_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Que la globalización funcione para todos

Cuando los líderes del mundo evalúen los avances logrados en la aplicación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, un conjunto de ambiciosos objetivos para ayudar a los países más pobres del mundo a escapar de la pobreza, el hambre, la enfermedad y el analfabetismo, una propuesta del canciller británico Gordon Brown podría proporcionar el cambio necesario para alcanzar estos objetivos.

La globalización ofrece a todas las personas la oportunidad de escapar de la pobreza extrema, pero no está funcionando en muchas partes del mundo en desarrollo. Mientras que China e India crecen rápidamente, la mayor parte de África se está quedando estancada, y partes de Iberoamérica y Asia Central están experimentando un aumento de los niveles de pobreza en vez de un descenso. Las historias de éxito económico0 de hoy son lugares como Shanghai, es decir, ciudades portuarias con fácil acceso a los mercados mundiales. La mayor falta de desarrollo tiende a darse en las áreas rurales lejanas a la costa, como se aprecia en los casos de Bolivia, Afganistán, Etiopía o Burkina Faso. Otros problemas son la sequía y enfermedades mortales como la malaria o el dengue.

Brown tiene razón: pongamos a África y a otras regiones empobrecidas en la senda del crecimiento, concentrando la ayuda antes de 2015

Estos problemas tienen solución, pero no se están solucionando en muchas partes del mundo. En lugar de oír más conferencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el recorte de presupuestos, los países pobres necesitan presupuestos más amplios para financiar las inversiones requeridas -carreteras, suministro de energía, puertos, escuelas y clínicas de salud- y dejar que arranque el crecimiento económico. Hace 35 años, los países ricos prometieron dar el 0,7% de su producto interior bruto a los países pobres a modo de ayuda al desarrollo. Sin embargo, están dando un 0,25%, una disminución de 120.000 millones de dólares al año.

Si Estados Unidos cumpliera su promesa de dar el 0,7 del PIB en donaciones, proporcionaría 75.000 millones de dólares anuales en ayuda. En realidad, aporta unos 15.000 millones. El Gobierno de Bush dio 250.000 dólares anuales en deducciones fiscales a los estadounidenses más ricos, aumentó el gasto militar en 150.000 millones de dólares al año y después se dirigió a los más pobres del mundo y les dijo que no hay presupuesto disponible para cumplir la promesa del país.

Nada de esto tiene sentido. El subdesarrollo en los Andes, Asia Central y África contribuye a la inestabilidad mundial, las insurrecciones locales y la violencia, el tráfico de drogas y las bases para el terrorismo. La fuerza militar por sí sola no funcionará, porque la raíz del problema es la vulnerabilidad de los pobres y de los hambrientos ante los profetas del odio. Si los donantes siguen dando sólo un poco de ayuda, pero no lo suficiente para solucionar los problemas de los países más pobres, éstos nunca escaparán de la pobreza. Pero si financian un nivel mucho más elevado de inversión en los próximos años, los países ricos darían a los pobres la oportunidad de impulsar su crecimiento económico, lo cual auguraría el fin de las ayudas.

Eso es lo que hace la propuesta del canciller Brown, denominada Servicio de Financiación Internacional (IFF, siglas de International Finance Facility). El IFF pretende garantizar que los países donantes doblen sus niveles de ayuda a lo largo de la siguiente década, para que los países pobres bien gobernados hagan las inversiones que necesitan. Brown tiene razón: pongamos a África y a otras regiones empobrecidas en la senda del crecimiento económico, concentrando la ayuda en el periodo anterior a 2015.

El presidente francés Jacques Chirac se ha unido al primer ministro británico Tony Blair y al canciller Gordon Brown en un audaz llamamiento a los países ricos para que cumplan las promesas hechas a los pobres. Los países más ricos -Estados Unidos, Alemania y Japón- deben unirse a esta iniciativa vital. Construir un mundo más pacífico y próspero redundará en el bien de todos.

Jeffrey D. Sachs es catedrático de Economía y director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia. Traducción de News Clips.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_