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Tribuna:EL FUTURO DE IZQUIERDA UNIDA
Tribuna
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La izquierda que necesitamos, la izquierda que queremos

Los autores sostienen que Izquierda Unida tiene que asumir el ecosocialismo como proyecto de transformación de la sociedad a partir de valores como la solidaridad, la libertad y la sostenibilidad ambiental.

Desde su creación en 1986, Izquierda Unida se configuró como la opción renovada de la izquierda transformadora española para afrontar con ilusión una nueva forma de participación política tras la movilización del referéndum de la OTAN y la crisis del PCE en 1982. Desde siempre, la existencia de un espacio social, político y electoral a la izquierda del PSOE en nuestro país ha sido indudable. Un espacio que, en el ámbito de las elecciones generales, ha venido contando con el apoyo, más o menos oscilante, de un 10% del voto a las diversas candidaturas presentadas, siendo así un referente de la izquierda transformadora para muchas personas progresistas en este país.

Ahora bien, tras este inicio prometedor, los errores políticos y las crisis internas han socavado el proyecto y lo han llevado a una situación muy difícil en todos los terrenos. Los años 1995 y 1996 marcaron el declive definitivo de IU, que se negó a dar protagonismo político a los más de dos millones de electores que, en aquellas convocatorias electorales, la apoyaron y no tuvieron la ocasión de poder intervenir en el cambio político que se produjo en esos años. En definitiva, el cambio político que se formalizaba durante ese periodo, se hizo al margen de nuestra organización. La etapa del llamado sorpasso, en la que el enemigo a batir era el PSOE, la consideración de éste en igualdad al PP, por lo que era imposible establecer una política de alianzas progresistas frente a la derecha, el fracaso en las elecciones generales de 1996 para debilitar al PSOE y las posteriores crisis internas, jalonadas de rupturas y escisiones en el ámbito organizativo y territorial, dejaron a IU debilitada y sin credibilidad para afrontar las elecciones de 1999 y, especialmente, las generales del año 2000.

"Izquierda Unida debe ser el referente rojo de la izquierda transformadora"
"No se trata sólo de llegar a acuerdos con verdes y federalistas en la política de alianzas"

Para intentar superar esta situación, IU eligió una nueva dirección política que intentó reparar algunos de los errores más graves cometidos hasta ese momento. Pero el problema de fondo no pudo ser solventado con una simple renovación parcial de la máxima dirección, personificada en su coordinador general. Lo que era necesario no fue suficiente y lo que pudo haber sido suficiente nunca fue posible o permitido desde el interior de IU. En definitiva, no se pudo afrontar la renovación demandada por nuestros votantes, que preferían quedarse en casa, votar a otras opciones nacionalistas de izquierda o, incluso, al PSOE en caso de urgencia. Entonces, si hemos cambiado el discurso, hemos sido la izquierda beligerante y movilizadora contra el PP, hemos recompuesto la organización, hemos demostrado capacidad de gobierno y de alianzas y hemos renovado el liderazgo... ¿qué ha pasado para que la ciudadanía siga sin confiar en nosotros?

Una posible respuesta es que haya finalizado una etapa para IU y que es más fácil, por necesaria, la reconstrucción global del proyecto que el parcheo parcial de los errores del pasado. Es necesario acometer una nueva propuesta política que dé satisfacción, con credibilidad, a las nuevas demandas de la izquierda transformadora española y a sus protagonistas. Otros partidos en nuestro país han acometido procesos similares para adaptarse a las nuevas realidades sociales y a todos les ha ido bien en uno u otro momento. Entendieron el mensaje del electorado. Ha llegado la hora de hacerlo también en IU.

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La izquierda nueva debe generar nuevas respuestas y nuevos proyectos a partir de una visión crítica del estado de las cosas. IU debe ser el referente rojo de la izquierda transformadora, heredera del socialismo democrático. Pero, al mismo tiempo, también tiene que asumir los nuevos retos de los movimientos emergentes como la ecología y el pacifismo. Y esto tiene un nombre que no es preciso inventar: el ecosocialismo. El ecosocialismo es un proyecto de transformación y de progreso. Transforma la sociedad a partir de los valores de la justicia social, la solidaridad, la diferencia sexual, la igualdad de oportunidades, las libertades, la paz, los derechos, la emancipación y la sostenibilidad ambiental. Procura la consecución de una sociedad basada en la democracia y el socialismo, de personas libres y autónomas en una tierra habitable. En concreto queremos una IU comprometida en el conflicto social y que apueste por la libertad y la igualdad de las personas. Una IU comprometida en el conflicto ecológico que apueste por la sostenibilidad y una IU comprometida en el conflicto identitario que apueste por el autogobierno y la solidaridad.

No se trata sólo de llegar a acuerdos con verdes y federalistas dentro de nuestra política de alianzas. El verdadero cambio o renovación de IU consiste en asumir e integrar el ecosocialismo y el federalismo junto a nuestro indudable izquierdismo. No se trata de incorporar propuestas que vienen del ecologismo político, del ecofeminismo y de otros movimientos sociales. Se trata de definir un proyecto claro, identificable y abierto: de izquierda (libertad e igualdad), ecologista (sostenibilidad medioambiental) y federalista (identidad-soberanía-autogobierno y solidaridad).

Esta nueva propuesta, que no excluye sino que asume todo lo que dio lugar a la creación de IU, permitirá, a este nuevo proyecto configurarse, en la escena social y política, como un referente creíble de la izquierda transformadora, que se define como una alternativa propia y no sólo como "la izquierda del PSOE". Ahora bien, la izquierda ecosocialista debe ser federal y federalista con amplias competencias en lo político y en lo electoral para configurar las alianzas que así se acuerden en cada ámbito. Sin duda, el actual grupo parlamentario en el Congreso tiene una impronta más ecosocialista, que no es sólo nominal, sino que tiene una perspectiva de futuro esperanzadora. Esta nueva forma de ver y entender la política debe ser eminentemente ecléctica y abierta de forma que, en los grupos institucionales, todas y todos nos encontremos y nos veamos representados como hilo conductor de esa izquierda en el conjunto del Estado. Por lo que se refiere a la política de alianzas, ésta siempre debe estar abierta a la colaboración, que permita llegar a acuerdos con las otras izquierdas en el conjunto del Estado, ya sean de ámbito estatal o nacionalista.

En cuanto a nuestra estructura organizativa, se impone dar paso a criterios más flexibles de participación, tanto de la militancia como de personas que deseen colaborar desde la simple simpatía como meros votantes. La elección por sufragio universal de la candidatura a la Presidencia del Gobierno, la elaboración de censos de simpatizantes con derechos de elección y participación en la organización, las incompatibilidades y la limitación de mandatos, la equiparación de sexos, las cuotas que garanticen un porcentaje mínimo de jóvenes y por qué no, la introducción del término "verde o verdes" en nuestra denominación pueden y deben ser parte de la renovación necesaria. La que quieren nuestros votantes, en especial muchos jóvenes, que estuvieron en la calle contra la guerra, en demanda de un empleo digno o contra la involución de las leyes del PP. A ellas y ellos nos debemos porque esperan una izquierda renovada que todas y todos necesitamos.

José Francisco Mendi, Isaura Navarro, Pasqual Mollà, Reyes Matamales, Jesús Ruiz y Carles Mulet son miembros del Consejo Político Federal de IU.

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