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Entrevista:SAMUEL P. HUNTINGTON | PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE HARVARD | ENTREVISTA

"Los hispanos asimilan el credo americano lenta y difícilmente"

El profesor Huntington no es un entusiasta de los viajes ni del correo electrónico, así que la única forma de hablar con él en estos momentos es por teléfono. La entrevista, de una hora de duración, se realizó por este medio.

Pregunta. En su libro ¿Quiénes somos? habla del credo americano como la seña de identidad nacional de Estados Unidos. ¿Cómo lo definiría?

Respuesta. El credo americano es un término que fue creado por el sociólogo sueco Gunnar Myrdal en los cuarenta para describir lo que él consideraba las creencias políticas básicas de los estadounidenses. Para Myrdal, estas creencias incluían, y cito textualmente, "la dignidad esencial del individuo humano, la igualdad fundamental de todos los hombres y los derechos inalienables a la libertad, la justicia y una oportunidad justa". Aquellas ideas, claro está, fueron expresadas de forma elocuente y en términos similares por Jefferson en nuestra Declaración de Independencia, y han sido reiteradas una y otra vez por los líderes de América. Me parece importante subrayar que este conjunto de creencias fue producto de la sociedad angloprotestante que se forjó en los siglos XVII y XVIII.

"Existe un problema real entre los hispanos con el tema de la educación. No ponen mucho énfasis en la enseñanza, y las cifras son aún peores si aislamos a los mexicanos americanos"
"Los hispanos representan entre el 12% y el 13% de la población de EE UU, pero en los últimos años han sido responsables del 50% del crecimiento de la población"
"Inmigrantes y observadores europeos del siglo XIX dicen que América es una tierra de trabajo y que el individuo se define por su trabajo. Creo que esto sigue siendo así"

P. Si EE UU basa su unidad en esos principios y hasta ahora han podido ser compartidos por oleadas de inmigrantes de Europa o Asia, ¿por qué cree que no pueden ser asimilados por la inmigración hispana?

R. No digo que no puedan ser compartidos. Creo que en gran medida son compartidos por los hispanos, en particular por aquellos que eligieron emigrar a EE UU y que, hasta cierto punto, sienten atracción por los valores del credo. Pero creo que, tal y como subrayo en mi libro, hay distinciones culturales fundamentales, especialmente entre los mexicanos y los estadounidenses.

P. ¿Cuáles son?

R. Voy a citar a varios mexicanos de primer rango para aclarar estas distinciones. Carlos Fuentes, el novelista más importante de México, dice que su país tiene una herencia mixta española e indígena combinada con una cultura católica, mientras que EE UU tiene una cultura protestante que dice que tiene su origen en Martín Lutero. El filósofo Armando Cítoro dice que la actitud mexicana y, añade, la actitud de los mexicanos americanos se puede expresar con frases como "qué más da", "de nada sirve trabajar duro", "el síndrome del mañana" y "nada merece demasiado la pena". Así es como él mismo resume la cultura mexicana. Jorge Castañeda hace algo muy parecido al hablar de las inmensas diferencias entre México y América.

P. ¿Podría darnos su propia definición?

R. Es que no creo que yo pueda mejorar lo que estos mexicanos han dicho acerca de su propia cultura.

P. Volvamos al tema inicial. ¿Por qué es más difícil que los hispanos compartan el credo americano que lo fue para los polacos judíos, por ejemplo?

R. Tal y como expongo en mi libro, los inmigrantes que llegaron a EE UU, en cierta medida, se veían atraídos por el credo y creían en él. Se convirtieron al punto de vista americano. Creo que esto está ocurriendo sin duda con los inmigrantes mexicano- americanos, pero creo que hay toda una serie de factores que van a hacer de esa conversión a los valores americanos un proceso mucho más difícil y lento. Los mexicanos pueden mantener, y de hecho mantienen, lazos muy estrechos con su país de origen, van y vuelven continuamente. La inmigración mexicana es muy diferente a las oleadas previas en que los inmigrantes cruzaban miles de millas de océano para llegar hasta aquí.

P. ¿Eso supone una gran diferencia?

R. Pues claro que sí. Hasta la I Guerra Mundial, los inmigrantes cruzaban el océano y les era muy difícil mantener el contacto con sus sociedades de origen. La mayoría se quedaba en EE UU. Los que por alguna razón no estaban a gusto, o venían fundamentalmente para ganar dinero y volverse a sus casas, tenían que tomar esa decisión de volver. Pero los mexicanos americanos no tienen que tomar esa decisión, pueden tener residencia y lazos personales en México y en EE UU al mismo tiempo, y doble nacionalidad, y cada vez más, doble ciudadanía. Además hay que añadir el dato de que, por primera vez en nuestra historia, tenemos una oleada masiva de inmigración ilegal.

