Las 'familias' del colegio de cardenales
Los electores del próximo papa están divididos por tendencias nacionales, sociales y grupos de poder
Será por la longevidad del reinado de Juan Pablo II, que ha superado los 26 años de duración, pero lo cierto es que casi dos tercios de los 117 cardenales (más uno in péctore) que elegirán en el próximo cónclave a su sucesor, han superado ya lo 70 años de edad. El colectivo de sesentones acapara casi por entero el restante tercio. Si los electores quisieran optar, como en el caso de Juan Pablo II, por un papa joven, es decir, en la cincuentena, tendrían sólo cuatro nombres para elegir. Los cardenales de curia o ligados al Gobierno vaticano de una u otra manera son 27, aunque entre ellos se encuentran los principales favoritos.
Aunque la Iglesia católica hace especial hincapié en su carácter universal, las tendencias nacionalistas no son ajenas a este rito milenario de los cónclaves. De forma que cada país tiene sus favoritos locales. Los chilenos aclaman como papable -contra todo pronóstico- al cardenal Jorge Arturo Medina Estévez, y los argentinos -con más motivos-, al arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio. Otro tanto ocurre en Italia, donde el entusiasmo nacional está avalado por la tradición histórica (203 pontífices sobre el total de 263). Pero los italianos tienen otros motivos para confiar en que un paisano herede al polaco Karol Wojtyla: con 20 cardenales electores, constituyen la minoría más numerosa.
En este escalafón les siguen los estadounidenses, con 11 purpurados mientras, en tercera posición por el número de electores se sitúan, empatados a seis, Alemania y España. Países tan importantes como Francia o Brasil están por debajo, aunque esto no significa, necesariamente tener más posibilidades de ver elegido papa a un paisano.
De todos modos, es un hecho objetivo que con seis cardenales electores (dos en la curia, los cuatro restantes, pastores de diócesis, eméritos o en activo), el grupo español debería tener un peso considerable. Sin embargo, como en el caso de los italianos, es poco probable que estén unidos en un solo bloque.
Los electores europeos son todavía mayoría (58 en total), pero poco a poco se afianza el peso de América Latina, con 21 purpurados, como corresponde a un subcontinente con el 44% de los católicos del mundo. En esta área del mundo están los dos países con más católicos, Brasil con unos 120 millones, y México con cerca de 90 millones. Estados Unidos ocupa la tercera posición con casi 60 millones, otro detalle más que le acredita como un peso pesado en el próximo cónclave, aunque sin ningún papable, por razones obvias. La única superpotencia no puede acaparar también el liderato espiritual del mundo católico.
Este variado conjunto de cardenales electores, por origen nacional y social, por formación y por tarea, está en cierto modo agrupado por tendencias y grupos de poder, pero es difícil saber de qué manera actuarán en el próximo cónclave.
Por más que se divida a los cardenales entre progresistas y conservadores, la realidad es que, tal y como señaló un día el arzobispo de Nueva York, Edward Michael Egan, en la Iglesia hay sólo un 5% de izquierdistas y un 5% de muy conservadores, el resto está en el medio. Aun así, se habla de un bloque de purpurados partidarios de una mayor descentralización del gobierno de la Iglesia, del que sería principal exponente por su condición de papable el patriarca de Lisboa, José da Cruz Policarpo. Bloque opuesto al de los procuriales, integrado, como era de esperar, por los principales cargos del gobierno vaticano recién cesado: Giovanni Battista Re, de 71 años; Angelo Sodano, de 77 años, y el colombiano Dario Castrillón Hoyos, de 75 años (elevado a la condición de papable por el premio Nobel y paisano de Gabriel García Márquez).
Unos hacen hincapié en el diálogo interreligioso, otros en la defensa de las tradiciones, caso del decano del colegio, el alemán Joseph Ratzinger, de 77 años, sin lugar a dudas, el hombre más carismático y poderoso del momento. Otro aspecto nuevo en el perfil del colegio cardenalicio es la presencia de varios miembros de corrientes o movimientos organizados dentro de la Iglesia, que recibieron la birreta cardenalicia en los últimos consistorios de Juan Pablo II. Es el caso de los dos cardenales del Opus Dei, el español Julián Herranz, de 74 años, y el peruano, Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, de 61 años de edad. El patriarca de Venecia, Angelo Scola, pertenece a Comunión y Liberación, y hay otros dos purpurados, el italiano Ennio Antonelli y el checo Miloslav Vlk, integrados en los llamados focolari. Sus posibilidades en el cónclave son escasas, aunque Scola figura como papable en numerosas quinielas.
El más joven de los que entrarán en la Capilla Sixtina con la misión de elegir al nuevo líder de los católicos es el húngaro Meter Erdo, con 52 años de edad. El español Francisco Álvarez Martínez, con 79 años, ha estado a punto de perderse el cónclave, el primero también para él. Los únicos que han vivido ya otra elección papal son tres veteranos: el propio Ratzinger, el cardenal filipino Jaime Lachica Sin, y el arzobispo emérito de Washington, William Wakefield Baum.
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