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Estados Unidos pone en marcha su plan de "Gran Oriente Medio" con un acuerdo con Marruecos

El "Gran Oriente Medio" empieza por Marruecos en el norte de África. Washington y Rabat concluyeron, a principios de semana, un acuerdo de libre comercio con el que Estados Unidos "envía el mensaje clamoroso de que está firmemente comprometido con el apoyo a las sociedades musulmanas tolerantes, abiertas", según declaró Robert Zoellick, representante norteamericano para el comercio exterior. Marruecos se convierte así en el primer jalón norteafricano de la iniciativa estadounidense para rediseñar el mundo islámico.

Marruecos es el primer país africano y el segundo árabe con el que EE UU suscribe este tipo de acuerdo. Jordania se le adelantó en 2001. Cerrado con retraso, el tratado difícilmente podrá ser ratificado por el Congreso norteamericano en año electoral y no entrará en vigor hasta enero de 2005.

Desde un punto de vista económico, reviste escasa importancia. Sólo el 4,1% de las exportaciones marroquíes, y el 3,7% de las importaciones, van a parar a EE UU. El principal socio comercial de Marruecos es, con diferencia, la Unión Europea -con Francia y España a la cabeza-, con la que Rabat concluyó también, en 1996, un acuerdo de libre comercio.

Para Washington, el acuerdo suscrito es eminentemente político. Así lo puso de manifiesto Marc Grossman, secretario de Estado adjunto para Asuntos Políticos, quien el lunes se entrevistó, en una tienda de campaña, en Alhucemas, con el rey Mohamed VI. Fue el primer dignatario árabe al que explicó la iniciativa de "Gran Oriente Medio". El acuerdo comercial estimulará en Marruecos, según Grossman, las reformas y la apertura. "EE UU quiere hacer de nuestro vecino un modelo en el mundo árabe", señala un diplomático español.

Pese a las alabanzas que hace de las reformas emprendidas en Marruecos, el Departamento de Estados de EE UU acaba de publicar el informe anual sobre el país en el que recalca que "algunos miembros de las fuerzas de seguridad siguen cometiendo graves abusos contra los derechos humanos", un ámbito en el que apenas se han producido avances.

Para Rabat el acuerdo supone, primero, un espaldarazo a su "opción aperturista, tolerante y democrática", según Taieb Fassi-Fihri, ministro adjunto de Asuntos Exteriores que llevó el peso de la negociación con Washington. Permite, además, intentar congraciarse con EE UU, cuya opinión sobre el contencioso del Sáhara es decisiva.Agricultores, científicos y artistas marroquíes están preocupados por las consecuencias del acuerdo sobre, por ejemplo, la fabricación de genéricos o las subvenciones a la producción cinematográfica. Fassi-Fihri aseguró, el jueves, que los intereses de los "sectores sensibles" han sido preservados.

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