Voz que se bifurca
Alguna vez el escritor gallego Suso de Toro defendió la vigencia de la literatura con frases tan categóricas como ésta: "La literatura nos sirve para hablar de la vida o no nos sirve para nada". A mí me parece que de las matemáticas también se podría decir que tienen que ver con la vida, aunque no falte multitud de profesores de esta área que hagan lo imposible para persuadir al alumnado de lo contrario. Pero hagamos de cuenta que esta frase de De Toro sólo es aplicable a la ficción, y que incluso tiene sentido operativo. Nada que objetar, la literatura tiene que ver con la vida, pero también para hablar de la literatura, propósito que se mostró enormemente fructífero desde que Cervantes lo hiciera con criterio fundacional. Llevo la frase de De Toro hasta este límite porque precisamente en el libro que ahora se reseña se ponen de manifiesto de manera inequívoca estas dos cuestiones: lo que el autor gallego llamaría la vida y la literatura en tanto el lugar donde la vida es representada.
EL PRÍNCIPE MANCO
Suso de Toro
Traducción de Basilio Losada
y Belén Fortes
Lumen. Barcelona, 2005
616 páginas. 21 euros
Pero Suso de Toro tiene ra
zón cuando en su frase emplea el verbo hablar, porque uno de los ejes vertebradores de El príncipe manco es el hablar. Digamos antes que el libro es la reunión de dos anteriores publicados por separado: Tic-Tac y Círculo. En esta edición se traduce por primera vez al castellano Círculo. Los dos textos juntos unen la voz de Nano, ese personaje que inventó Suso de Toro con voluntad de expresión totalizante, de digresión, sobre todo de digresión, en el mejor sentido narrativo del término. Si el mejor álter ego de un autor no es el que refleja una sola línea de pensamiento sino varias contradictorias, entonces el Nano está en este registro melancólico, caótico, airado, asombrado, alerta y dolorido de los buenos personajes solitarios que se expresan ante el mundo. "Lo único que hago es darle a la lengua. Eso sí, dar le doy duro. Mi vida es hablar, a veces me parece que no es vida, como si no estuviese vivo y sólo fuese un personaje de un sueño, o de una película, que es como si fuese un sueño, o de una obra de teatro". Esto es toda una declaración de principios, y de hecho los dos libros, tanto Tic-Tac como Círculo, se nutren del cruce premeditadamente anárquico de la voz de Nano y de los relatos que intercala Suso de Toro, algunos de ellos de excelente factura como Mal de altura y Hacer caca. El acuerdo entre vida y literatura lo definen la propia estructura del libro, esa ilusión de vida que encarna Nano y esa ilusión de ficción que encarnan los relatos. El príncipe manco lleva un texto inédito del propio autor. En él se dice: "Nano está hecho de palabras, ésa es su sustancia". Y hace referencia a Beckett. Aquí discrepo. La voz de Nano es directa, fresca, regada de filosofías y picaresca. Todo lo contrario de esa soledad terrible que expresan los monólogos beckettianos, esa sombra de aniquilación que los hace fuertes como voces pero infinitamente desvalidos como seres humanos.
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