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Reportaje:FÚTBOL | Copa de la UEFA

Tendencia autodestructiva

El Valencia cuestiona el trabajo de Ranieri como entrenador y como director deportivo mientras los descartes triunfan en otros clubes

"Ahora parezco el más burro de todos los burros". Claudio Ranieri, de 53 años, recogió ayer el sentir de una buena parte de la hinchada del Valencia, desencantada con su entrenador. Lo mismo que la directiva, reunida el lunes para constatar que quiere otro técnico para el próximo curso. Y que si mantiene a Ranieri es porque no dispone de nadie en la casa con suficiente peso para ocupar el banquillo hasta junio: Luis Sánchez Duque, técnico del filial, sólo entrenó en Segunda y parecido es el caso de Antonio López, quien fuera segundo de Rafa Benítez. El preferido para el próximo ejercicio es Quique Sánchez Flores, actual técnico del Getafe, por su perfil de preparador joven (40 años), con poco currículo y mucha ambición. Además de valencianista de corazón.

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Ranieri tiene dos partidos en pocos días, esta noche en Mestalla ante el Steaua en la Copa de la UEFA y el domingo ante el Racing en Santander, para conservar el puesto. Mientras tanto, se lamenta: "Aquí es como en Fallas. Te levantan y luego te queman". Y recuerda sus éxitos: "Cuando llegué, hace cinco años, levanté a un Valencia acostumbrado a acabar entre el sexto y el octavo". También ganó la Copa en 1999, el primer título para el club en 18 años. De ahí que la afición, agradecida, aceptara de buen grado su regreso en junio. Arrancó su nueva etapa conquistando la Supercopa europea ante el Oporto, tal vez llevado por la inercia, pero se desplomó el mismo día en que se lesionó Vicente. Ese día le abandonó el fútbol. El vigente campeón de Liga está a 16 puntos del Barça, fuera de la Copa -lo eliminó el Lleida- y de la Champions tras un choque vergonzante ante el Werder Bremen. Y con un juego deprimente que ha puesto en evidencia tanto su labor como técnico como la de director deportivo.

Quien le concedió plenos poderes fue el presidente, Juan Soler. "Un primavera", según un ex alto empleado de la entidad, en referencia a la bisoñez del dirigente al contratar a Ranieri por tres temporadas y otorgarle toda el área deportiva. De modo que, perdida ahora la fe en el entrenador, Soler mira atrás y no encuentra a nadie en quien apoyarse. Ningún Arrigo Sacchi o Txiqui Begiristain.

La paradoja es enorme. En los últimos años, el club fue zarandeado por un sinfín de luchas internas que coincidieron con grandes logros deportivos. En cambio, ahora que se respira paz y que nadie discute el dominio de Soler -máximo accionista tras comprarle al ex presidente Francisco Roig títulos por valor de 30 millones de euros-, el edificio se tambalea. El Valencia disfrutó de gente muy competente en el área deportiva en este lustro de gloria. Javier Subirats asumió la secretaría técnica siendo el equipo antepenúltimo en la Liga y lo abandonó -fue despedido- como campeón de Liga (2002) y dos veces subcampeón de Europa (2000 y 2001). Estas dos finales europeas, con Héctor Cúper en el banquillo. Subirats apostó luego por el inexperto Benítez, el mejor técnico en la historia del club. Y, entre medias, Jesús García Pitarch fichó a Oliveira, Jorge López, Sissoko y Cannobio por apenas siete millones. Jugadores de los que, salvo Sissoko, se desprendió el Valencia en el verano y los ha echado de menos: Oliveira vive un éxtasis goleador en el Betis (15 tantos), Cannobio lanza al Celta al ascenso (cinco goles) y Jorge López, sin destacar en el Mallorca, tampoco está siendo olvidado por Fiore. Con una diferencia notable: los cinco fichajes que avaló Ranieri -Corradi, Fiore, Di Vaio, Moretti y Caneira- han costado 30 millones. Caros y poco rentables. Se salvan Di Vaio (ocho goles) y Caneira, contratado éste de lateral derecho pese a que no sirve como tal, sino como central.

Ranieri se empeñó en inscribir en la plantilla a De los Santos, lo que causó la venta de Jorge López, y después De los Santos disputó medio partido. Ranieri dio luz verde al traspaso de Oliveira y a la cesión de Canobbio, a quienes probablemente no conocía. También invitó a marcharse al Liverpool, en diciembre, a Pellegrino, uno de los líderes del vestuario aunque fuera desde el banquillo. Dejó emigrar al Saint Étienne al joven Garrido, un discreto lateral derecho que cubrió las espaldas de Curro Torres en un tercio del pasado ejercicio. Y, claro, lesionado ahora Curro Torres, un zurdo cerrado como Carboni debe aprender a actuar a pie cambiado. A sus 39 años.

Ranieri ha desquiciado a Mista, que lleva más de media Liga en la sombra: primero con la excusa de que no quería renovar y después para que cogiera la forma. Y el mejor goleador español del pasado curso lleva tan sólo cinco tantos en éste. En cuanto a Aimar, entra y sale del equipo sin causa aparente, es obligado a jugar por la izquierda o por la derecha y lee declaraciones del entrenador en las que le acusa de ser demasiado frágil para disputar tres partidos seguidos. A eso se añade que dos de los pilares de anteriores tiempos, Cañizares y Albelda, han bajado su nivel considerablemente. Y que Vicente y Ayala, lesionados, apenas han participado.

Esta es el principal eximente de Ranieri, que efectuó una magistral operación financiera en los primeros días de junio. Firmó el finiquito con el Chelsea: nueve millones por los tres ejercicios que le quedaban. Y acordó tres años más en el Valencia. Aprovechó la desesperación del club londinense por quitárselo de encima tras haber contratado a José Mourinho y la del valenciano por calmar la ira de su hinchada tras la fuga de Benítez, que tenía otro año de contrato.

Subirats, García Pitarch y Benítez se consideran víctimas de Manuel Llorente. Éste llegó al club en 1999 procedente de Mercadona, la empresa alimentaria de Juan Roig, hermano de Francisco Roig, para llevar las cuentas de la entidad. Pero acumuló un poder omnímodo. E hizo rodar las citadas cabezas. Probablemente las últimas, ya que ha sido arrinconado por Soler, que espera dejar de ser un primavera.

Claudio Ranieri da instrucciones a sus jugadores desde la banda.
Claudio Ranieri da instrucciones a sus jugadores desde la banda.JOSÉ JORDÁN

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