_
_
_
_
Análisis:CENTENARIO DE PABLO NERUDA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El gran elefante sonoro leído desde España

LEER A Pablo Neruda es enfrentarse a la idea de la poesía como un monstruo capaz de engullir las distintas formas de la realidad y devolverlas convertidas en poema. También la de que la poesía puede con todo a la vez que todo se le escapa. Hay un cierto nerviosismo en la poesía de Pablo Neruda, un nerviosismo imaginativo que parece que le hace ir de un mundo sensual a otro, de un fogonazo verbal a otro, como si no fuera capaz de conformarse con el poema que está escribiendo y escuchara, mientras lo escribe, el zumbido de un poema nuevo que escribirá en cuanto tenga un momento junto al zumbido de otro poema nuevo, y así sucesivamente. Quizá porque su poesía pretende nombrar el mundo a contrarreloj, con la conciencia de querer abarcar lo que es inabarcable y porque Neruda se sabe dueño de un talento poético omnívoro, lleno de apetencias y de posibilidades.

El propio Neruda escribió que tenía la conciencia tranquila y la inteligencia intranquila. Yo creo que su poesía es también intranquila, como su inteligencia, y que la tensión que se produce entre las corrientes de su imaginación y lo que es capaz de fijar en el poema se resuelve siempre, aun en los ejemplos menos redondos, con una intranquilidad feliz.

A Neruda se le puede aplicar aquello que él escribió sobre Rubén Darío de que "fue un gran elefante sonoro que rompió todos los cristales de una época del idioma español para que entrara en su ámbito el aire del mundo". La figura de Neruda tiene mucho de gran elefante sonoro, por la opulencia de su poesía, y en sus poemas hizo entrar en el idioma el aire del mundo. Por eso no es extraño que cuando llegó a España en 1934, primero como cónsul en Barcelona y posteriormente en Madrid o incluso meses antes, cuando coincidió con Federico García Lorca en Buenos Aires, ya desde ese momento, fuera recibido con naturalidad, como uno más, entre los poetas del 27, porque sus proyectos de librar a la poesía de sus anclajes retóricos y de hacerle respirar el aire del mundo, eran coincidentes. Algunos de los poetas del grupo leyeron el manuscrito de Residencia en la tierra que José Bergamín hizo circular entre ellos antes de su publicación en Cruz y Raya, todos firmaron el escrito de adhesión y admiración al poeta que acompaña la edición de Tres cantos materiales, y muchos colaboraron en las páginas de la revista Caballo Verde para la poesía, dirigida por Neruda e impresa por Concha Méndez y Manuel Altolaguirre con la idea de rescatar a la poesía de las manos de la pureza. Pero quizá quien resume mejor la percepción que tenían los poetas del grupo de la poesía de Neruda, y probablemente de la poesía en general, fue García Lorca cuando lo presentó en la universidad en lo que dijo que no era una presentación al uso sino una llamada de atención: "Un poeta más cerca de la muerte que de la filosofía, más cerca del dolor que de la inteligencia, más cerca de la sangre que de la tinta".

Leer a Neruda es también sumergirse en una energía creativa y no hacer pie. Por eso creo que es un poeta del que difícilmente se pueden extraer lecciones del modo en que concibe y resuelve los poemas, del modo en que maneja guardando el equilibrio, como un paseo por una cuerda floja, esa especie de espontaneidad resbaladiza que es el fluido de su poesía y que es intransferible. Pero sí creo que se pueden extraer lecciones concretas de cómo un poeta tan poco teórico como él se coloca frente a algunas inercias críticas: "Creo en el realismo y en el irrealismo y estas dos leyes son fundamentales en la creación artística", afirma en una entrevista de sus últimos años. "El que suprime el realismo se aleja de la vida y llega a ser un espectro flotante y el artista que se niega al sueño y al misterio naufraga a la mitad de la calle". Es ahí donde probablemente se establecen los diálogos sustanciales de la poesía, en el roce de lo visible con lo menos visible, en el contacto de la realidad con sus figuraciones.

Luis Muñoz (Granada, 1966) es autor del libro Correspondencias (Visor). En agosto dirigirá el curso Neruda personal en los cursos de verano de la Universidad Complutense en El Escorial.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_