El jefe de Al Qaeda en Irak declara la guerra a las elecciones y a los chiíes
El jordano Al Zarqaui afirma que "dar el poder al pueblo va contra la ley islámica"
La insurgencia iraquí libra una doble batalla contra las elecciones del próximo domingo. Mientras en las calles hace estallar coches bomba, en las páginas islamistas de Internet amenaza a quienes las apoyen. Abu Musab al Zarqaui, el jordano que dirige Al Qaeda en Irak, declaró ayer "la guerra contra los comicios que darán el poder a los chiíes", y pidió a los suníes que se opongan a su celebración. "Dar el poder al pueblo va contra la ley islámica. Dios es testigo de que os hemos informado", advierte el enemigo número uno de EE UU en Irak.
"Declaramos la guerra total a este proceso innoble, al principio de la democracia y a los que quieren aplicarlo", asegura la voz atribuida a Al Zarqaui. Durante los 45 minutos que dura la grabación, el hombre al que Osama Bin Laden se refirió el pasado diciembre como "el emir de Al Qaeda en Mesopotamia", despotrica contra "la gran farsa americana". A continuación, amenaza con golpear a "todos los que se impliquen en este proceso" y advierte de que "correrán la misma suerte de los que llaman a las elecciones".
Sus palabras se refieren sin duda a los asesinatos de candidatos y empleados electorales de los que su grupo se ha responsabilizado en los últimos meses. Los servicios secretos de Estados Unidos consideran que Al Zarqaui, nacido Ahmed Fadel Nazzal al Jalayla en Zarqa (Jordania) en 1966, es el cerebro de la mayoría de los atentados más sangrientos que se han producido en Irak. El pasado julio Washington elevó de 10 millones de dólares a 25 millones la recompensa que ofrece por información que permita capturarle. Sin embargo, sigue en paradero desconocido.
Algunos medios árabes han recogido declaraciones de un camionero que asegura que Al Zarqaui quedó en libertad tras ser detenido y no reconocido en Faluya. "De momento, no tengo nada que comentar; ya hablaremos del tema dentro de unos días", respondió enigmático el ministro iraquí del Interior, Falab al Naquib, cuando se le preguntó por el tema el pasado sábado. "No tengo ninguna información al respecto", señaló a este diario un portavoz de la Embajada de Estados Unidos en Ammán.
"Las elecciones son una trampa abominable para garantizar el poder a los rafidha
", insiste Al Zarqaui, utilizando el término despectivo con el que los salafistas (rigoristas musulmanes suníes) se refieren a los chiíes. Dos tercios de los iraquíes siguen esa rama del islam y, tras décadas apartados del poder, confían en que las elecciones les permitan tomar las riendas de su destino. La comunidad suní, por su parte, se siente marginada por su asociación con el régimen de Sadam Husein, que se apoyó en esa minoría para gobernar. De ahí que el grueso de la insurgencia haya salido de sus filas.
Guerra civil
Es la segunda vez en menos de una semana que Al Zarqaui arremete contra los chiíes. En el anterior mensaje, el pasado jueves, les acusaba de haber colaborado con las tropas estadounidenses en la toma de Faluya, el pasado noviembre, y tachaba al ayatolá Alí Sistaní, máxima autoridad religiosa chií, de "imán del ateísmo". Estos mensajes han coincidido con una oleada de atentados antichiíes que han llevado a algunos analistas a advertir del riesgo de que estalle una guerra civil. Sin embargo, los dirigentes chiíes se han mostrado extremadamente prudentes y prodigan gestos hacia los suníes.
"No creo que vayamos a ver una guerra civil entre suníes y chiíes", asegura el diplomático Hansi Escobar, experto en movimientos islamistas. "Salvo una catástrofe de última hora, la situación está tocando fondo; si una vez en el poder los líderes chiíes se comportan con la misma responsabilidad que hasta ahora, sus objetivos de fijar un calendario para la salida de las tropas extrajeras y convertir la sharía en la fuente legal pueden ganarse el apoyo de los ulemas suníes y aislar a los extremistas como Al Zarqaui o los ex baazistas".
Por otra parte, y aunque ayer fue un día relativamente tranquilo, Irak no se libró de la violencia. Diez iraquíes, entre ellos una madre y su hija, resultaron muertos en diversos incidentes ocurridos en varias localidades situadas al norte de Bagdad, según fuentes policiales citadas por la agencia France Presse.
El más grave se produjo en Baiyi, a unos 200 kilómetros al norte de la capital, donde tres soldados y un insurgente perdieron la vida en un enfrentamiento armado que se prolongó durante dos horas.
Además, un soldado norteamericano murió por disparos de arma corta en Mosul, la tercera ciudad del país. Desde el desalojo de Faluya, parte de los rebeldes parecen haberse trasladado a la zona que va desde Baiyi a Mosul, donde desde noviembre han aumentado los ataques. Otra partida opera al sur de la capital, en Yusfiya y Latifiya.
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