de inventar una vacuna. Como soy promotor, ayudo al Valencia de este modo", declaró a modo de principios.

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Recelos y sospechas

Primero fue Mestalla. Soler logró que el Ayuntamiento de Valencia, dirigido por Rita Barberá, del PP, le recalificara los 130.000 metros cuadrados del estadio de Mestalla y le concediera una edificabilidad de 92.000, casi el doble de lo que fijaba la ley para esa zona del norte de la ciudad. Tras un acuerdo con la constructora Murcia Puchades, el Valencia obtendrá unos beneficios de 350 millones. La corporación municipal cede además al club 90.000 metros cuadrados en otra parte, en la avenida de Las Cortes Valencianas, para la edificación de un nuevo estadio. Claro que el club pretende ahora que el suelo sea suyo -"no queremos perder patrimonio", ha dicho Soler- para desarrollar otra jugada: que una de las multinacionales con las que negocia pague la construcción del estadio a cambio de ponerle su nombre y de la explotación comercial de los servicios terciarios del entorno durante 20 años. Para hacerse con el suelo del nuevo campo, Soler pretende que Barberá acepte una permuta de los metros que ésta le ha ofrecido por el mismo terreno en otro sitio de la ciudad.

Pero Soler no se para ahí. En septiembre comenzó a comprar por su cuenta campos de naranjos en Riba-roja, localidad a unos 20 kilómetros de Valencia, con la intención de recalificar ese suelo rústico en urbanizable y alcanzar "un pelotazo para el Valencia", según él mismo explicó después. Adquirió 1.651.650 metros cuadrados por 35 millones, se los vendió al Valencia y regaló al club la plusvalía tras acordar con la promotora Nozar que pagaría por ellos 168 millones. Es decir, otros 133 millones de beneficio. La excusa era la construcción de una nueva ciudad deportiva para el club, pero la parte del león se la llevará la edificación de 2.800 viviendas, de las que el 10% serán de protección oficial.

Soler logró que tanto el Ayuntamiento de Riba-roja, gobernado igualmente por el PP, como el consejero de Territorio y Vivienda, Rafael Blasco, del mismo partido, hayan acordado aprobar este Plan de Actuación Integral (PAI). El consistorio recibirá a cambio 20 millones del Valencia.

Y, para rizar el rizo, Soler pretende no abonar nada por la construcción de esta ciudad deportiva a cambio de cederle a la empresa que la construya la explotación comercial de la misma durante 20 años, que es el periodo que el presidente se ha comprometido a que el club permanezca en Riba-roja.

Porque, claro, la actual ciudad deportiva de Paterna, a 12 kilómetros de Valencia, tiene los días contados. El club espera recalificar los 140.000 metros cuadrados de que dispone allí. El actual Gobierno de la localidad, del PSPV-PSOE, se opone, pero Soler confía en que sea cuestión de paciencia. O de que cambie el signo político. Si lograra que este suelo deportivo se convirtiera en industrial, el Valencia se embolsaría unos 50 millones; y, si en residencial, unos 80.

"El Valencia ha sido deshonesto", dijo ayer el alcalde de Paterna, Francisco Borruell; "ha actuado con alevosía y nocturnidad. A Riba-roja, dentro de 20 años, le hará lo mismo".

Juan Soler y Rafael Blasco (a la izquierda).
Juan Soler y Rafael Blasco (a la izquierda).CARLES FRANCESC
Una panorámica del estadio de Mestalla.
Una panorámica del estadio de Mestalla.TANIA CASTRO

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