_
_
_
_
_
Reportaje:SECUELAS DE UN SINIESTRO

"Lo ocurrido ha sido una tragedia en tiempo y dinero"

Los vecinos están recibiendo entre 1.500 y 2.100 euros al mes de Unión Fenosa para el alquiler de su vivienda provisional

Las 25 familias que desde el pasado 15 de julio deambulan entre habitaciones de hotel y apartamentos en alquiler a causa de los destrozos causados en sus viviendas por el incendio de la subestación eléctrica de Unión Fenosa en la calle de Almadén, 24, tendrán que esperar "hasta las próximas navidades" para regresar a sus casas. Así lo confirmó ayer un responsable de la empresa eléctrica, que asegura que se ha hecho cargo "desde el principio" de todos los gastos de "realojo" de los afectados.

Son más de 50 personas, desde niños hasta una mujer de 75 años que se niega a abandonar la sexta planta del hotel NH Capital, en el paseo del Prado, donde reside desde que ocurrió la catástrofe. La señora dice tener una "habitación muy hermosa", con una cama en la que cabe "atravesada", y un enorme ventanal con vistas al paseo del Prado. Pidió que la cambiaran de habitación cuando el resto de sus vecinos y compañeros de desgracia fueron abandonando el hotel. No ha vuelto a su casa de la calle de Almadén, 26, desde el día del incendio. "Salir de allí fue horrible. Sentí que nunca más podría volver", dice. "Además, no quiero ir porque sé que me van a dar ganas de llorar", se lamenta.

"El hotel se convirtió en una especie de campo de realojados", cuenta otra afectada
"Un muro de contención fue lo que frenó la explosión", dice Antonio Ribagorda

Las paredes de su casa pegaban con las de la subestación incendiada. Cuando vuelva, tendrá ventanales, y el edificio de la subestación irá camino de convertirse en un parque. Pero a esta mujer no será la única persona a la que le costará reconocer su hogar cuando vuelva... por Navidad.

Antonio Ribagorda y Magdalena Villegas compraron hace 12 años su casa de la calle de Cenicero número 6. Hace tres años, una cañería rota en el edificio contiguo al suyo -el de Unión Fenosa- "inundó" su dormitorio. El episodio se solucionó y la compañía hizo construir un "muro de contención", según cuentan, para evitar nuevos accidentes de este tipo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Desde agosto del año pasado, el matrimonio tenía "casa nueva y recién estrenada", relata Antonio. Una inspección técnica de edificios -ITE- del Ayuntamiento obligó a todos los vecinos del inmueble a "reforzar las vigas del edificio". Así que Antonio y Magdalena aprovecharon las reformas para "poner suelo nuevo y pintar" su apartamento. Sólo un año después, su casa vuelve a someterse a otras obras, forzadas esta vez por el incendio. Una primera valoración de los daños ocasionados en su domicilio, sólo en "muebles" asciende a 18.000 euros. El matrimonio ya ha pasado la factura a la eléctrica. "Unos tres millones de pesetas", explica Antonio. Y esto sin inventariar "otras pertenencias" que Unión Fenosa almacena en un guardamuebles, mientras los vecinos no tengan un lugar donde colocarlos.

Y el destrozo de su casa no fue mayor, según la pareja, gracias al "muro de contención que instaló Unión Fenosa" después del percance del agua. "Fue lo que frenó la explosión". Aun así todo se llenó de humo negro y las "grietas en las paredes llegaron a ser de cuatro dedos de ancho", cuentan. Cuando regresen a su casa, en cinco meses, no habrá rastro de grietas, pero tampoco de la pintura nueva. "Sólo ha quedado la mitad de la casa. Está entera derruida, y hará falta rehacer totalmente desde el suelo hasta el techo", se queja Antonio. Su hogar, junto con las 10 viviendas cuyos muros pegaban con los de la subestación incendiada, y que ya han sido derruidos, fue uno de los más afectados por el incendio.

Antonio y Magdalena viven desde el sábado pasado "en un estudio de alquiler" situado en la calle de Atocha, muy cerca de su vivienda. Antes pasaron 20 días en la habitación de un hotel. "Ha sido una tragedia en tiempo y dinero", explican. "Menos mal que no ha habido que lamentar daños humanos. Tras los nervios típicos por no saber qué es lo que está pasando en tu casa, vamos olvidando todo poco a poco", cuentan. Pero es Magdalena quien lo está pasando peor. "La verdad es que nos ha tocado llorar mucho", confiesa. Las tardes ahora las ocupan decidiendo cómo amueblar su nuevo apartamento. Para el alquiler y otros gastos reciben de la compañía eléctrica 1.800 euros al mes.

Sylvana Abad, de 26 años, y vecina del matrimonio Ribagorda, confiesa que no acaba de "ubicarse" en su nuevo apartamento de Tribunal, a pesar de encontrarse "bien dentro de lo malo". "Hay cosas que saqué de casa el primer día, como camisetas y cosas así, y que todavía no encuentro entre tanta caja de la mudanza", explica.

Entre las primeras casas en ser derruidas aquella aciaga tarde de julio, estaba la buhardilla de Cristina García, de 41 años, en la calle de Almadén, 26. "Fueron las cubiertas de los edificios lo primero que los bomberos tuvieron que romper para enfriar los inmuebles y permitir que penetrase el agua", explica Manuel de Benito, responsable de Unión Fenosa. Así fue cómo la buhardilla de Cristina quedó inundada de "barro hasta las rodillas", como explicó ella misma aquella tarde. También todos sus libros sufrieron las consecuencias. En realidad, lo único que ha conseguido salvar de su apartamento ha sido "una estructura de cajones de aluminio", comenta con cierto humor la mujer.

De su paso de 10 días por el hotel NH Capital guarda buenos recuerdos y otros más agridulces, pero que también cuenta sin perder la sonrisa. "Estar alojado a la fuerza en un hotel no es una cosa agradable", recuerda, "por mucho que éste sea de lujo". "Todos los gastos corrían a cargo de Unión Fenosa", explica. "Nosotros presentábamos las facturas y ellos nos las pagaban al día siguiente. Pero aquello no dejaba de ser un campamento de realojados". Desde que abandonaron el hotel, Cristina y su pareja viven de alquiler en un apartamento de la plaza de España. "Menos mal que con las vacaciones nos estamos olvidando de aquello", sigue.

El pasado domingo dejó el hotel Capital el último vecino afectado por el incendio. Sólo queda en él la mujer de 75 años que afirma que no saldrá de allí hasta que no pueda volver a su casita.

Mientras llega diciembre, Unión Fenosa compensará a los 50 vecinos perjudicados: 1.500 euros para las "unidades familiares de una persona", explica el responsable de la compañía, 1.800 euros para las de dos, y 2.100 euros cuando la unidad familiar esté compuesta de tres o más personas. Fue una propuesta de los propios afectados el recibir una cantidad fija al mes para poder elegir dónde querían vivir hasta recuperar sus hogares.

Pero el estado de los edificios, y consecuentemente el tiempo que tardarán en rehabilitarlos, "no se sabrá hasta que las obras no avancen", asegura Manuel de Benito, responsable del servicio de clientes de Unión Fenosa.

El incendio de la subestación dejó sin luz a más de 14.000 vecinos, según la eléctrica. El último afectado no recuperó el sumistro hasta 29 horas después.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_