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El Gobierno desecha el proyecto para soterrar el río Guadalmedina y replantea el 'Plan Málaga'

El PSOE dice que el programa no existe y que los estudios de viabilidad nunca se conocieron

El soterramiento del río Guadalmedina, a través del embovedamiento de su cauce, para crear una gran avenida con la que cerrar una cicatriz que divide el centro de la ciudad de norte a sur fue el proyecto más ambicioso de los dos mandatos de Celia Villalobos al frente de la alcaldía de Málaga y el eje de su campaña para revalidar en 2000 el acta de diputada, que luego la situó como ministra del Ejecutivo de José María Aznar. El nuevo Gobierno socialista, cuyos dirigentes en Málaga nunca creyeron en la viabilidad técnica y económica de esta obra faraónica, ha descartado acometer esta actuación. Sólo seguirán con el proyecto de reforestación de su cauce, que afecta a un millar de hectáreas y del que se han ejecutado ya algunos trabajos.

Antonio Rodríguez Leal, que tomó ayer posesión como nuevo presidente de la Confederación Hidrográfica del Sur (CHS) -la institución que avaló esta obra-, afirmó que este proyecto "nunca fue tomado en serio por el PSOE, que consideró la propuesta una estrategia electoral en plena campaña". Rodríguez Leal afirmo ayer que se estudiará su viabilidad, pero dejó entrever que la actuación está desechada.

El diputado y miembro de la Comisión Permanente del PSOE en el Congreso, Miguel Ángel Heredia, fue más contundente: "Nunca se aprobó este plan en la Cámara, ni existió el proyecto. Se anunció un estudio de viabilidad, cuyo resultado nunca hemos conocido". Heredia dijo ayer: "No es que lo descartemos, es que nunca ha existido en la práctica".

La posibilidad de cubrir el río se barajó ya a finales de los ochenta, cuando se acometió su encauzamiento. El problema era que las avenidas de agua pudieran hacer reventar la bóveda. La propuesta era desviar el caudal en la cuenca alta del río hacia el embalse de la Viñuela y construir un túnel de 11 kilómetros que permitiera verter directamente al mar parte del agua embalsada en la presa del Limonero, situada justamente encima de Málaga.

El plan se encomendó a Acusur, empresa dependiente de la CHS, e iba a costar cerca de 500 millones de euros, unos 82.000 millones de pesetas. Se licitaron algunos estudios de viabilidad, pero nunca se hizo público su contenido. De hecho, las únicas actuaciones aprobadas fueron de reforestación de la cuenca, que curiosamente se adjudicaron como si fuera una infraestructura hidráulica.

El rechazo político a esta actuación es sólo un ejemplo del espectacular giro que el Gobierno socialista pretende dar a la política de obras hidráulicas en la provincia de Málaga y que cuestiona la mayoría de los proyectos anunciados por el anterior ejecutivo en el denominado Plan Málaga

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. Tanto Rodríguez Leal como Heredia coincidieron ayer en descartar la construcción de la presa de Guaro-Cerro Blanco, sobre el río Grande. Un pantano que se asentaría en terrenos de campos de regadíos y que cuenta con una importante oposición. Se trata, además, de una presa diseñada por la CHS con escasísima capacidad, entre 25 y 35 hectómetros cúbicos.

En esta línea, también se cuestiona la viabilidad técnica del recrecimiento de la presa de la Concepción, el principal pantano del que se abastecen de agua potable los municipios del litoral occidental de la Costa del Sol. Este proyecto acumula seis años de retraso. Fue incluido en el Plan Málaga como proyecto prioritario y se estableció un calendario que preveía tener concluidos los trabajos a principios de 2004. El proyecto, sin embargo, ni tan siquiera está acabado, por lo que la Confederación va a estudiar algunas alternativas que permitan captar los caudales excedentes de los ríos Guadalmansa, Guadalmina y Guadaiza.

Los socialistas fueron muy críticos con la política hidráulica del anterior Gobierno, del Partido Popular, en la provincia de Málaga y están decididos a renunciar a la construcción de otras presas, garantizando el agua a través de la construcción de nuevas plantas desaladoras e impulsado la depuración y la reutilización de este líquido, esencialmente para el riego de los campos de golf de la costa y las labores agrícolas. De hecho, no descartan la construcción de una nueva planta desaladora en la comarca de la Axarquía.

Vista del Río Guadalmedina a su paso por la capital malagueña.
Vista del Río Guadalmedina a su paso por la capital malagueña.JULIÁN ROJAS

Una presa sin agua

En Málaga hay un embalse que se inauguró hace tres años y medio y que sigue sin suministrar agua a la capital, la presa de Casasola. En la primera etapa de Gobierno del PSOE se construyó esta obra sobre el río Campanillas, un afluente del Guadalhorce, para evitar nuevas avenidas en la capital, como la que ocurrió en noviembre de 1989.

El embalse, que costó 23 millones de euros, fue inaugurado en octubre de 2000, con cuatro años de retraso, por el entonces ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas. Sin embargo, tres años y medio después sigue sin embalsar agua porque carece de normas de explotación. El Gobierno del PP negó siempre que hubiera defectos en la presa. Una posibilidad que planteó la oposición cuando en marzo de 2002 se decidió su vaciado. Hasta esa fecha había embalsado agua.

Su puesta en marcha se ha encontrado con un problema añadido. Hay que construir una carretera para las pedanías del Barranco del Sol y el Lagar de los Rubios, en el término de Almogía. El tramo de la carretera comarcal que les unía con la capital quedó anegado por las aguas del fondo del embalse.

Casasola es una presa que no almacena y el Limonero, pantano del que se suministra esencialmente la capital, ha tenido que arrojar en las últimas semanas varias veces agua al mar al encontrarse al límite de su capacidad, debido a las lluvias del otoño.

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