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Reportaje:

Las horas finales del santuario de ETA

Relato de las 48 horas previas a la captura en Francia del máximo dirigente etarra, Mikel Antza

Jorge A. Rodríguez

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, recibió una llamada sobre las 10.30 del pasado día 3 de octubre, domingo: "Presidente, parece seguro que Mikel Antza ha sido detenido en Francia". No estaba confirmado al cien por cien, porque aún no se habían cotejado sus huellas, pero el que hasta ese momento había sido el máximo jefe de ETA había sido reconocido visualmente por dos veteranos miembros de la Brigada de Investigación de Toulousse y de la Guardia Civil como uno de los cinco moradores de la mansión Soubré, de Salies de Bearn. La Operación Santuario había salido mejor de lo que se esperaba. Éste es el relato de las últimas horas del histórico golpe a ETA, reconstruido a retazos de quienes la vivieron de cerca.

Antza se ocultaba detrás de una puerta en la casa de Soubré donde fue detenido
La operación fue largamente preparada en territorio francés y varias veces aplazada
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El viernes 1 de octubre por la tarde llegó la noticia al ministro del Interior, José Antonio Alonso. Una vasta operación contra la médula de ETA, largamente preparada en territorio francés y varias veces aplazada, iba a desencadenarse en las próximas horas. Al otro lado de la frontera, 150 agentes franceces, acompañados de siete observadores de la Guardia Civil, estaban listos para asaltar siete viviendas.

Podía caer gente importante, pero no había precisión. Además, todo podía irse al garete o aplazarse, como ocurrió a finales de julio y a mediados de agosto, debido a que "no habían entrado en la red" algunas de las piezas que se pensaba alcanzar. Mientras, todo debía dar apariencia de normalidad.

El ministro del Interior, José Antonio Alonso, y el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, estuvieron pendientes de todo el sábado por la mañana, pero a media tarde se desplazaron a Zaragoza para participar en los actos de la patrona de la Guardia Civil. En realidad se desplazaban al centro donde se estaba recabando toda la información sobre los preparativos de la operación, que fue ubicado de forma accidental en el hotel Meliá de Zaragoza. Allí estaban alojados el director general de la Guardia Civil, teniente general Carlos Gómez Arruche; el director general de Operaciones del instituto armado, general de división José Manuel García Varela, y el responsable de Información y Policía Judicial, el también general de división Atilano Hinojosa Galindo.

Los mandos del instituto armado comunican a sus superiores que la operación puede ser "histórica", incluso "definitiva", no sólo porque se sabía que iba a ser requisado un enorme arsenal de armas y explosivos sino "porque era posible, sólo posible, que cayera gente muy importante". Todos estuvieron presentes en una cena oficial, que se prolongó hasta las 23.30 del sábado. Antes de despedirse para dormir se citaron para desayunar a las 9.30 del domingo en la quinta planta del hotel.

El sur de Francia era entonces un hervidero. Los equipos de investigación y asalto estaban tomando posiciones de forma discreta y observaban todos los movimientos en un amplio radio de seguridad alrededor de las siete casas que iban a ser tomadas. La operación arranca a las seis de la mañana del domingo.

El ambiente del desayuno roza la euforia. A las 9.30, los mandos de la Guardia Civil ya tienen la primera lista de detenidos y los primeros avances sobre el material incautado. Los observadores hablan de 21 detenidos e incluso hablan de 30 subfusiles y una enorme cantidad de explosivos. "Mi general, han caído Mikel Antza y Anboto", comunican los participantes en la operación. Parece que él es quien se oculta tras una puerta de la casa Soubré, muy cerca de la cocina. Ella está en la habitación de su hijo, quien la llama "Sole".

La información es transmitida a Alonso, que inmediatamente recibe una llamada de su homólogo francés, Dominique de Villepin, quien comenta también que han caído Antza y Anboto. Ambos se felicitan por el éxito, pese a no ser seguro. Alonso transmite la nueva a Rodríguez Zapatero. Pero el ministro no quiere echar las campanas al vuelo, por lo que exige que se cotejen las huellas dactilares de quienes parecen ser Antza y Anboto con los archivos de Madrid.

Las jefaturas del ministerio y de la Guardia Civil, tras acabar de desayunar, se dirigen a pie hacia la plaza de la Independencia de Zaragoza, donde el ministro es abordado por la prensa, sobre las 11.10, para preguntarle por los rumores sobre la operación. "Por razones de profesionalidad evidente vamos a esperar a los análisis que se están haciendo en este momento de las huellas dactilares para confirmar al cien por cien la identidad de los detenidos", dijo Alonso.

Los desfiles de la fiesta del Pilar comienzan. La tribuna espera noticias. Los generales García Varela e Hinojosa no paran de hablar por teléfono con sus agentes en Madrid y el sur de Francia. "El reconocimiento visual es seguro; son Antza y Anboto", les comunican. Las huellas llegan a Madrid poco antes de la una de la tarde. Pero no son claras, porque los dedos, las yemas, han sido rodadas sobre el papel y no impresas sólo apretando.

En ese momento, los agentes sospechan que algo raro hay en la buhardilla de una casa de Ayherre; que bajo el frigorífico industrial de la vivienda de Briscous hay algo más que un simple enlosado y que el mando a distancia localizado en Urruñe sirve para descubrir otro escondite. Todos ocultan zulos repletos de armas, pero el que más sorprende es el de Saint Pierre d'Irube, donde el escondite está recubierto por todas partes de material aislante para proteger tanto el espacio dedicado al almacenamiento de archivos en papel, todos en sus clasificadores, como el arsenal, guardado en cajas antihumedad.

Terminado el desfile, la comitiva se desplaza al patio del museo de Zaragoza para tomar una copa de vino español. A las 14.00, el Servicio de Información de la Guardia Civil comunica al secretario de Estado: "El cotejo de las huellas de Anboto es positivo". La información es transmitida inmediatamente al presidente del Gobierno. A las 15.30, Antonio Camacho recibe una nueva llamada: "Las huellas también coinciden: es Mikel Antza". Todo son felicitaciones en el patio del museo, pero para entonces el ministro está camino de tomar un avión para regresar a Madrid. A pie de avión, recibe la llamada de confirmación. Rodríguez Zapatero es informado rápidamente y el ministro convoca una rueda de prensa para esa misma tarde a las 19.00 horas.

Minutos antes, Alonso telefonea al que va a ser investido presidente del PP, Mariano Rajoy. "Te felicito personalmente y lo voy a hacer públicamente", le transmite Mariano Rajoy. En el sur de Francia, los registros siguen. Los investigadores están eufóricos. Doce años tras los pasos de Antza y Anboto han dado fruto. "Ahora hay que seguir, sin bajar la guardia, a por todas", comentaba un veterano investigador de la Guardia Civil. El objetivo son los posibles relevos: posiblemente sean Peio Eskizabel y Garikoitz Azpiazu.

Alonso sentencia en la rueda de prensa : "La operación es histórica". Lo dijo en el mismo salón azul de la calle de Amador de los Ríos donde, en marzo de 1992, el entonces titular de Interior, José Luis Corcuera, informaba de la caída en Bidart de la cúpula de ETA.

Policías franceses llevan a Mikel Antza (con la cabeza tapada) a un avión en el aeropuerto de Biarritz para su traslado a París.
Policías franceses llevan a Mikel Antza (con la cabeza tapada) a un avión en el aeropuerto de Biarritz para su traslado a París.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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