Penélope por martinetes

Un hito más en la puesta en escena, con danza y músicas flamencas de un tema clásico. En este caso Penélope, mujer de Ulises, en su pugna con el pueblo de Ítaca mientras espera el regreso del hombre que ama. Obviamente, nadie pretende contarnos La odisea de Homero, que es sólo la referencia inspiradora.

No es fácil poner en pie clásicos griegos en clave flamenca, aunque ahora se recurra a ello con relativa frecuencia. Son mundos muy dispares, que se desarrollan en ambientes lejanos, que se expresan en lenguajes sin nada en común. En un contexto semejante la música y la coreografía son capitales, porque ellas son las herramientas básicas para que el ballet funcione.

La música se debe en primer término a Carlos Piñana, con colaboraciones puntuales de Raudel Betancourt y José Torres. Es una música fresca, bien construidas en torno a unos cuantos palos flamencos claramente discernibles. Excelente música, con la que Piñana ratifica una vez más su instinto para este tipo de creaciones que indudablemente entrañan una considerable dificultad.

Tampoco ha sido fácil el trabajo de Javier Latorre. Coreógrafo de gran talento, ha optado por una narración funcional exclusivamente al servicio de la historia que cuenta, sin complicarse la vida, con recursos sofisticados u ociosos. El ballet que dirigen Carmen y Matilde Rubio, con invitados para los personajes masculinos -Ramón Martínez, Pedro Córdoba, Daniel Navarro y José María Maldonado-, se deja llevar con disciplina y buen sentido, aun no siendo especialistas en lo flamenco. Penélope por martinetes, ¿por qué no? Pero en su tramo final la obra pesa un tanto, quizás debido a la excesiva duración de los bailes en que interviene Ulises, aunque el bailarín que incorpora a ese personaje, Ramón Martínez, se desenvuelve con gran calidad.

Arcángel había captado por delante de este espectáculo, y conquistó al público murciano con su voz dulce y tan agradable. Hizo cantes clásicos con letras tradicionales muy conocidas, siendo excelentemente acompañado por el toque de Miguel Ángel Cortés. Cante clásico, repito, aunque ocasionalmente aparecieran ecos morentianos indudables. Arcángel cantó con mucho gusto y convenció.