P. Además de la cercanía, ¿cree que hay otras dificultades específicas?

R. Insisto en que la asimilación es posible, pero hay grandes dificultades, debido también a la actitud de los mexicanos y de los hispanos en general hacia la enseñanza. Un 36% de los estudiantes hispanos en la escuela secundaria no terminan sus estudios. Compárelo con un 16% entre los negros americanos y un 8% entre los blancos americanos. Así que existe un problema real entre los hispanos con el tema de la educación, y, por alguna razón, creo que forma parte de su cultura. No ponen mucho énfasis en la enseñanza, y las cifras son aún peores si aislamos a los mexicanos americanos.

P. ¿No cree usted que eso puede cambiar en el futuro?

R. Existe una gran preocupación por este fracaso escolar entre los estudiosos mexicanos e hispanos en EE UU, que hacen grandes esfuerzos por cambiar esta tendencia. Pero esto significa cambiar las actitudes existentes en la cultura de los inmigrantes hispanos y eso no es fácil. Los mexicanos tienen que estar dispuestos a trabajar fuerte y a seguir en la escuela; en este país no llegas a ninguna parte si no terminas la escuela secundaria. Y si realmente quieres salir adelante, tienes que ir a la Universidad, y el hecho es que menos del 4% de los mexicanos americanos van a la Universidad, frente al 22% de los americanos en general; así que no van a salir adelante si no aceptan la importancia de la educación.

P. Pero ¿no será responsabilidad también de las políticas educativas, becas y ayudas que proporcione el Gobierno?

R. Probablemente haya cosas que se pueden hacer para intentar animar a los estudiantes para que no dejen la escuela. Probablemente haya algún tipo de ayuda económica, que sin duda es una de las razones para abandonar los estudios: la creencia de que un chico o chica de 16 años tiene que ganar dinero para ayudar a la familia. Creo que algunas formas de ayuda económica y el fomento del empleo serían cosas útiles. Pero, de nuevo, creo que no se trata simplemente de una cuestión económica, sino de una cuestión cultural, y ahí los cambios tienen que venir desde dentro de la comunidad hispana en EE UU.

P. Pero el problema educativo es común a todos los grupos subdesarrollados y pobres. No parece que los italianos que inmigraron a EE UU hace 70 u 80 años pensaran en estudiar, sino en trabajar.

R. En primer lugar, los italianos vinieron en gran medida antes de la I Guerra Mundial. La guerra interrumpió el flujo migratorio e inmediatamente el Congreso aprobó leyes que recortaban drásticamente la inmigración, en especial desde Italia. Así que hubo muy poca inmigración italiana en los años veinte y treinta. Y el hecho de que se cortara la inmigración jugó un papel central en la asimilación relativamente exitosa de los inmigrantes italianos. Ése es otro aspecto de la inmigración mexicana: que es persistente. La comunidad hispana, en general, está creciendo, y según va creciendo, hay menos incentivos para su asimilación. Una prueba interesante de esto es que en 1990 había 166 periódicos de habla hispana en EE UU. Hoy hay más del doble, 344.

P. ¿Eso es malo?

R. No estoy diciendo que sea bueno o malo. Pero contrasta con lo que ocurrió con la prensa de idioma extranjero con las oleadas previas de inmigrantes. En Nueva York, durante la I Guerra Mundial, había periódicos en yídish y en italiano, pero fueron desapareciendo bastante rápido, porque la inmigración cesó. Ahora tenemos un flujo continuo de inmigrantes, y no sólo eso, sino también un crecimiento de la población hispana debido a una tasa de fertilidad más alta. Los hispanos representan entre el 12% y el 13% de la población de EE UU, pero en los últimos años han sido responsables del 50% del crecimiento de la población. Para el año 2040 representarán más del 25% de la población americana.

P. Hablemos más del credo americano. ¿Cree usted que es exclusivo de la cultura angloprotestante?

R. No. Obviamente, el credo se presenta como un conjunto de principios universales a los que cualquier persona en cualquier sitio se podría adherir. Pero no cabe duda de que es un componente central de la identidad nacional americana, y fue creado por la cultura angloprotestante.

P. ¿Cuáles son los elementos más significativos de esa cultura?

R. Creo que sin duda, claramente, el idioma inglés, el cristianismo y el sentimiento religioso. Los americanos son uno de los pueblos más religiosos del mundo, mucho más que gente de otras democracias industrializadas.

P. ¿Diría que los mexicanos no son muy religiosos?

R. No lo sé. Hay cifras acerca de esto en mi libro. Veamos. México está entre los países más religiosos del mundo. En una lista de 42, está en el décimo puesto, mientras que EE UU está en el quinto.

