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Renace el Camarón más joven y valiente

Se edita en CD una cinta grabada en 1967 en la que el genio canta y toca la guitarra

Ha estado metida en un cajón 35 años, como un tesoro. Es una grabación de Camarón de la Isla cantando, a los 16 años, antes de convertirse en una figura universal del flamenco y la música. Los diez cantes fueron grabados con un magnetófono, en el verano de 1967, en la mítica Venta de Vargas (San Fernando, Cádiz), y ahora se publican en un CD que sin duda contribuirá a aumentar la enorme leyenda de José Monge Cruz (Isla de León, 1950-Badalona, 1992).

El documento nos traslada a los tiempos en los que Camarón (ya entonces conocido con ese apodo, que le puso su tío José por su pelo rubio y su palidez) frecuentaba la Venta de Vargas, templo del flamenco y el fino desde los años treinta. Camarón ayudaba desde los siete años a la precaria economía familiar cantando en trenes y autobuses, y paraba en la Venta de Vargas por varias razones: porque su hermano se ganaba allí la vida, porque quedaba de camino hacia un caño en el que se bañaban en verano los chavales de San Fernando y porque allí había siempre una vieja guitarra esperándole.

Para él, aquel lugar en el que se celebraban fiestas de tres noches con sus días y por el que pasaron todas las figuras del arte jondo fue "una universidad", según cuentan en el libreto que acompaña al disco Ricardo Pachón, productor de muchas grabaciones de Camarón, y Enrique Montiel, biógrafo, paisano y amigo del cantaor.

El disco, de 50 minutos, se divide en dos partes. La primera está formada por cuatro temas grabados al aire libre, en la puerta de la venta: de repente se oye el motor de un camión que pasa cerca, el sonido de los grillos. Bulerías de Chozas, Fandango caracolero, Siguiriyas de los grillos y Tangos extremeños son los títulos de estos temas, que tienen un plus espectacular: Camarón, que todavía tardaría en hacer pareja con Paco de Lucía, se acompaña a la guitarra.

La segunda parte fue grabada en un salón de la venta, y Camarón canta, acompañado por Manuel Brenes, bulerías (Amante de abril y mayo), siguiriyas (Sierra de Armenia), tarantos (Del tío Rufino) y fandangos (De invierno).

"Cuando le fuimos quitando las láminas a la cebolla y descubrimos el cogollo (unos cantes inéditos, y unas letras en su mayoría insólitas en él), tuvimos exacta consciencia del milagro", escriben Pachón y Montiel en el libreto.

Para ellos, la grabación es "la prehistoria cantaora" del genio, que, poco después, acabaría revolucionando el flamenco y siendo admirado por músicos como Miles Davis, Mick Jagger, David Byrne, Bono o Peter Gabriel.

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