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Reportaje:

De Nueva York a Castilleja del Campo

Un profesor estadounidense investiga los fusilamientos de 1936 en la localidad sevillana

Mayo de 1936. Un grupo de jóvenes comunistas vuelven a su pueblo, Castilleja del Campo (Sevilla), después de asistir a un mitin en Huelva. Por el camino se cruzan con tres falangistas del mismo pueblo. Tras un altercado, matan a uno de ellos, Manuel Rodríguez. Cuatro meses más tarde llega la revancha. El 27 de agosto, en los albores de la Guerra Civil, la mayoría de los jóvenes comunistas son fusilados.

El ajuste de cuentas continúa en el mes de septiembre con nuevos fusilamientos. 17 muertes que ha investigado y que ha sacado a la luz Richard Barker, profesor de Filología de la Universidad de Wisconsin-Stevens Point (EE UU). Casado con una mujer de Castilleja del Campo, Barker se encontró con esta historia de "casualidad", en el verano de 1986 tras volver de fotografiar los alrededores de la pequeña localidad sevillana de dos centenares de habitantes. "Me acerqué a la higuera donde estaba Antonio, un viejo de 90 años, que conocen todos los del pueblo como el telefonista por ser el único que tenía teléfono en su casa. Me empezó a contar los fusilamientos, me quede asombrado y me puse a investigar".

Barker buceó en los archivos municipales del pueblo, entrevistó a los ancianos de la localidad que vivieron la guerra y reconstruyó la historia de los fusilados, de sus viudas e hijos. Un trabajo que ha ido realizando desde 1986 aprovechando los meses de verano que pasa en la localidad natal de su mujer. Barker llegó por primera vez a España en 1965 con una beca de intercambio en Madrid y después, en los años ochenta, recaló como profesor de Filología en la Universidad de Sevilla. Se casó y descubrió el lado menos romántico de la Guerra Civil española. "Los norteamericanos tenemos una visión de la guerra española romántica por escritos como los de Hemingway, aunque lo que pasó fue que cada uno luchaba en un bando que muchas veces era el que le había tocado y no el que correspondía con sus ideales. Y no podía cambiarse porque sabía que si lo hacía su familia lo pagaría. Algunos de los familiares de los fusilados en Castilleja lucharon en el bando de los asesinos".

Barker, que ahora vive en Yonkers, una localidad cercana a Nueva York, donde nació el 11 de septiembre de 1945, defiende que se recupere la memoria histórica de un pueblo que se rompió en dos después de la Guerra Civil. "Hay viudas que no pudieron llorar el 27 de agosto de 1936. Ese día, las luces se apagaron en el pueblo y en cada puerta de las casas de los fusilados había un falangista para evitar que las mujeres, familiares y los hijos lloraran. Hoy caen las lágrimas de hace 60 años, es una catarsis necesaria".

El profesor intentó entrevistar también a "gente de derechas" del pueblo aunque señala que obtuvo muy poca información. "Ellos también fueron idealistas y creyeron en algo y luego no funcionó". Lo que sí funcionó fue la lista negra que permitió que tras los fusilamientos de agosto, en septiembre cayeran otros cuatro hombres más y que muchos otros tuvieran que huir del pueblo sevillano.

El viernes por la noche Barker reunió a la gente del pueblo y junto a la concejal Noelia Rodríguez Escobar, nieta de un fusilado y organizadora del acto, y Cecilio Gordillo, miembro de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Andalucía, puso nombres propios a todos los fusilados de Castilleja del Campo.

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