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Una recopilación del potente 'hip-hop' francés reúne a 19 solistas y grupos

Diego A. Manrique

Dicen que, después del que se hace en Estados Unidos, no hay una escena rap tan poderosa como la de Francia. Poderosa en términos industriales, estéticos e incluso sociales. Música, sin embargo, poco conocida en España, donde sólo se han distribuido algunos discos de su primera superestrella, MC Solaar, y a la que ahora es posible acercarse a través de Lo mejor del hip-hop francés (El Diablo), un muestrario de 19 solistas y grupos seleccionados y presentados por los periodistas Fred Tonin y Gorka Abrisketa, de la revista Trapos Sucios.

La recopilación se abre con Dee Nasty, pionero con su disco de 1984, Paname City Rappin. Aunque resulte imposible resumir una escena tan viva en un solo CD, Lo mejor del hip-hop francés combina producciones independientes con temas licenciados por la multinacional EMI, buena parte de ellos lanzados en los últimos 12 meses. Las aportaciones de Rhoff, La Rumeur, Oxmopuccino, Scred Conexión, La Bande des Quatre o Chiens de Paille revelan que sus autores están superando las carencias en producción -¡y el mimetismo!- que evidenciaban las grabaciones de finales de los ochenta y principios de los noventa.

El rap galo se ha beneficiado de esa eterna curiosidad de los franceses por la cultura popular estadounidense, de la que extraen sus esencias para nacionalizarlas sin complejos. Aunque aureolado por la polémica que suele acompañar a grupos como NTM, el rap disfruta en Francia de una alta visibilidad, con presencia mediática, incluyendo la televisión (con programas como Pur rap, Blah blah rap, Rapline, Rap City o Total rap).

Bibliografía extensa

La bibliografía en francés sobre el asunto es extensa y no supone una curiosidad que uno de los estudios más recientes, Pour une esthetique du rap, venga firmado por el filósofo Christian Béthune. Aunque se aprenda más de narraciones en primera persona, como Souffle, de Antoine Garnier, activista en prensa y radio que mantiene un escepticismo crítico sobre los logros del rap made in France.

Desde que el movimiento hip-hop comenzó a adquirir consistencia en las peores barriadas del Hexágono, se asumió que servía de portavoz de los más desfavorecidos. También funciona como zona de integración. Así, el colectivo IAM (presente en la recopilación) refleja la mixtura racial de su Marsella original: entre sus seis miembros, los hay de origen italiano, argelino, malgache, senegalés y español (Pascal Pérez, alias Imhotep, nacido en Argel); sólo el pinchadiscos Éric Mazel tiene un padre francés, aunque su madre es española. Esa heterogeneidad ha colocado al rap francés en primera línea de la contienda política, enfrentado a la amenaza del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen. Ibrahim Alí, miembro de un grupo cercano a IAM, fue asesinado por unos militantes del FN que empapelaban las paredes de Marsella.

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