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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El lobo Javier

Hace menos de un siglo, aún se escuchaba el canto del lobo en esta tierra vizcaína. Durante muchos años, al vizcaíno se le llamó indistintamente lobo (Lope/Otxoa). Hoy en día los lobos no están de moda en Vizcaya, bien al contrario, se intenta borrar todo vestigio de su pasado. Nunca entendí y aún estoy sorprendido por la reciente eliminación de los lobos del escudo de la Diputación vizcaína. Cosa de fundamentalistas. Por la misma razón, mañana puede desaparecer el árbol. Reclamo para los vizcaínos el lobo como tradicional mito, como tótem sagrado, como referencia, como seña de identidad. Símbolo de amor a la libertad, trabajo en equipo, solidaridad, tenacidad y valentía.

Tradicionalmente, los reyes de Castilla, señores de Vizcaya, concedían lobos para los escudos como premio al arrojo y la ferocidad demostrada en el combate. Es sorprendente la abundancia de lobos en los escudos y banderas de los pueblos de Vizcaya, pero Berango posee nada menos que cuatro en su enseña, lo que dice mucho del carácter y determinación de sus antiguos pobladores. Otro lobo berangués hace honor a la tradición.

En fecha reciente, hemos vuelto a homenajear en Berango a Javier Otxoa, un autentico lobo: terco y valiente, al tiempo que sencillo y solidario. Volviendo por donde sabe, haciendo honor a su apellido de lobo y a pesar de los escasos medios con los que contaba, consiguió una medalla de oro y otra de plata en los recién celebrados Juegos Paralímpicos de Atenas. Así, con audacia y determinación, como hacen los lobos de verdad.

Una suerte y un orgullo para Berango. Un espejo donde mirarnos. Sólo confirmar lo que ya sabíamos: que Javier es un magnífico campeón, como persona y como deportista, un claro ejemplo para nuestros jóvenes de lo que es el verdadero espíritu olímpico, de ese afán de superación de los propios límites, del amor al juego limpio, de competir dentro de un ambiente de respeto entre adversarios.

En sus palabras de agradecimiento por la enhorabuena, Javier y su padre mostraron su deseo de que todo Berango sea un espacio de pacífica convivencia. Javier se refirió de manera especial al pequeño parque donde se celebraba el acto, que lleva el nombre de su difunto hermano Ricardo Otxoa, a quien se recordó y homenajeó también con un ramo de flores.

Dirigiéndose a los más jóvenes, les dijo que estaba orgulloso de que éste sea el único espacio de uso público de toda la zona que nunca ha sufrido ataques vandálicos, un verdadero ejemplo de respeto y tolerancia que debía continuar. Eso era, según dijo, el mejor homenaje que se le podía hacer a su hermano Ricardo. Redoblaron los aplausos. ¡Aupa Javier!

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Este acto popular, entrañable y sencillo, prosiguió con un amaiketako tardío. Trasegados unos cuantos txikitos de txakoli, bien acompañados por pinchos de bacalao, los ediles que allí estábamos celebrando, rodeados de los Otxoa y allegados, acordamos lanzar una nueva consigna, unánimemente aprobada, que haremos correr de boca en boca y no sólo por las "tierras del gran lobo" (Otxandategi), sino por todo el Señorío hasta que se haga justicia y se restituyan los lobos a nuestra enseña foral: Gora Otxoak (Arriba los lobos).

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