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LA CRÓNICA
Columna
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Alud de basura y error estratégico

Quien fuera consejero de Medio Ambiente, el discreto y casi imperceptible Fernando Modrego, aseguró que la eliminación de los resíduos urbanos era nuestro "principal problema medioambiental". Eran momentos en los que la basura del área metropolitana de Valencia había que enviarla a vertederos de Tarragona, Murcia, Zaragoza o Madrid. Aquí carecíamos de instalaciones suficientes para su depósito y tratamiento, además de planes de futuro para asumir un crecimiento acelerado del volumen de basura que producíamos y que ahora se evalúa en 2,5 millones de toneladas anuales.

Esta semana hemos asistido a una constatación de esa gravedad cuando algunos municipios se han negado a recibir en las plantas ubicadas en su término los residuos de otros ajenos a la comarca, muchos camiones de recogida han sido forzados a viajar en busca de un destino para su descarga, e incluso se han constituido gabinetes de crisis en algunos ayuntamientos para afrontar un conflicto que, a diferencia de otros, como el gentilicio de nuestra lengua autóctona o la reforma del Estatuto, por poner un ejemplo, no admite demoras retóricas, pues la basura hiede y se acrece por horas.

Para cualquier observador, el diagnóstico es obvio: pura imprevisión e incompetencia de los sucesivos gobiernos autonómicos. Los socialistas dejaron en este capítulo una herencia penosa y los populares no han conseguido solucionar el problema después de casi diez años de gestión. Ninguno de ellos, pues, está legitimado para endosarle el muerto al otro y ambos partidos deben compartir las calabazas. Pero con matices. El PP, y así hay que reconocerlo, instrumentó en 1997 un Plan Integral de Residuos y una ley sobre este mismo problema en el 2000. No dieron el resultado esperado, pero pusieron los cimientos para la solución, que se pronosticó en un plazo de cinco años.

La solución, o buena parte de ella, se diseñó y concertó en el Acuerdo Marco sobre el Plan de Residuos propuesto por la Consejería de Territorio y Vivienda, al que el partido socialista contribuyó con sus aportaciones. El acuerdo fue suscrito en mayo del año pasado por el PP, la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP) y Cierval, cuyo presidente, Rafael Ferrando, no perdió ripio al declarar que las empresas valencianas querían participar en la "ejecución, gestión y explotación" de las instalaciones previstas. El medio ambiente es un filón.

El PSPV, en cambio, se descolgó del mentado acuerdo, no obstante haber contribuido a su elaboración, así como concertado previamente con la consejería planes de gestión y ubicación de las plantas de selección y tratamiento. Y lo que todavía es más significativo del grado de identificación al que habían llegado ambas formaciones mayoritarias: se marginó a Esquerra Unida. Así lo pidieron los socialistas -¿acaso temían que les hiciese sombra?- y al PP le pareció de perlas. El PSPV justificó este desentendimiento en la proximidad de las elecciones europeas y la tentación de que el acuerdo se convirtiese en arma electoral y, también, se pretextó la virulencia de la campaña popular contra el Plan Hidrológico y las desaladaoras. Naderías.

El PSPV se descolgó porque, tarde y mal, dedujo que el mérito del acuerdo se le endosaría al Consell de Francisco Camps y a su consejero Rafael Blasco, sin que su propio líder, Joan Ignasi Pla, obtuviese el correspondiente dividendo electoral.

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Quizá fuera así. Pero valdría la pena constatar en cuántos puntos han recortado los socialistas desde entonces la diferencia abismal que lesseparaba demoscópicamente del PP. Según nuestras noticias, todo sigue igual, lo que sería demoledor, habida cuenta de la insipidez y desmayo con que se viene gobernando la Generalitat.

Ahora solo faltaría que el Consell y la consejería correspondiente lograsen consolidar una solución al problema de las basuras mediante los planes zonales previstos y la constitución de los consorcios gestores que proponen, con la participación de los ayuntamientos de todos los colores. Sería una justa medalla para sus responsables y un rejonazo para los socialistas que se desentendieron del acuerdo después de negociado y, además, vetaron a sus parientes de la izquierda. A lo peor pensaron que, entre tanta basura, nadie iba a percibir esta miseria.

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