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Reportaje:BARCELONA | ESPAÑA, UN ESTADO DE ÁNIMO

El lugar donde ya no está Manolo V

Juan Cruz

Manolo V en el Raval. Hace un año exactamente, Manuel Vázquez Montalbán se había cortado el pelo casi al cero. Se sentó ante nosotros en el bar Sandor, en la antigua plaza de Calvo Sotelo, ahora Francesc Macià... De vez en cuando sometía su cuerpo a curas imposibles de adelgazamiento, y ese verano no lo había hecho, pero aparecía saludable, a pesar de su semblante de niño enfurruñado. Estaba esos días en los trámites que le iban a llevar en el otoño a uno de los viajes más largos de su vida, a Asia. Se puso a hablar de Barcelona como si trajera noticias de un pariente. Cuando acabó su monólogo veloz y lúcido -él era uno de los grandes periodistas del siglo XX-, salió a la calle para que le hicieran unas fotos en esa misma plaza del Ensanche. Acaso ésas fueron las últimas fotos que se le hicieron en vida, en su ciudad, preparando un viaje. Murió en Bangkok el 18 de octubre de 2003, a los 64 años. Rebuscando en sus numerosos poemas, alguien encontró unos versos premonitorios que su viuda, Anna Sellés, leyó en su funeral: contaba la muerte de un hombre que habría de morir precisamente en Bangkok, misterios adivinatorios de la poesía. Cuando este periódico dio la noticia de su fallecimiento, publicó quizá sin saberlo la foto que mejor representa a Manolo: él está en una esquina del Raval, con su chaqueta oscura, sonriendo, él que sonreía tan poco. Y sonreía porque en ese mismo lugar, 60 años antes, sus padres le hicieron una fotografía en la que él aparece vestido de blanco. Juan José Millás publicó aquí este agosto esa fotografía en su serie de comentarios sobre las instantáneas del pasado. El mismo día del funeral por Manolo V (se firmaba también así en Triunfo: Manolo V El Empecinado) apareció un libro sobre su literatura, y en la portada está otra vez aquella foto de Manuel de niño en una esquina del Raval; señalando esa vieja foto, su hijo Daniel dijo: "Mi padre: ya era gordito; los abuelos le daban pan para que estuviera robusto". Cerca de ese escenario de la fotografía tan reiterada está su restaurante favorito en Barcelona: Casa Leopoldo. Rosa tiene en su pared más noble un retrato en el que aquel Manolo rapado de los veranos sonríe en la esquina de su casa...

Juan Marsé: "La ciudad que me interesa es la que vive y sufre los aciertos y los desaciertos de los políticos, que se inventa a sí misma y divierte con lo que puede"
Bohigas: "Los socialistas deben entender el valor de Barcelona como segunda capital y que los museos, a diferencia de los de Madrid, viven en la miseria"
Anna Sellés leyó en el funeral un poema de su marido que contaba la muerte de un hombre que habría de morir precisamente en Bangkok, como Manuel V
Villoro: "Si caminas por las Ramblas hasta el mar, te encuentras con gentes de todas las razas; puedes andar por una sola calle recorriendo el mundo"
Ferran Mascarell: "Se pensó hacer el Fórum encima de una depuradora; es una solución impresionante, ecología urbana extrema para un lugar como éste"