P. ¿Sería de ayuda que los mexicanos olvidaran el español y hablaran en inglés?

R. En ese caso serían más como los americanos.

P. ¿Serían como los americanos?

R. Serían más como los americanos.

P. Pero no serían realmente americanos...

R. Sí, si se olvidan de su idioma y hablan inglés y se mudan a Estados Unidos y adoptan la cultura americana y, en especial, los dos elementos de la cultura angloprotestante que subrayo en mi libro, el individualismo y la ética del trabajo, además de la creencia de que la gente tiene tanto la habilidad como la responsabilidad de conseguir reformas sociales.

P. Fukuyama dice que ahora, en Estados Unidos, quienes mantienen la ética del trabajo son los coreanos y los latinos.

R. En el libro cito a inmigrantes y a observadores europeos del siglo XIX que dicen que América es una tierra de trabajo y que el individuo se define por su trabajo. Creo que esto sigue siendo así.

P. ¿Es posible que los angloprotestantes no quieran compartir el credo americano y que por ese motivo excluyan a las demás comunidades?

R. Es cierto que en el pasado, en nuestra historia, hemos tratado de excluir a otras gentes. Nos gusta considerarnos una nación de inmigrantes, pero, de hecho, a menudo hemos sido muy hostiles con la inmigración. Hubo mucha segregación y discriminación y hostilidad con los irlandeses que llegaron aquí a mediados del siglo XIX. También hubo mucha hostilidad con los italianos y los polacos y los judíos que vinieron antes de la I Guerra Mundial. Hoy día, los hispanos no se enfrentan a nada parecido a la hostilidad con que se encontraron las oleadas previas de inmigrantes porque la sociedad americana ahora hace mucho hincapié en la tolerancia, y existe un gran énfasis en el multiculturalismo por parte de cierto sector de la sociedad. Hay un sentir, expresado por los intelectuales, de que no está bien tratar de americanizar a los inmigrantes. Es un fenómeno muy nuevo.

P. ¿Cree que la expansión de la religión evangélica entre las comunidades hispanas ayudará a que asimilen esos principios que usted llama valores norteamericanos?

R. Sí, creo que la expansión del cristianismo evangélico entre los hispanos es un fenómeno fascinante. También se está dando en Latinoamérica, en Centroamérica. El protestantismo evangélico se está extendiendo de forma muy rápida. Y se está dando una expansión similar de latinoamericanos que emigran a EE UU, y eso sería un factor importante en su asimilación. Me gustaría subrayar, sin embargo, que la mayoría de los católicos americanos han asimilado esta cultura angloprotestante. No tienes que ser un cristiano evangélico para tenerla.

P. La lista de víctimas americanas en Irak incluye a muchos hispanos. ¿Hay una contradicción en el hecho de que están muriendo por EE UU, pero al mismo tiempo se les niega la condición de auténticos americanos?

R. Creo que sufren mucha menos discriminación y hostilidad que las oleadas previas de inmigrantes. Lo que hacen al alistarse en el ejército, y luchar y morir, es precisamente lo que hicieron los inmigrantes anteriores para integrarse y establecer su derecho a ser tratados como americanos a título de igualdad. Ése ha sido un papel decisivo en la asimilación de los inmigrantes en tiempos pasados.

P. ¿Qué opinión le merece la idea de que EE UU necesita una amenaza interna o externa, una Moby Dick, para sentirse un país unido, y que cuando esta amenaza no existe, se la inventa?

R. Creo que las guerras y los enemigos externos han jugado papeles fundamentales en el desarrollo de las identidades nacionales en todos los países a lo largo de la historia. Es un fenómeno universal. Desde luego, es cierto de Estados Unidos. La guerra civil fue realmente el conflicto que nos convirtió en una nación; antes pensábamos en este país como una simple unión de Estados diferentes, y la gente sentía lealtad por el Estado de Virginia o el de Massachusetts, no por la nación americana. La guerra civil trajo consigo lo que yo llamo el siglo del nacionalismo americano, que duró hasta los años sesenta. Entonces, por varias razones, se dio mayor importancia a las identidades subnacionales, étnicas, raciales, culturales y de género, y la identidad nacional perdió su significado fundamental. El final de la guerra fría tuvo su papel en esto, porque en los cincuenta y sesenta está claro que nos definíamos a nosotros mismos como el líder del mundo libre frente a la URSS y el comunismo ateo; aquello fue algo fundamental para la definición de la identidad americana. Pero desapareció. Ahora, desde el 11 de septiembre, nos enfrentamos a un enemigo nuevo representado por el islam militante y por una red relativamente pequeña pero extensa de células de militantes islámicos, cuyo objetivo prioritario es EE UU. Eso nos ha devuelto el sentimiento de identidad nacional americana. Mientras los americanos perciban una amenaza por parte de este nuevo enemigo, su sentido de identidad será muy fuerte.

