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Reportaje:LA INMIGRACIÓN POR DISTRITOS | Tetuán

Compañeros de 15 países distintos

El colegio público Federico Rubio, con un 90% de alumnos extranjeros, se ha convertido en un ejemplo de integración educativa

Dos marroquíes, tres chinos, un ucranio, una búlgara, un filipino y una rumana. Nueve alumnos y seis nacionalidades diferentes. El panorama en el "aula de enlace" de la escuela Doctor Federico Rubio, en el barrio de Bellas Vistas, se repite en todos los colegios de Tetuán. De los 8.977 niños escolarizados en el distrito, el 47,7% son inmigrantes, y algunos de ellos ni siquiera hablan español, como los nueve alumnos de María Garcés, la profesora de esta clase que busca integrar a los recién llegados a la vida escolar. Señas, dibujos, onomatopeyas, todo sirve para entenderse con los niños, para enseñarles lo básico: a saludar, las vocales, las primeras palabras.

Al estilo "Yo, Jane; tú, Tarzán", los pequeños van aprendiendo a identificarse. Luego, juegan a relacionar las letras del alfabeto con imágenes para adquirir vocabulario básico. Y después, a escribir. Todos tienen entre 8 y 11 años. Los de menor edad, de acuerdo con la normativa, van directamente a los cursos que les corresponden.

La escuela pública Doctor Federico Rubio es, de los 19 centros del distrito, el que registra un mayor porcentaje de inmigrantes matriculados, más del 90%. Eso quiere decir que en una clase normal, de 20 niños puede haber sólo dos españoles.

En Tetuán, la diferencia entre colegios públicos y concertados es notable. Mientras que en los primeros el porcentaje de extranjeros es del 66%, y llega en algunos casos al 90%, en los concertados representan sólo el 15,77%, y a veces apenas el 5%.

"Los padres no quieren matricular a sus hijos en colegios como éste porque dicen que el nivel educativo es muy bajo. Pero nadie se pregunta por qué -reflexiona el director, Juan Rodríguez Bernal-. El desfasase entre la pública y la concertada es brutal. Si hubiera un poco más de equilibrio en la cantidad de inmigrantes en una y en la otra, el nivel no sería tan bajo. El contacto entre los niños es el único capaz de ayudar a los que llegan con desventajas".

Yemare tiene 9 años y es ecuatoriana, como muchos de los 350 alumnos de la escuela. "A mí me gusta tener compañeros de otros países. Es divertido, porque hablan distinto, y cuentan cosas raras. Yo cuando sea grande quiero conocer Brasil". Los latinoamericanos, mayoría absoluta, son los que menos complicaciones presentan. "Se adaptan muy bien. Incluso tenemos menos problemas de disciplina que en establecimientos con menos inmigrantes", explica el director. El caso más particular es el de los chinos. Saben leer, pero no entienden. De pequeños estudian el alfabeto español en su país, pero no tienen vocabulario. "Hace pocos días, uno de mis alumnos se acercó señalando en el libro: 'tomate'. Me costó mucho explicarle que en realidad lo que ponía en la página era 'toma té' -comenta Garcés-. Pero sin duda son los árabes los que experimentan más dificultades. Escribir de izquierda a derecha les resulta muy incómodo, y tienen problemas para hablar; vocales como la e, la i y la u directamente no existen para ellos", explica la profesora con una sonrisa.

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Los niños van a clase de 9.00 a 16.00, incluido el almuerzo. Sin embargo, como algunos padres trabajan muchas más horas, una maestra llega a las 7.00 para recibir a los primeros, y la asociación de padres organiza actividades después del horario de salida.

Además de ser una de las escuelas con mayor presencia de inmigrantes de todo Madrid, la Doctor Federico Rubio es una de las que mejor funcionan en cuanto a integración. Para comprobarlo basta con echar un vistazo al diploma que cuelga en el despacho del director: primer premio en "Experiencia en educación intercultural", otorgado por la Comunidad en 2002.

El motivo del galardón es la Semana de las Culturas, el evento más importante del año en el colegio. En ella se exhibe el trabajo de alumnos y profesores, pero también de los padres, que aportan bibliografía, fotos y recetas típicas. La idea es compartir la esencia de cada uno de los países de los que vienen los pequeños. Y es un verdadero éxito. Durante su última edición, colgaron en la entrada de la escuela un enorme mapamundi en el que están pintadas todas las naciones de procedencia de los alumnos. Su explosión de nombres y colores resulta la mejor radiografía del Madrid de hoy.

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