Y hace tres semanas, El País Semanal publicó una instantánea en la que Vázquez Montalbán dialoga en Madrid con su antiguo compañero de Triunfo Enrique Miret... Del bolsillo grande de su chaqueta sobresalen los colores de un billete de avión... Siempre viajando, siempre regresando a aquella esquina... Antes de aquel último viaje a Asia, Vázquez Montalbán hablaba de su ciudad a la velocidad del rayo. Recorrió sus tópicos: si Madrid era De Madrid al cielo, Barcelona fue desde el siglo XIX la ciudad viuda, "viuda de poder, carece de varón, depende de sus hijos", la ciudad por la que pasaron Lenin y Engels, "la ciudad que construía las mejores barricadas", "la ciudad olímpica, la ciudad del optimismo histórico...". A él le gustaba (como a su amigo Juan Marsé, con el que hablamos también para aquel reportaje que ahora evocamos) que Barcelona fuera una ciudad para caminar a pie... "Ahora", decía MVM hablando de la obsesión que anima a Barcelona, es decir, Madrid, "se siente de nuevo la ciudad viuda, mira a Madrid como una entidad del mal, agravada esta historia con las nueve copas de Europa que ha ganado el Madrid...". Combinaba, para hablar de Barcelona, las palabras mirada, optimismo, escenario, putas, Gaudí, barrio chino, boom, ingles..., "la ciudad que pierde las ingles, una ciudad que pierde su carácter dual, putas y solemnidad, después de las Olimpiadas". Ahí es donde Vázquez Montalbán recordó la (para él) mejor definición de Barcelona, que no es suya, sino de Josep Maria Carandell: "La más norteña de las ciudades del Sur, la más sureña de las ciudades del Norte...". Melancolía: sus amigos Joan de Sagarra y Juan Marsé restauraron la placa dedicada al Noi del Sucre, pero "de esa ciudad de las barricadas no hay memoria...". Se murió sin que Maragall (que aún no era presidente de la Generalitat cuando hablamos en el Sandor) le hiciera caso en esta doble proposición: "Que Barcelona sea capital de la Alemania del Sur y que se construya aquí un parque temático: putas, incendios, barricadas..., todo ello financiado por la Walt Disney Corporation... Esta ciudad se ha hecho un escenario de Palladio, donde se pueden representar Los siete contra Tebas o La muerte de un viajante...". Al fin nos dijo: "Te enviaré mi libro Barcelonas, ahí está todo".

Barcelonas.

La última vez que lo vimos fue posando al borde de las tres de la tarde, bajo el sol que convertía su sombra en un punto oscuro de la plaza donde está el Sandor. Él se fue a Bangkok y ya volvió sólo como una melancolía para su ciudad. Ahora está aquí, sobre la mesa, ese inmenso libro, Barcelonas, editado por Empúries como una obra de lujo de la que MVM estaba muy orgulloso... Ahí lo explica: "Como toda obra de creación, Barcelona no es Barcelona, sino Barcelonas". En el pie de una extraordinaria panorámica de Luis Ochandorena escribió: "Aquí está, grabado sobre la piel de la ciudad, el pasado y el futuro. La lucha de la piedra contra la naturaleza para imponerse victoriosa sobre los restos de las colinas salvajes. Estas manchas de verde tal vez sean respetadas en el futuro, sobre todo desde que se ha descubierto su condición de pulmones amenazados por una especulación sin cerebro ni corazón...". Dos poetas de su tiempo (entre muchos) le servían para llegar a la definición lírica del lugar en el que nació: "...Albergue de extranjeros, / capital de los mares, / patria de los valientes, / tú, Laye, mi ciudad" (José Agustín Goytisolo); "...Cerca ya del castillo, / de sus fosos quemados por los fusilamientos..." (Barcelona ya no es bona, Jaime Gil de Biedma)... Pero donde el poeta de Barcelonas es más premonitorio (otra vez) es en esta especulación sobre lo que años más tarde habría de ser escenario del Fórum. Bajo otra panorámica de Luis Ochandorena en la que se ve la silueta de los pescadores de Sant Adrià, escribe MVM: "Aquí Barcelona revela uno de sus skylines más sorprendentes y pone en la pista de las infinitas maneras de ser contemplada. Basta seguir la ruta de su orilla en busca de Sant Adrià, volverse y quedar sorprendido ante la otra cara de la luna...". Con homenaje privado a uno de los títulos de Marsé (Esta cara de la luna), esa adivinación pone el dedo sobre la última ambición de Barcelona: convertir ese barrio, donde hasta anteayer estaban las basuras, en un puñetazo de modernidad, el Fórum...

