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Crónica:FÚTBOL | 18ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Mucha bronca, poco fútbol

Racing y Málaga se lían a puñetazos en un partido muy nervioso

En el limbo del descenso, el fútbol se aburre sobremanera. La presión del resultado estrangula las ideas y acaba con cualquier vestigio de divertimento. Racing y Málaga caminan juntos por esa senda de salvación, entre equilibrios y especulaciones, hasta que sobreviene un tropezón repentino que rompe las esperanzas y la crisma. Ayer le tocó el turno al Málaga, un conjunto espeso habitualmente y que sólo sacó la raza en el descuento para enzarzarse en una tremenda pelea a puñetazos con la que los santanderinos no dejaron de provocar, como colofón a su pésima segunda mitad. Gregorio Manzano demostró que es el rey del orden y los posicionamientos tácticos, hasta el extremo ajedrecístico de la inmovilidad. Como piezas en sus escaques, los jugadores malacitanos no se menearon ni un milímetro del puesto asignado por el entrenador.

RACING 2 - MÁLAGA 1

Racing: Aouate; Pedro López, Oriol, Bertín, Juanma, Regueiro; Anderson (Nafti, m. 76), Morán (Aganzo, m. 81); Torrado; Benayoun y Javi Guerrero.

Málaga: Calatayud; Alexis, Navas, Juanito, Valcarce; Usero, Rodríguez, Miguel Ángel, Duda; Geijo (Esteban, m. 63) y Amoroso (Edgar, m. 51).

Goles: 1-0. M. 26. Pase de Morán que remata Javi Guerrero de cabeza. 2-0. M. 41. Regueiro, de potente tiro raso en un libre indirecto. 2-1. M. 86. Navas cabecea un centro desde la derecha de Duda.

Árbitro: Pino Zamorano. Amonestó a Rodríguez, Anderson, Valcarce, Amoroso, Bertín, Juanito y al delegado del Málaga, Francisco Porras. Expulsó a Alexis por doble amarilla (m. 90) y a Miguel Ángel y Nafti tras una monumental tangana en el descuento.

Unos 15.000 espectadores en El Sardinero.

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Con esta ventaja inicial, el Racing se convirtió en el único poseedor del esférico, controló con comodidad el medio campo y dispuso un juego vascular, de circulación continua y fluida, pero con mucha lentitud en el tramo final. En esa zona, los del Málaga sí supieron qué hacer: enroque y a esperar una salida más o menos digna. Pero el dominio de los locales se intensificaba al mismo ritmo que decaía el entramado defensivo. En una de esas jugadas por la banda, Morán recibió el balón dentro del área y puso un centro templado sobre la línea del área pequeña para que, de cabeza, Javi Guerrero colocase el balón en el interior de las mallas. El Málaga no reaccionó al aguijonazo y siguió descompuesto y desabrido. Quince minutos después, en una falta ensayada, el uruguayo Regueiro enganchó el balón desde 25 metros y dobló las manos de Calatayud con un disparo cargado de dinamita. El Málaga trató de meter la cabeza en el partido y por fin pudo disfrutar del balón, hasta ese momento copado por su rival.

Sin llegar, ni lejanamente, al canon del buen fútbol, sí que se mostró más serio y dinámico. Miguel Ángel, en el centro del campo andaluz, borró a Anderson y Morán quienes, como el resto del equipo, se veían con la victoria 45 minutos antes de conseguirla en realidad. Con esa actitud insolente, los pupilos de Lucas Alcaraz pasaron de perseguidores a perseguidos. Perdieron la ventaja posicional y la iniciativa. Cerraron las bandas ofensivamente y Pedro López y Regueiro se dedicaron a correr como locos sin que nadie les atendiese. El Málaga seguía creciendo y los nervios se dispararon cuando César Navas, un central poco utilizado por Manzano, se adelantó a la lenta defensa racinguista y batió de un cabezazo a Aouate. Restaban cuatro minutos y al Racing comenzaba a atragantársele la prepotencia y el terror al empate. Mientras el Málaga se empeñaba en dar los últimos coletazos al partido, se produjo una monumental tangana en el centro del campo, en la que se vieron implicados casi las dos plantillas al completo. Hubo intercambio de puñetazos y empujones, especialmente el protagonizado por los dos capitanes, que acabó con dos expulsados, aunque podían haber sido media docena más. Con estas interrupciones y la momentánea lesión de Pino Zamorano, los cinco minutos de descuento se extinguieron sin que apenas se pudiese jugar la pelota.

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