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Entrevista:JOSU JON IMAZ | PRESIDENTE DEL PNV | ENTREVISTA

"La mayoría absoluta del PP ha sido nefasta y espero que desaparezca"

Josu Jon Imaz, de 41 años, químico por estudios y ex portavoz y ex consejero de Industria del Gobierno vasco, dirige, desde el pasado 18 de enero, el centenario Partido Nacionalista Vasco. En el despacho de Sabin Etxea, que durante 23 años ocupó el Papa, Xabier Arzalluz, su polémico antecesor, Imaz recibió a EL PAÍS el pasado miércoles.

Pregunta. Su nombramiento ha creado una inusitada atención y se ha catalogado como una nueva etapa para el partido. ¿Por qué tanta expectativa?

Respuesta. La finalización de un liderazgo y mandato de 23 años por parte de Xabier Arzalluz, una personalidad que ha marcado la política vasca y la política española, es lógico que genere expectación. No me cabe ninguna duda de que es la razón principal.

"Aznar se va con un triste balance. Ha alejado y ha creado una auténtica fisura y sima entre la percepción de la sociedad vasca y la de la sociedad española"
"El nuevo estatuto político es prioritario para garantizar en los próximos años un nuevo marco de autogobierno y de relación con el Estado español"
"A lo que no estoy dispuesto es a que Aznar marque cuándo, cómo y quién puede hablar con ETA, y a quién se sataniza por ello"
"Estoy convencido de que la sociedad vasca va a vencer a ETA en el medio plazo. La izquierda 'abertzale' es cada vez más consciente de que ETA les debilita"
"Nuestra obligación es impulsar el debate democrático en la sociedad vasca porque es un factor que contribuye a debilitar las posiciones sociológicas de ETA"
"Si somos capaces de resolver el problema vasco podemos incluso estar aportando a Europa un modelo de cómo puede dar respuesta a situaciones similares"

P. Esa pugna que ha surgido entre las dos candidaturas, la de Egibar y la suya, hecho novedoso en el proceso electoral del EBB (máximo órgano del PNV), ¿ha dejado heridas en el seno del partido?

R. No es fácil que un partido político proceda a una sustitución de un líder después de 23 años y lo haga con un proceso democrático, con participación absoluta de las bases y de los afiliados del partido. No hay muchos ejemplos en nuestro entorno. Aquí no ha habido dedazo. Lógicamente, un proceso de este tipo genera un cierto grado de tensión en la estructura; por tanto, yo siempre hablo de rasguños más que de heridas. El proceso electoral interno del Euzkadi Buru Batzar ha terminado. Ahora toca remar a todos en la misma dirección.

P. Gente de su partido ha hecho una severa crítica al anterior presidente del PNV, afirmando que todos estos años han estado marcados por una grave ausencia de debate interno.

R. En el año 86 se produjo la escisión [que dio lugar a Eusko Alkartasuna], que fue traumática. Una experiencia que genera en cierta medida respeto y temor a lo que pueda ser el debate interno. Pero si algo han demostrado estas elecciones internas es precisamente que hemos sido capaces de recuperar el debate.

P. En ese debate, la ponencia política aprobada por la Asamblea General apuesta por la unidad nacionalista. ¿En qué consiste ese consejo de partidos que proponen?

R. Tenemos un proyecto claro que debe de ser el objetivo del partido de estos años, y que es el nuevo estatuto. Es decir, alcanzar un nuevo marco de autogobierno para la sociedad vasca partiendo del principio del derecho a decidir. Éste es el elemento clave y sustancial de la ponencia política, que, además, apuesta también por lo que pueda ser un marco de colaboración con otras fuerzas políticas. El consejo de partidos se plantea...

P. ¿El consejo sólo de partidos abertzales?

R. No, no, la ponencia habla explícitamente de un órgano de cooperación y de contraste con las demás fuerzas políticas.

P. Del tradicional pactismo del PNV, por ejemplo, el de la transición o de épocas anteriores, se ha pasado a una postura considerada como rupturista y soberanista; es decir, se vuelve el famoso péndulo.