La otra cara de la luna.

Ferran Mascarell, teniente de alcalde de Barcelona, pasea con nosotros por el Fórum. Le hablamos de Barcelonas y de MVM, y él hace varios anuncios: una de esas calles en las que Manolo posó de niño llevará su nombre, y el Año del Libro y la Lectura (que impulsa el Ayuntamiento y que dirige el periodista Sergi Vila-Sanjuán) le dedicará un simposio a su obra como autor de la serie que protagoniza Carvalho... Hace un año, Mascarell nos recibió en su despacho, se levantó e hizo un círculo sobre un mapa. Ahora ese círculo es el Fórum propiamente dicho. "Nadie diría que estamos en La Mina...; aquí no entraba nadie hace diez años; éste era un barrio marginal", maldito para la ciudad. Pero Barcelona está acostumbrada, dice ahora, a tirar murallas, y ésta es la penúltima... La historia la conocen: Ildefonso Cerdá diseñó en el siglo XIX el porvenir de la ciudad, y había dejado esta zona, Sant Adrià del Besós, de la mano de Dios... El Fórum ha venido a rescatarla. La polémica barcelonesa -y española- sobre el supuesto vacío de contenidos que han acompañado a esta iniciativa urbanística no ha cesado, y no cesará. Mascarell, que hace un año lo señalaba con el dedo, ahora quiere ver la luna a pesar del dedo: "El proyecto de Cerdá acababa en la plaza de Les Glóries, así que esta zona se convirtió en el trastero de la ciudad: la depuradora, el edificio de reciclaje de residuos..., el barrio más complicado de Barcelona. Y hace siete años se toma la decisión de hacer el Fórum en este lugar no pensado de Barcelona, ¡encima de una depuradora! Lo que impresiona es la solución que se le ha dado a este problema: ecología urbana extrema para un lugar como éste... Y además se le inventa un acontecimiento, el Fórum... Es falso que sea una gran operación urbanística especuladora, y es verdad que hay fallos de contenido: nos ha costado razonar el argumento. Es una buena idea, pero nos ha fallado el relato". Una joven periodista que cubre el Fórum, Mónica Peinado, mira a su alrededor y señala: "Se habla de especulación. La gente del lugar lo sabe: los pisos han subido de precio en Sant Adrià. Pero sus habitantes no los pueden comprar".

"Nadie lo diría".

En agosto de 2003 hablamos también, para pulsar el estado de ánimo de Barcelona, con la editora Beatriz de Moura, con el arquitecto Oriol Bohigas y, además de Manuel Vázquez Montalbán, con los escritores Juan Marsé, barcelonés; Mario Vargas Llosa, peruano que vivió aquí a principios de los setenta, cuando el boom; Margarita Rivière, también de Barcelona, y Juan Villoro, mexicano que ahora acaba de regresar a su país después de una estancia de tres años. En esta nueva visita hemos hablado otra vez con ellos. Éste es un resumen de lo que les escuchamos. De Moura: "El ciudadano barcelonés no siente que deba alterar su vida cotidiana debido a un cambio político... Lo que de momento llena hasta la intoxicación, en los medios de comunicación locales, el espacio cultural y de ocio de la ciudad, es el Fórum. ¿Dejará algo permanente en el espíritu de la ciudad? En el espíritu, lo ignoro, y personalmente, vaticino que nada. Ahora bien, sí ha dejado ya una huella importante en su conformación urbanística. ¿El estado de ánimo de Barcelona? En la calle, todo sigue igual. En el ámbito político se registran extraños movimientos, cuyas consecuencias, tanto a nivel autonómico como estatal, se registrarán más bien después del verano". Rivière: "Tras 23 años de Jordi Pujol, algo nuevo despunta: la pluralidad catalana podría materializarse de verdad y los catalanes dejarían de estar dormidos... El tripartito se mira desde Cataluña como expresión de la Cataluña plural y de la obligación de los partidos de consensuar su acción política... La relación con Madrid cambia de signo con Zapatero. Fue aquí donde las manifestaciones antiguerra de Irak fueron más persistentes, y aquí donde más votos obtuvo Zapatero... ¿El Fórum? Es el Fórum de las paradojas. No se esperaba mucho, pero se esperaba más: que saliera un prodigio barcelonés de la necesidad de construir una depuradora para tres millones de personas. La depuradora se ha hecho y parece que es un éxito, pero muy pocos lo saben. El vestidito hecho a la realidad de la depuradora -el Fórum de las Culturas- ha despertado la desconfianza de los ciudadanos por su forma seudomanagerial de gestión de valores colectivos, como el diálogo o la solidaridad".

