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Reportaje:

El silencio se extiende sobre Els Ports

La tragedia de La Todolella golpea a una generación llamada a crecer con la comarca, amenazada por la despoblación La comarca de Els Ports trata de superar el golpe que supone la tragedia del albergue de La Todolella

El silencio. Un silencio áspero, rocoso, duro como los riscos característicos de la comarca de Els Ports, acogió los féretros de Juanjo, María Pilar y Adolfo a las puertas de la iglesia Arciprestal de Morella. El mismo silencio recibió, minutos antes, a los príncipes Don Felipe y Doña Letizia y al resto de la comitiva institucional y política. El mismo silencio les despidió. Apenas un rumor de abrazos entre los allegados a las víctimas. Apenas el golpe suave de una mano en la espalda. Apenas un sollozo. Y ojos enrojecidos.

El silencio se extendía hasta Vilafranca. Hasta Aguaviva, en Teruel. Hasta Chiva. La tragedia de La Todolella segó vidas a pleno rendimiento, voces a pleno pulmón en una comarca que envejece paulatinamente. Una comarca que no es cómoda y que necesita, como muchas otras zonas de interior, precisamente esas vidas, esas voces.

Joaquim Puig, alcalde de Morella, aludió a la "gran familia" que constituyen los 8.000 vecinos censados en Els Ports y subrayó el mazazo que supone perder a un grupo tan numeroso de personas con iniciativa, vecinos que habían apostado por asentar sus vidas en la zona y crecer con ella.

Alfredo Querol, alcalde de La Todolella, en el mismo sentido, recordó que "la comarca pierde población" y, por esa razón, la tragedia adquiere una profunda dimensión social. Además golpea una de las principales armas que han desarrollado los vecinos de la zona para recuperar la vitalidad económica al producirse en un albergue rural.

El silencio que reinaba la noche del domingo a las puertas del polideportivo de La Todolella se extendió ayer sobre toda la comarca, de hecho, sobre toda la provincia. Desde Vinaròs hasta Burriana o Nules.

Una decena de hombres tomaban café en El Bar Moderno, en Vilafranca, a la hora del aperitivo. Un pasquín, en la puerta, anuncia el entierro, a las cinco de la tarde, de los tres vecinos del pueblo muertos en La Todolella. Los periódicos se extendían sobre la barra. "Ha sido tremendo, una noticia internacional", comentaba uno de los parroquianos. Algún asentimiento. Pero la conversación deriva, como sin querer, hacia las trivialidades de los resultados deportivos. Los vecinos son celosos de sus sentimientos. Les cuesta expresar su dolor. Guardan silencio."Tenían 22 o 23, 25 y unos treinta años", comenta, escueto, otro vecino a la hora del aperitivo en El Bar Moderno de Vilafranca. "¿Qué le vamos a hacer?", añade para zanjar la conversación. Vilafranca, una localidad de unos 2.000 habitantes, arrastra una mala seguida. "El año pasado murieron cuatro jóvenes de 22 a 24 años en dos accidentes", apunta el empleado de una gasolinera.

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Óscar, El Formiga, de 23 años, era obrero. Cosme, de 25, era pintor. Estela, de 32, trabajaba en una óptica de Morella hasta que se trasladó a Lleida con su novio, Juanjo, de 34 años, ingeniero agrónomo, y enterrado ayer en Morella. Como Adolfo, Cañero, de 40 años, que regentaba un famoso bar en la capital de Els Ports. O María Pilar, de 43, que trabajaba como secretaria en Morella y deja huérfano a un hijo de 23 años.

Los féretros se han diseminado por toda la provincia. Llegan a Teruel. Incluso a Valencia y Murcia. El carnaval de Vinaròs se interrumpió el domingo para ceder paso al silencio por la tragedia de La Todolella. El silencio que se ha apoderado de la comarca de Els Ports.

Los esfuerzos desarrollados por las autoridades locales para impulsar la mejora de los accesos por carretera, para rehabilitar unos pueblos cargados de historia, para recuperar tradiciones seis veces centenarias, parecen súbitamente baldíos cuando la generación que empezaba a dar forma a esos anhelos sufre un golpe así.

Una industria textil sostiene a la población de Vilafranca. Al margen de la ganadería. El frío páramo que rodea Vilafranca, en invierno, resulta inhóspito. Los jóvenes estudian en Castellón, o en Valencia, muchos también en Barcelona. Pero suelen volver los fines de semana, también en verano y, por supuesto, cuando llegan las fiestas patronales. Entonces su vitalidad inunda el pueblo. Ayer, la jornada de duelo era rigurosa. Pocos transeúntes. Y los vecinos congregados en el bar parecían aferrarse a cualquier cosa para evitar traslucir su dolor. Una broma fácil. Una sonrisa cansada.

La capital de la comarca, Morella, se ha convertido en municipio turístico por excelencia, con aspiraciones de lograr la consideración de patrimonio de la humanidad. Varios hoteles ofrecen calor y refugio a los visitantes. Ayer, todo el pueblo se detuvo, paró en seco durante el funeral.

Sólo el abrir y cerrar de las puertas de los coches oficiales y de los tres coches fúnebres rompía el masivo silencio congregado a las puertas de la iglesia Arciprestal, donde se celebró el funeral por las víctimas de La Todolella.

Los vecinos de Morella, ayer, evitaban la conversación. "Sí, los conocía, eran de aquí". Poco más. Se mostraban más celosos que nunca de su intimidad. Molestos con los curiosos. "¿Que te cuente? Un cuento te voy a contar". Sigue el silencio. Permanece el silencio. Y el frío. Un dolor rocoso. Una consternación callada que sólo aflora en la humedad de los ojos.

Joaquim Puig, alcalde de Morella, estaba tan destrozado como sus vecinos. Pero sacó fuerzas de flaqueza y asumió la responsabilidad de romper el silencio. "Por ellos, por todos ellos, vamos a seguir adelante", aseveró momentos después del funeral.

Mientras, media docena de coches cubiertos de hielo permanecían aparcados a primera hora de la mañana en torno a una cruz frente al albergue anejo a la ermita de San Cristófol, en La Todolella. El municipio de apenas 140 vecinos había recuperado el edificio como casa rural. Pero el frío, hace apenas una semana, rompió las tuberías e inutilizó la calefacción. Una fatalidad ante la que sólo cabe el silencio.

Un amigo del batería del grupo Ppyotes, muerto en La Todolella, portaba, portaba ayer las baquetas de su amigo en su entierro en Alqueries
Un amigo del batería del grupo Ppyotes, muerto en La Todolella, portaba, portaba ayer las baquetas de su amigo en su entierro en AlqueriesÁNGEL SÁNCHEZ

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