R. El péndulo a lo largo de los últimos años ha sido, es y va a ser, estoy convencido profundamente, pactista. Aquí hay un problema de fondo, que es que en un momento determinado el PNV, conjuntamente con otras fuerzas políticas, lleva a cabo una apuesta arriesgada, sin lugar a dudas, pero para tratar de conseguir únicamente la paz en este país. Posteriormente, ETA hace fracasar aquella iniciativa. ETA rompe aquella ilusión colectiva que se genera en el año 99 en la sociedad vasca. Hoy, el Gobierno vasco está compuesto por tres formaciones políticas, PNV, EA e IU. Por tanto, el pactismo y la voluntad de acuerdo es un patrimonio del PNV que, desde luego, estamos dispuestos a mantener.

P. Sí, pero desde el Pacto de Ajuria Enea y desde el llamado espíritu de Arriaga, su partido se fue al Pacto de Lizarra, considerado como una tremenda deriva por muchos.

R. El PP y el Partido Socialista son los que dinamitan fundamentalmente el Pacto de Ajuria Enea, en marzo del 97. Antes, el PP empieza en los años noventa a utilizar la violencia terrorista y la política antiterrorista como elementos de confrontación contra el PSOE en los últimos años de Felipe González. Estas cosas no las podemos olvidar, y es el PP el que se carga los consensos en materia de lucha contra la violencia. Y respecto a Lizarra pienso que nuestra actual ponencia lleva a cabo una lectura crítica, porque entonces confundimos la paz con proyecto político. Lizarra, como tal experiencia, es irrepetible.

P. Con la salida de Aznar, y Arzalluz, ¿pueden cambiar las relaciones entre el PNV y el PP?

R. Las personas tenemos, lógicamente, nuestra impronta, nuestro carácter y nuestros talantes, pero aquí el problema de fondo es otro. ¿Está el PP dispuesto a abandonar una política continua de recorte de libertades, de conculcación del Estado de derecho, de eliminación del principio de Montesquieu de separación de poderes, de dejar de apostar por la judicialización de la política, la politización de la justicia, la satanización del rival político? ¿Por qué el PP no ha reconocido todavía los resultados electorales del 13 de mayo de 2001 [en Euskadi]? El PP ha debilitado profundamente el Estado de derecho y Aznar se va con un triste balance. Ha alejado y ha creado una auténtica fisura y sima entre la percepción de la sociedad vasca y la percepción de la sociedad española. Esa es la herencia de Aznar. Por tanto, el PP tiene necesariamente que corregir ese talante que empezó siendo de involución autonómica y ha terminado siendo de auténtica involución democrática.

P. ¿Y qué espera del 14 de marzo?

R. Espero, en primer lugar, que seamos capaces de obtener una fuerte representación en el Congreso de los Diputados. Y, lógicamente, espero, además, que esa mayoría absoluta del PP, que ha sido no solamente nefasta para la sociedad y las instituciones vascas, sino para el Estado de derecho, la democracia y las libertades en España, desaparezca como tal mayoría absoluta.

P. ¿Cómo va a funcionar ahora la tradicional bicefalia del partido? Se tiene la impresión de que esta bicefalia continúa, pero que el peso ha cambiado de lugar, que se ha trasladado de Sabin Etxea (sede del partido) a Ajuria Enea (sede del Gobierno).

R. Son análisis políticos, pero en cualquier caso no voy a entrar en esas valoraciones. Siempre he querido subrayar que la bicefalia es un valor en el acervo del PNV, un partido, además, cuyo ámbito de actuación, incluso territorialmente, va más allá de la propia Comunidad Autónoma de Euskadi. En ese sentido, la llamada propuesta de Ibarretxe, el nuevo estatuto político, es en estos momentos el proyecto y el objetivo que el PNV tiene encima de la mesa.