"Extraños movimientos".

Bohigas, a quien se deben muchas iniciativas de la nueva Barcelona, se mostraba en 2003 muy crítico con la actitud de Madrid frente a Cataluña, una confrontación que impedía el desarrollo de la ciudad. "Parece que, con el cambio político, mejorarán las perspectivas" de programas que incluyen muchas operaciones urbanísticas: el propio Fórum, el barrio industrial 22@, el AVE y la estación de la Sagrera, la plaza de las Glorias, el aeropuerto... Esperamos que los socialistas entiendan el valor especial de Barcelona como segunda capital, que comprendan y corrijan la enorme injusticia del balance fiscal de Cataluña, que recompongan las inversiones culturales y entiendan que, por ejemplo, es un escándalo que en Madrid se haga una gran política de museos mientras los de Barcelona viven en la miseria y la inactividad". El Fórum: "Es un esfuerzo urbanístico importante que ha sido mal explicado y que ha tenido algunas deficiencias organizativas. Se han querido subrayar los aspectos lúdicos cuando los importantes son los urbanísticos y los culturales. Cuando desaparezcan todos los tinglados provisionales de los espectáculos callejeros, veremos la importancia de este nuevo centro metropolitano en el que, por primera vez, se han absorbido dignamente las tripas funcionales de la ciudad, en vez de exiliarlas a la periferia...". ¿El estado de ánimo? "Es bueno, pero hay algunas sombras: la conciencia de que España nos mira mal y nos obliga a sacrificios y a soportar ausencias, la avalancha de turismo que empieza a desfigurar las identidades, el problema de los sin techo, la falta de cohesión del área metropolitana que por culpa del Gobierno central (el franquista, luego el democrático) y del autonómico (de CiU) no alcanza la necesaria cohesión...".

Un valor especial.

