En el nombre de la madre
Amaya luce en la camiseta el apellido Madariaga en homenaje a su progenitora
Amaya Valdemoro era ayer una mujer feliz, pero sólo a medias. Contra China, anotó 22 puntos en 10 minutos, sumó 30 al final y se acercó a su récord con la selección, 37. Tenía motivos de celebración. Y, sin embargo, su rostro reflejaba cierta tristeza. No lo dijo, pero en su ánimo pesaba una ausencia. Le faltaba su madre, Amaya también de nombre, y a la que, en su debut en los Juegos, rindió un emotivo homenaje. Nueve años después de su muerte, el apellido Madariaga lució sobre su camiseta. Su emoción estaba a flor de piel. La de su padre, Álvaro, y su hermana, Virginia, también. Desconocían la iniciativa y rompieron a llorar.
El gesto evidencia la sensibilidad de esta mujer que, en las cachas, se transforma y se reviste de hierro. Son dos de sus grandes cualidades, el corazón y la tenacidad. Con ellos y su incuestionable talento, Valdemoro, que mañana cumple 28 años, ha firmado una página de oro en el baloncesto español. Con Houston, su nombre se escribe con letras doradas entre las campeonas de la WNBA, la mejor liga del mundo femenina.
Fue en la ciudad estadounidense, tras aparcar sus estudios de educación física, donde vivió algunas de sus mejores experiencias y anécdotas. Como la vez que, recién llegada al equipo, se topó con el Gordo Barkley. De la impresión, no supo cómo reaccionar, mientras él no dejaba de hablarle. O el día en el que, con el anillo de campeona de la WNBA, el presidente de Estados Unidos, George Bush, la felicitó en español. "Fue una experiencia fantástica, pero cuando estaba allí echaba mucho de menos el jamón de jabugo", cuenta divertida. Amante de la comida, no hay nada que la pueda hacer más feliz a la mesa que un buen plato de lentejas, aunque ella no se mezcle demasiado entre sartenes y cazos. "Hombre, hago lo que puedo", concede. Más que los fogones, a Valdemoro le gusta la lectura -los libros que más la han marcado son El cuaderno de Noavi y Martes con mi profesor-, una buena película o una sesión de la música que siempre la acompaña. En sus gustos musicales se revela una personalidad ecléctica: desde el hip hop de Jay Z, pasando por el pop suave de El canto del Loco hasta Julio Iglesias.
Nada supersticiosa, el 13 es su número favorito aunque en la selección luzca el 9, Valdemoro se reconoce, en cambio, una mujer "con muchas manías". Son tantas que prefiere ni empezar a relatar. Y mejor no insistir, porque, según dice, es una persona "impaciente y cabezota". "Diría que son mis mayores defectos", admite.
Adora viajar a Nueva York y entre sus futuros destinos ha fijado la Patagonia. Ciertamente mitómana, en su pedestal particular figuran Michael Jordan, Drazen Petrovic o Marta Domínguez, en recuerdo de los años que ella misma se dedicó al atletismo. En una disciplina poco popular en España como el lanzamiento de martillo, llegó a ser campeona de la Comunidad de Madrid.
Son sólo algunos de los secretos de esta mujer que calificó el día de la clasificación de España para los Juegos de Atenas como el más feliz de su vida. Si se prodiga como ayer, en unos días, cuando concluyan, quizás tenga que rectificar.
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