P. ¿Es prioritario?

R. Sin lugar a dudas. Y para garantizar para los próximos años y para la próxima generación un nuevo marco de autogobierno y de relación con el Estado español, que, fundamentalmente, responda al espíritu de pacto que ha sido tradicional en la sociedad vasca. El pacto de la sociedad vasca con el Estado, un pacto que trajo muchos aspectos positivos a este país como fue el Estatuto de Gernika. Ahora necesitamos un nuevo pacto con garantías.

P. Pero con la propuesta de Ibarretxe, si se rompe el consenso, ¿cómo se puede llegar a consultar a la gente si no se dan previamente todos los pasos necesarios?

R. Eso es lo que pretendemos hacer. Por eso, desde una posición abierta y flexible, con voluntad de diálogo y de acuerdo, queremos iniciar un debate entre las formaciones políticas en sede parlamentaria. Hoy se impide que este debate se produzca en el propio Parlamento vasco.

P. Discúlpeme, pero muchos consideran que no puede haberlo mientras no sea protagonizado en igualdad de condiciones por parte de su defensores y promotores, que pueden ser el PNV o el tripartito, y sus detractores.

R. Eso sí, en la reflexión que lleva a cabo hay una cosa en la que sí estoy de acuerdo: impulsar el debate podemos y debemos hacerlo, pero con elementos de garantía para que todo el mundo pueda defender su proyecto político en igualdad de condiciones. Y sí comparto que una decisión, un referéndum o una consulta en su caso, solamente puede ser llevado a cabo en ausencia de violencia.

P. ¿Sería partidario de aparcar el plan mientras siga la violencia, mientras no se logre esa libertad para miles de vascos amenazados?

R. Nuestra obligación es impulsar el debate democrático en la sociedad vasca, porque eso es un factor que contribuye a todas luces a debilitar las posiciones sociológicas de ETA.

P. ¿El PNV aceptaría un modelo federal, una propuesta como la de los catalanes, por ejemplo? Es decir, ¿cuál sería la implicación del País Vasco a partir de ese plan en el Estado español?

R. No me quiero quedar en la magia de las palabras: federal, confederal, cosoberanía. Podríamos discutir mucho sobre estos conceptos. Pero la clave de la propuesta de estatuto político es la figura del pacto. Pacto entre la sociedad vasca con el Estado español, que conlleva, por supuesto, una participación en un ámbito de proyecto de Estado, pero, a su vez, desde el respeto a la propia capacidad de decisión de la sociedad vasca

P. ¿No sería más claro pedir la independencia?

R. Eso es lo que dice el Partido Popular, no lo que dice la propuesta del Estatuto Político para Euskadi, que es una propuesta para que convivamos juntos la próxima generación. No es un plan de ruptura. El PP ha tratado de satanizar la propuesta del lehendakari Ibarretxe, definirla como un elemento ilegal, un elemento que busca la fractura y la independencia. Se puede discrepar, pero nunca cabe decir que es una propuesta para la ruptura o que es un plan para no convivir en el seno del Estado español.

P. Román Sudupe, ex presidente del EBB, afirmaba que el sucesor de Arzalluz debería ser un líder capaz de hablar con todos, abierto hacia el exterior, hacia Europa en particular. ¿Cómo hacerlo desde el nacionalismo vasco actual?

R. Hemos tenido siempre mucha ilusión por un proyecto de una Europa política unida; una Europa de respeto a la diversidad, de culturas, de pueblos, de lenguas, de naciones; por eso creemos en Europa. Si somos capaces de resolver el problema vasco desde una solución moderna, con una concepción que permita, desde la participación y el compartir espacios, respetar la identidad de una sociedad que quiere tener voz propia en lo que es su construcción futura, podemos incluso estar humildemente aportando a Europa un modelo de cómo puede dar respuesta a situaciones similares que, sin lugar a dudas, existen en su seno, y en donde los conceptos unívocos de soberanía como fórmulas cerradas, excluyentes, posiblemente, no sean el camino.

P. Una de las críticas que se le ha hecho a su antecesor es la pérdida de influencia del PNV en Europa, en la democracia cristiana tradicional. ¿No fue un error salirse de la internacional democristiana?

