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Reportaje:Eurocopa 2004 | Una estrella atípica

La reina de Brückner

Nedved, que quiere "correr un maratón" y huye de la publicidad, apura quizá el último intento de ganar un título con la República Checa

Diego Torres

Termina el entrenamiento de la selección de la República Checa y todos los jugadores se tienden en la hierba a estirar sus músculos o a relajarse mirando el cielo y las montañas que rodean Sintra, con sus castillos y sus bosques. Son la selección más espectacular de la Eurocopa, un equipo que se ha permitido eliminar a Alemania con los jugadores del banquillo. Ayer, unas horas después de la victoria (2-1), se sentían satisfechos. Dieron por terminado el entrenamiento y se relajaron. Todos, menos el capitán, Pavel Nedved, que siguió corriendo con ese trote tan característico, volcando el peso sobre la punta de los pies y usando las rodillas como amortiguadores, como si estuviese moliendo trigo. Los pelos claros se le sacudían con cada zancada, mientras iba y venía a lo largo del campo, con la mirada perdida en el suelo y sin hacer caso a los aficionados que le gritaban desde la grada: "¡Pavel! ¡Pavel!".

Sus joyas son un par de correas de cuentas de plástico con los colores de la bandera de su país
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El efecto checo

El seleccionador, Karel Brückner, no dice nada. Apenas ha hablado durante la práctica, para demostrar cómo hay que perfilarse en un remate. Luego se ha quedado pensativo, paseando mientras sus jugadores se estiran en la hierba. Pensativo, la mirada de zorro, el flequillo blanco y largo, mientras su jugador estrella hace una demostración de cómo debe comportarse un profesional.

Brückner es un maniático de rostro apergaminado que desprecia todo lo que no considera parte esencial del fútbol. Lo apasiona el juego en un sentido profundo. Adora el ajedrez, la estrategia, la táctica, los movimientos de ataque y defensa, el estudio del adversario, el conflicto. El fútbol, para Brückner, se juega sobre un tablero parcelado y hay piezas que tienen un valor especial. Si en la selección checa él es el Rey, Nedved es su Reina.

Nedved no jugó contra Alemania. Se reserva para enfrentarse a Dinamarca, en Faro, el sábado. Viene de completar una temporada agridulce tras ser elegido como el mejor jugador de Europa. A su Balón de Oro ha sumado una campaña decepcionante con el Juventus. El 30 de agosto cumplirá 32 años y sabe que ésta puede ser su última Eurocopa. Su última ocasión de ganar el trofeo que perdió en la final de 1996, contra Alemania.

En 1996 Nedved no era el jugador más valorado de la República Checa. Su progresión no hacía pensar en lo que ha llegado a ser. Él tampoco se lo imaginó. De hecho, el deporte favorito en su infancia fue el hockey sobre hielo. Lo practicó en su pueblo natal, Skalma, junto a la frontera con Alemania, antes de ir reclutado al Sparta de Praga.

Además de tener un notable grado de lucidez, Nedved es un tipo escurridizo que prefiere no dar publicidad a su cara. "No soy la clase de jugador que firma contratos de patrocinio y graba anuncios", dijo al periódico alemán Sport Bild. "Prefiero dedicar mi tiempo al trabajo y a la familia, a mi hijo Pavel, a mi hija Ivana y a mi mujer".

Hijo de comunistas convencidos, Nedved heredó algunos principios de sus padres. Quizá por eso tenga ese rapto conservador, ese pudor que le hace renegar de los tatuajes, cada vez más extendidos en su gremio, de los adornos y de las zapatillas de marca. Su corte de pelo es deliberadamente antiguo: "No me importa", dice. Sus botas son de la marca Uhlsport, famoso fabricante alemán de guantes de portero. Sus joyas, ni aros, ni anillos ni brazaletes, son un par de correas de cuentas de plástico rojo, blanco y azul, los colores de la bandera checa.

Primus inter pares de la selección checa, Nedved no es un virtuoso nato pero sabe hacer bien casi todo. Sobre todo pegarle a la pelota con las dos piernas y casi desde cualquier posición. Si tiene un punto de fuga, es que su equilibrio mental depende de satisfacer su obsesión por hacer ejercicio físico. En su casa de Turín tiene un gimnasio privado para aprovechar el tiempo en que no entrena gastando energía en tonificarse. Pero lo que más le gusta es correr. "Mi sueño es correr un maratón", dice; "en los partidos corro porque correr me ayuda a concentrarme en la pelota y en el juego. En mi tiempo libre hago jogging".

Nedved tira las botas en un entrenamiento.
Nedved tira las botas en un entrenamiento.REUTERS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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