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Reportaje:ANDALUCES OLÍMPICOS | Verano 2004

El empuje de la voluntad

El jugador de balonmano Carlos Ortega ha superado una lesión grave para ir a los Juegos

Antonio Carlos Ortega Pérez (Málaga, 1971) tiene motivos para estar contento consigo mismo. El jugador de balonmano fue seleccionado en julio para formar parte del equipo nacional en los próximos Juegos Olímpicos. Su inclusión tiene más mérito que la de sus 14 compañeros. El 3 de mayo salía del quirófano tras haberse operado de una tendinitis crónica rotuliana en su rodilla derecha.

El deportista decidió arriesgarse para poder competir en Atenas. En sólo dos meses, su esfuerzo y voluntad le han valido el pase para la competición. "La lesión la había estado arrastrando más de dos años. Con ella podía jugar y no quería parar porque tenía partidos importantes. Creía que podía seguir, incluso con dolor", señala.

Su elección no ha sido sólo la recompensa a una rehabilitación rápida. El extremo derecho del FC Barcelona tiene una carta de presentación envidiable: ha sido 110 veces internacional y consiguió la medalla de bronce en Sydney. Con su club ha ganado cinco Copas de Europa, una Recopa, seis Ligas, cuatro Copas del Rey y una Copa EHF, entre otros trofeos.

La llegada al mundo del balonmano surgió como una actividad extraescolar. "Cuando estudiaba tercero de E.G.B. fueron pasando por el colegio porque iban a hacer una liguilla y allá que me apunté por curiosidad". Ortega estudió en Maristas, cuyo patio llevó a dos equipos malagueños -uno de baloncesto y otro de balonmano- a las más altas competiciones nacionales.

A los ocho años comenzó a entrenar y pasó por todas las categorías. Con 18 años, fue uno de los cuatro juveniles que entró en el primer equipo y consiguió el ascenso a la división de honor. En Maristas jugó cuatro años hasta la temporada 93-94. "Siempre había tenido ofertas de clubes potentes pero la verdad es que teníamos un equipo muy majo y, aunque alguna vez se me pasó por la cabeza irme, nunca llegué a dar el paso definitivo". Dejó su tierra de forma obligada cuando el equipo se deshizo. "Nuestro patrocinador presentó suspensión de pagos. Ese año cobramos sólo las dos primeras mensualidades", señala. Desde entonces, lleva diez temporadas jugando en el equipo de la ciudad condal.

Este año, el equipo nacional es una mezcla de nuevas promesas y jugadores experimentados. Ortega está entre estos últimos con sus 33 años recién cumplidos. Le queda todavía un año de contrato con su club, pero confiesa que Atenas puede ser "la última cita grande de los veteranos". Una razón más para motivarse ante un grupo complicado, con países como Eslovenia, Islandia y Croacia, la actual campeona del mundo y la bestia negra de España en las últimas competiciones. Su meta es igualar la medalla de Sydney. "El equipo tiene que estar en semifinales".

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Cuando acabe con su carrera como jugador tiene muy claro que va a seguir ligado al balonmano "aunque sea por hobby". Parece tener futuro como entrenador. Este año se ha encargado de la preparación del equipo infantil -12 y 13 años- del Barcelona y ha conseguido ser campeón de España.

Antes de salir al parqué en Atenas se atará su zapatilla con un nudo doble, una de "las pequeñas cosas repetitivas" que hace. "Siempre pienso que se me van a soltar", afirma.

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