Vargas Llosa estuvo aquí cuando el boom. Fue, dice, "mi mejor momento". Escribió aquí en tres años: Historia de un deicidio [sobre su vecino de entonces, Gabriel García Márquez], La tía Julia y el escribidor, La orgía perpetua y Pantaleón y las visitadoras... Él lo recuerda como un momento pletórico de Barcelona, cuyo entusiasmo giraba en torno a la figura del editor (y poeta) Carlos Barral... Los sitios de Vargas Llosa eran el Sandor (aquel bar donde vimos a MVM) y La Tortillería... "Era una ciudad que aprovechó los resquicios de libertad y adquirió una gran vitalidad cultural y política... Todos los demócratas estaban de acuerdo: eran antifranquistas, y los que se habían enfrentado en la Guerra Civil trenzaban amistades que se habían roto... Barcelona fue un gran imán que nos atrajo a todos, una fraternidad muy amplia". ¿Una nostalgia? "Los paseos por las Ramblas, por la noche, a buscar Le Monde, comer en el Amaya... ¡Y Carmen Balcells, que era un imán!". Aquélla era una Barcelona "cosmopolita y esnob", a la que llegaban muchos latinoamericanos (¡como hoy!) "del mismo modo que antes nosotros íbamos a París...". Sucede lo mismo ahora. Juan Villoro, novelista mexicano, nos decía el año pasado por qué vino. Ahora dice: "Barcelona fue donde mi padre nació y vivió hasta los diez años, y donde mi hija ha aprendido a caminar... La asocio por todo eso a la palabra infancia; aquí vine a los doce años a visitar a Copito de Nieve... Tiene mucho de ciudad abierta para los niños: por la playa, por los espacios de juego... Gaudí y Miró diseñan como para niños... ¿Qué me llevo? La evidencia de una ciudad que respeta e incorpora el tiempo..., por eso desentona este sentido de ciudad feria que le quiere dar Joan Clos; Barcelona creció armónicamente y sin prepotencia alguna, ha mantenido intacto su sentido del civismo, ¡pero es que yo vengo de México, donde nos damos codazos para entrar en los sitios!". Y como si fuera a ocupar el lugar del que se va, viene el también novelista mexicano (descendiente de barcelonesa) Jordi Soler. Su hija acaba de nacer y se llama Laia, como la vieja ciudad. "Me gusta Barcelona porque es la ciudad donde puedo llamarme Jordi sin que nadie me pregunte si eso es nombre o apodo y porque aquí puedo hablar mi lengua materna... Porque en el tránsito entre el invierno y el verano, la ciudad huele a cosa viva, a parto vegetal, a flora con todos sus sexos... Porque mis platillos favoritos, y los de Matías, mi hijo, son la butifarra amb mongetes y el bacallá a la llauna. Porque si caminas las Ramblas hasta el mar, te encuentras con gente de todas las razas y de todas las lenguas, y esto, sumado a la arquitectura, al diseño urbano y a la civilidad de los barceloneses, se convierte en una experiencia vertiginosa: la de andar por una sola calle recorriendo el mundo".

Pasar por Barcelona.

Juan Marsé es un monumento de Barcelona. La ha escrito. Hablamos con él en agosto de 2003 sobre su tema, mientras su nieto Guille dormitaba bajo el sol de Calafell. Un año más tarde, dice el autor de Ronda de Guinardó, "esa película que aún no se ha hecho", según su amigo Rafael Azcona: "¿Que si he visto cambios con el tripartito? De momento hay cosas positivas: legalizar la adopción por parte de homosexuales, por ejemplo; choca con la Iglesia, pero eso es bueno. Y espero cambios en la educación y en la televisión, y también en la verbosidad de los políticos. ¿La ciudad? ¿De qué ciudad quieres que hable? El diseño no me interesa, y la ciudad de los grandes congresos me da igual, ¡y la de los cambios episcopales, aún menos! La ciudad que me interesa es la que vive y sufre los aciertos y los desaciertos de los políticos, que se inventa a sí misma y divierte con lo que puede. La ciudad que me interesa es la que yo camino: subiendo al parque Güell, al Carmelo y al Guinardó, y bajando al Raval y a la Barcelona gótica... ¿El Fórum? Algunos actos habrá que valgan la pena y otros serán un camelo supuestamente intelectual y festivalero... ¡Espero que la ciudad no se crea todos los piropos que le hacen!... Son tópicos destinados al halago, más propios del marketing que de la realidad que ven los ciudadanos. El que más justicia le hace: que a pesar de cuarenta años de franquismo, siempre fue una ciudad confortable".

Un monumento.

Así la llamó Marsé el año pasado, la ciudad confortable. En su libro Barcelonas, Manuel Vázquez Montalbán tiene un capítulo, El hombre libre en la ciudad libre, que también le hace justicia. Él la hizo más libre.

Manuel Vázquez Montalbán, en la terraza del Sandor.
Manuel Vázquez Montalbán, en la terraza del Sandor.SUSANNA SÁEZ

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