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Análisis:Atenas 2004 | NATACIÓN
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Volar sobre el agua

Treinta y dos años después, un nadador trata de emular los resultados de Mark Spitz. El tiempo ha pasado. Pero la observación detallada de la técnica del estilo mariposa de Michael Phelps no ha evolucionado tanto como la mejora en los 200 metros: 6,77 segundos menos. Las fases propulsivas y la ondulación de los cuerpos de Spitz y Phelps son muy parecidas a pesar de las diferencias de talla: 1,80 y 1,93 metros respectivamente. A igual técnica, la mayor estatura y envergadura siempre van a suponer más velocidad. Las ventajas son cuantitativamente muy importantes; un cuerpo más largo ofrecer menos resistencia relativa y unas palancas más largas producen más impulso. Todo ello ayuda a Phelps en relación a Spitz. Sus sorprendentes datos fisiológicos, como las reducidas concentraciones de lactato en esfuerzos anaeróbicos, le facilitan las cosas.

Algunos detalles ayudan a diferenciar a Phelps de los demás. En la salida se desplaza 13,5 metros por debajo del agua. Tras los virajes vuelve a hacer lo mismo durante l8 metros. Esta técnica le ayuda a ir sacando décimas de segundo. La respiración frontal es realizada justo al nivel del agua, con el recobro aéreo de los brazos paralelo a la superficie y a la altura de los hombros. Estos aspectos, unidos a la posición horizontal del cuerpo y la correcta coordinación de los dos batidos realizados por las piernas con la propulsión de los brazos, hacen que, de momento, sea el único capaz de bajar 1,54 segundos en 200 mariposa.

A pesar de todo, su medalla de oro nos ha sabido a poco al no estar acompañada de un récord mundial. La historia se repite: Iam Thorpe pagó cara su osadía de tratar de batir records en las semifinales de Sidney y cuando llegó a la final de los 200 libres fue batido por Van den Hoogenband. Ayer no le ocurrió esto a Phelps en la final, pero sus pases por debajo del record en los 50 y los 100 no se mantuvieron en los 150, donde su ritmo se quebró de forma sorprendente. Éste es el momento en el que se nota la acumulación de pruebas. La situación empeoró tras el viraje y algunos rivales se pusieron a su altura faltando 40 metros. Esta situación le espoleó y, más por rabia que por capacidad, consiguió cambiar de ritmo.

Raúl Arellano es profesor titular de la Universidad de Granada.

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