P. ¿Diría que la comunidad hispana representa una amenaza interna y que el terrorismo islámico es una amenaza externa?

R. No lo plantearía así. Creo que estamos hablando de dos fenómenos muy diferentes. Los musulmanes militantes quieren destruir EE UU. Si consiguen armas de destrucción masiva, no creo que haya ninguna duda de que las utilizarán. Esto es algo totalmente diferente al proceso pacífico de inmigración hispana a EE UU.

P. Entonces, ¿cuál es la amenaza planteada por la inmigración hispana en EE UU?

R. No considero que la inmigración hispana sea una amenaza en sentido real. Lo que yo digo es que plantea un reto a lo que han sido los elementos clave de la identidad nacional americana, porque si las tendencias actuales continúan, seremos cada vez más un país de dos idiomas y dos culturas. Cada día vemos más pruebas del aumento del uso del español en nuestra sociedad, y en muchos aspectos se está convirtiendo en un idioma igual al inglés. Éste es un cambio importante en la identidad nacional americana. ¿Es un cambio para mejor o para peor? Difícil saberlo. Desde luego, supone una gran diferencia y nos hará más parecidos a Canadá, Bélgica o Suiza, países donde hay dos o más idiomas y dos o más culturas.

P. Existe actualmente en Europa una comunidad de cinco millones de musulmanes. ¿Usted cree que suponen una amenaza para la identidad europea?

R. Está claro que los europeos sí lo piensan. No hay más que ver lo que está sucediendo en Francia, el Reino Unido o Italia. Todo este conflicto por el velo en Francia es señal de lo sensibles que son los franceses con el tema de su identidad nacional y de cómo consideran que estas escolares musulmanas con sus velos suponen una amenaza. A mí me parece bastante ridículo, pero a los franceses, evidentemente, no. La identidad nacional francesa está tan estrechamente vinculada a la idea del laicismo que entiendo por qué lo ven como una amenaza a esa tradición.

P. ¿Considera que en Europa el problema para asimilar la inmigración es la religión y que en EE UU es el idioma y la cultura?

R. Así es, así es. Se trata de la inmigración musulmana, que es una inmigración de una religión muy diferente, mientras que la mayoría de los inmigrantes que llegan a EE UU, desde luego los mexicanos, son cristianos.

P. Muchos europeos no quieren que se mencione a Dios en la Constitución. No ven la religión como un rasgo "europeo".

R. No creo que los polacos apoyen ese punto de vista. Algunos europeos no quieren que se mencione a Dios en la Constitución, ni el cristianismo tampoco. Pero los datos apuntan a que la mayoría aprobaría ese tipo de mención.

Samuel P. Huntington, profesor de la Universidad de Harvard.
Samuel P. Huntington, profesor de la Universidad de Harvard.REUTERS

"La guerra de Irak me pareció una mala idea"

SAMUEL HUNTINGTON, de 77 años, además de ser un polémico analista político y de conseguir que sus libros se conviertan en insólitos éxitos de venta, es un experto en temas militares y de seguridad y un oponente activo contra la guerra en Irak.

"Yo ya dije que me parecía una idea pésima. Si nos metíamos en una guerra con Irak, serían en realidad dos guerra. Una, la primera, se desarrollaría de forma muy rápida y derrotaría a Sadam Hussein, a su régimen y a su ejército. Pero la segunda guerra sería contra el pueblo iraquí, y esa nunca la podríamos ganar. Y en eso estamos ahora mismo".

Las torturas cometidas por los soldados estadounidenses ("abusos", como prefiere denominarlas) le merecen una condena total. Cree que reflejan "decisiones muy poco afortunadas por parte de altos mandos militares" y "una psicología abominable por parte de los soldados que llevaron a cabo los abusos".

"Deseo fervientemente que podamos retirar la mayoría de nuestras tropas en Irak en cuanto se celebren elecciones para un nuevo gobierno nacional, a principios del año que viene". Lo más importante ahora, defiende, es la resolución de Naciones Unidas, "aceptable para los grandes miembros permanentes del Consejo de Seguridad y para los iraquíes" y que consiga traspasar lo más rápidamente posible tanto las responsabilidades de gobierno como los asuntos de seguridad.

El profesor se rie ante la pregunta de si habla español o alguna otra lengua, además del inglés: "Estudié español en el colegio pero no me atrevo a decir que lo hablo. También estudie francés y algo de alemán. Al menos, puedo leer en francés. El alemán es un idioma mucho más difícil".

"No veo ninguno de esos 344 periódicos en español que se editan en Estados Unidos y de los que hemos hablado, pero creo que podría llegar a entenderlos. El problema es que ya tengo bastante trabajo con mantenerme al día de lo que dicen los periódicos de habla inglesa".

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