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Necrológica:

Paco Farreras Valentí, promotor cultural

Pocos recordarán hoy algunos de los nombres que actuaron en la retaguardia de personajes mucho más conocidos (Laín Entralgo, Ridruejo, Tovar, Torrente Ballester, etcétera) que, procedentes del falangismo, se quedaron sin base ideológica después de la Segunda Guerra Mundial -aunque más tarde reaccionaron con mejor o peor fortuna- y que dieron paso a una serie de jóvenes intelectuales que cambiaron su discurso por otro antirretórico y racional, como bien señala Jordi Gracia en su libro La resistencia silenciosa. De esa retaguardia surgió, en Barcelona, Paco Farreras Valentí, que acaba de fallecer a los 84 años. Farreras, hijo de un médico militar republicano desengañado por los avatares de la Guerra Civil, se alistó al Frente de Juventudes a la llegada de las tropas franquistas a Barcelona. Allí empezó una carrera política que culminaría, años después, con el cargo de director de la Escuela Sindical. La mayor parte de los cargos que ocupó le supusieron sucesivos desengaños, y el último, darse de baja de Falange.

Más satisfacciones le produjeron sus iniciativas culturales, entre las que se contaron la fundación, con Ramón Viladàs y Juan Rosanas, del Instituto de Estudios Hispánicos y, muy especialmente, la revista Laye, inspirada y dirigida por él mismo. Laye supuso la posibilidad de publicación de los textos de algunos jóvenes intelectuales, como el filósofo Manuel Sacristán, el sociólogo Esteban Pinilla de las Heras, el crítico literario Joan Ferraté y una serie de nuevos poetas, narradores y ensayistas como Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Gabriel Ferrater, José Agustín y Juan Goytisolo, etcétera.

Ahora bien, la vocación política de Farreras no podía cerrarse con lo que él mismo ha llamado "errar y errores de juventud". Con algunos de los amigos con los que compartió sus fracasos fundó un grupo con vocación de organizar corrientes de opinión que fue bautizado con el nombre de Nueva República y muy pronto detectado por la Brigada social. Sus dirigentes fueron detenidos, encarcelados y procesados. Una vez puestos en libertad provisional y dadas las penas que pedía el fiscal, optaron por el exilio.

Paco Farreras, que había dejado la familia en Barcelona, se instaló en París, en precarias condiciones y con la necesidad imperiosa de encontrar trabajo. Después de múltiples tentativas, tuvo la oportunidad de integrarse en el Congreso por la Libertad de la Cultura, al lado de Julián Gorkin. Fue un intenso trabajo político antifranquista a través del Centro de Documentación y Estudios y, más tarde, como secretario general de la revista Mañana, dirigida por Dionisio Ridruejo, después del Congreso de Múnich.

El exilio duró más de nueve años y, en 1967, Farreras preparó el regreso a Barcelona. Su amigo Ramón Viladàs, que le había precedido, había allanado el camino.

Su última etapa profesional se desarrolló en el campo del arte al frente de la Galeria Maeght (1972), que fue considerada por su arquitectura, habilitación y programación una de las mejores salas de arte privadas de Europa. Por otra parte, su amistad con Joan Miró supuso una de las satisfacciones mayores de su vida.

La jubilación, a primeros de la década de los noventa, le dio el tiempo necesario para escribir sus memorias, que publicó con el título de Gosar no mentir (1994), es decir, Osar no mentir, algo que practicó como principio ético toda su vida. Se trata de un libro fundamental para comprender un periodo complejo y oscuro de la inmediata posguerra, todavía no traducido al castellano.

Su peripecia vital tan compleja y con momentos tan comprometidos, dada su inteligencia y su sensibilidad social, le había enseñado a conocer la complejidad y a sobrevivir con serenidad a las vicisitudes personales y colectivas de su tiempo y de su país. Quizá incomprendido en una primera etapa, posteriormente fue un hombre respetado y querido por todos aquellos que le conocieron, amigos o intelectuales y artistas que tuvieron trato profesional y amistoso con él. Su vida tradujo siempre su honestidad, su comprensión hacia los otros y una generosidad moral ejemplar.

Paco Farreras Valentí.
Paco Farreras Valentí.ARDUINO VANUCCHI

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