R. Me tocó vivir aquel proceso en primera persona. En los últimos quince años la democracia cristiana europea ha estado ligada al Partido Popular Europeo y en su grupo parlamentario entraron partidos como el Partido Conservador británico, el partido de Berlusconi, o el propio PP español, que no solamente no apuestan por un proyecto federal europeo, sino que Aznar acaba de romper el intento europeo de lograr una Constitución propia. Para un europeísta es terrible el daño que ha hecho Aznar a Europa... Ese ya no era el sitio del PNV.

P. Hablemos entonces de la violencia, que sigue siendo el primer problema.

R. El principal problema, sin lugar a dudas.

P. Carod-Rovira ha reabierto un debate que parecía zanjado últimamente. ¿Es lícito, conveniente, necesario el diálogo con ETA? Usted tuvo un encuentro con ellos en Bruselas en 1997, pero desde entonces han cambiado mucho las cosas. Hay gente que considera que no se puede hablar con una organización terrorista; otros dicen que es lícito para arreglar la situación.

R. Yo creo que hablar en esta vida, y cuando digo hablar estoy hablando de muchas cosas -pueden ser líneas abiertas, tomas de temperaturas-, hablar hay que hablar hasta con el diablo; eso lo tengo muy claro. Y a lo que no estoy dispuesto, además, es a que Aznar marque el cuándo, cómo y quién puede hablar con ETA, y a quién se sataniza por hacerlo. ¿Es Aznar el que nos debe de decir cuándo es lícito y cuándo no es lícito? La actitud del Partido Popular me parece intolerable. Es intolerable demonizar a los rivales políticos democráticos utilizando una vez más en interés partidista la lucha antiterrorista. A partir de aquí, también tengo una cosa muy clara, y es que con ETA no se negocia o no se debe negociar el futuro político de este país. Yo no estoy dispuesto a que el futuro político de este país lo decida un encapuchado. Sólo los partidos políticos vascos deben hacerlo.

P. ¿Está de acuerdo con el consejero de Interior del Gobierno vasco, Javier Balza, cuando decía que hay una difícil solución al margen de la acción policial y que negociar con terroristas siempre es un error político?

R. El PNV lo tiene muy claro en sus documentos. Lo dijo en el documento sobre pacificación del año 97, en el que, explícitamente, se dice que "nunca aceptaremos tutela o coacción o chantaje político sobre nuestro proyecto".

P. ETA ha intentado irrumpir en la escena política con su apoyo a la candidatura unitaria de partidos abertzales propuesta por Batasuna, y, al mismo tiempo, Arnaldo Otegi les acusa de haber "escupido" en la mano de quien aportaba una iniciativa, una de lista unitaria que podía terminar por mover a ETA, ya hacia una tregua, ya hacia el fin de la violencia.

R. Mire, lo de escupir en la mano me hace mucha gracia, si se me permite la ironía, cuando hay manos que no escupen sino que matan en este país. A partir de aquí, que no trate de confundir Otegi. Él sabe muy bien lo que tiene que hacer, que es exigir a ETA que desaparezca de esta sociedad. Eso lo sabe perfectamente Otegi, porque se lo demanda la inmensa mayoría de la sociedad vasca y se lo demanda además, cada vez con más intensidad, su propio mundo.

P. Usted también considera que, al margen del grave problema de los miles de amenazados, como afirmaba Maixabel Lasa, la "aparente calma" que estamos viviendo últimamente es ficticia.

R. Sí. En ese sentido, creo que en estos temas hay que ser siempre muy prudente. Yo quiero recordar, desgraciadamente, que en estos últimos dos, tres años, hemos tenido atentados muy sangrientos en épocas en las que había un cierto debate social sobre si había una tregua o no había una tregua. Yo creo que ETA está ahí, y no debemos bajar la guardia como sociedad.

