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Vitoria revive la intensidad artística de París

La vida del industrial Oscar Ghez (1905-1998) recorre el siglo XX con su participación activa o pasiva en algunas de las principales circunstancias de la centuria: cosmopolitismo (nació en Túnez y vivió en Marsella, Roma, Lyon, Nueva York y Ginebra), exilio (fue perseguido por los nazis) y pasión por las vanguardias artísticas. Ésta última, sin duda la que más satisfacciones le dio, acabó por fructificar en una colección de más de 20.000 obras que se exhibe en el Petit Palais de Ginebra. Desde este pequeño museo, una representativa parte de la colección se ha acercado a Vitoria, a la sala de la Fundación Caja Vital (Postas, 13-15) donde se exhibe hasta el 6 de junio.

La selección de Ghez no defrauda. Las pinturas de Renoir, Degas, Chagall, Legrand, Maria Blanchard, Picabia o Marevna muestran las principales líneas de trabajo de un coleccionista obsesivo que acabó por vender sus empresas para poder financiar su pasión. Ghez se propuso y consiguió estudiar una época clave en el inicio del arte moderno, la que va de la Comuna de París (1871) al periodo de entreguerras. Además, quiso centrarse en el arte que se hacía en París y, dentro de éste, apostó por obras que reflejaban su evolución urbana.

El trabajo de recopilación fue exhaustivo y el resultado permite hacerse una idea fiel del ambiente que respiró la capital en aquellos 50 intensos años. La selección de 102 obras (96 pinturas y seis esculturas) de la exposición de Vitoria, comisariada por María Dolores Jiménez-Blanco, se divide en cinco apartados para facilitar su contemplación. Comienza con el París impresionista, donde conviven las intimidades de Degas o Renoir con los paisajes urbanos de Caillebotte. La segunda estación, La Butte, La Rue, está dedicada a la calle más famosa de Montmartre para ofrecer la obra de secundarios de lujo entre los que sobresalen Maximilien Luce o Steinlen, retratistas del devenir urbano y humano de París.

No podía faltar la noche parisina, en la tercera parte, titulada expresivamente La nuit, la fête. El crecimiento de la ciudad se refleja en la cuarta parada, Los boulevards. Y, para terminar, El París de las vanguardias, donde se recoge el fulgor del fauvismo y el cubismo y todas aquellas expresiones que se vivieron en los años veinte.

Una joven contempla <b><i>Nu d'Arletty</b></i> (1933), de Moïse Kisling, en la exposición de Vitoria.
Una joven contempla Nu d'Arletty (1933), de Moïse Kisling, en la exposición de Vitoria.PRADIP J. PHANSE
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