P. Muchos comparten la sensación de estar en un momento decisivo de cara al final de la violencia de ETA.

R. Estoy convencido de que la sociedad vasca va a vencer a ETA en el medio plazo. La izquierda abertzale es cada vez más consciente de que ETA les divide, les debilita, les provoca incluso, también a ellos, sufrimiento.

P. Aparentemente, a ETA se le acaba el tiempo. ¿También a Batasuna?

R. A ETA se le acaba el tiempo en esta sociedad, afortunadamente, y estoy convencido además de que no hay prórroga. Por otro lado, si Batasuna no es capaz de hacer frente a esta situación y de exigir la desaparición de ETA, puede correr el riesgo de que a su propio proyecto político, que va ahora mismo de la mano de ETA, también se le acaba el tiempo.

P. Se acusa a su partido de haberse limitado hasta ahora a edulcorar la violencia, a no a combatirla con todos los medios que tenía, ¿existe un cambio? Usted hablaba de un "ejército de solidaridad", pero eso ¿cómo se plasma en la realidad? ¿Estamos a tiempo para recuperar la credibilidad perdida en ese aspecto, porque no se ha hecho lo suficiente?

R. Yo, desde luego, estoy muy orgulloso de pertenecer a un partido que hace más de 25 años ya empezó a encabezar las movilizaciones sociales contra ETA en este país. Yo mismo, y con 15 años, estuve en la primera manifestación contra ETA en Bilbao, en octubre del 78. Pero sí hemos cometido fallos todos; para mí y para el conjunto de partidos, el error mayor es que no hemos sido capaces de estar a la altura durante años en el tema de las víctimas. A las víctimas las empezamos a reconocer sólo a partir del año 98-99. Y es importante que mantengamos unas actitudes de solidaridad claras, y que en ningún caso tratemos de hacer partidismo con ellas.

P. ¿Cómo reconstruir los consensos éticos para evitar el desencuentro, la crispación y la confrontación ya instaladas en la vida política; y, sobre todo, para evitar que sigan trasladándose a la sociedad?

R. Hay un asqueo, desde luego muy instalado hoy en la sociedad vasca y creo que creciente también en la sociedad española, respecto de la utilización partidista de la violencia y el terrorismo que el Partido Popular ha llevado a cabo. Y lo digo sin ningún tapujo, lo digo con mucha firmeza, siendo consciente de que hay mucho sufrimiento en muchas personas, detrás, también, evidentemente, en una medida importante, de militantes y cargos públicos del Partido Popular.

P. ¿Ve algún cambio próximo en la política vasca?

R. Si el Partido Socialista de Euskadi defendiese lo que defiende el Partido Socialista en Cataluña; el concepto de que Cataluña es una nación, que Cataluña, que va a reformar su autogobierno, y que en Cataluña, finalmente, la voluntad de los ciudadanos catalanes va a articular lo que tenga que ser el encaje de Cataluña en el Estado. Si estuviésemos hablando ese lenguaje, los acuerdos serían posibles en mucha mayor medida en el País Vasco. Por tanto, pienso que el Partido Socialista de Euskadi tiene que avanzar en esa reflexión.

P. Como presidente de un partido demócrata-cristiano, cuyo lema es Jaingoikua eta lege zara (Dios y viejas leyes), ¿qué le parece el documento de la Conferencia Episcopal?

R. Bueno, para mí ha sido particularmente dura la expresión referente a la violencia de género. Yo creo que es una de las grandes lacras que tenemos en esta sociedad, y que el despacharlo con una reflexión vinculándola a la apertura sexual, además de no responder a la realidad, me parece sangrante.

P. ¿Cómo definiría el término de Euskal Hiria?

R. Al margen del concepto literario de Bernardo Atxaga, es un concepto político de lo que es una nación cívica, que más que espacios cerrados busca espacios abiertos para darse a los demás desde su pequeña dimensión, pero con voluntad de aportar. Por eso me gusta una frase de ese gran vasco universal que era Eduardo Chillida, y que decía: "que su obra es como un árbol con las raíces en su tierra vasca y con las ramas y las hojas abiertas al mundo". Eso es lo que tenemos que ser.

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