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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Criterios policiales

En estos instantes hay dos agentes de la policía de cercanía (esto es, sin gorra de plato) apostados en la esquina de las calles del Amor de Dios y de Atocha, de la capital de España. Abordan a ciertas personas, a las que, acto seguido, exigen la presentación de documentos acreditativos de la identidad.

Hace pocos días que el señor Rajoy, quien parece que ya ha sido elegido sucesor sin necesidad de andar con trámites de campaña electoral ni zarandajas, comicios, recuentos o pucherazos, anunció la ampliación del número de efectivos de los cuerpos de seguridad del Estado.

Por una casualidad de la vida, en los últimos días he tenido la oportunidad de ver un sospechoso número de escenas como la que tiene ahora lugar en Atocha esquina a Amor de Dios. Por desgracia, y aunque ostento el usufructo de un DNI en calidad de ciudadano español, desconozco mis derechos hasta el punto de no saber si es legal en España abordar a los viandantes y exigir la presentación de documento acreditativo, sin haber mediado circunstancias o sospechas fundadas que justifiquen tal medida.

En el caso de que sea práctica legal (e incluso común y aconsejable desde el punto de vista de la seguridad de la ciudadanía), me pregunto qué criterios pueden y deben regir este tipo de intervención policial, a nivel práctico y de calle.

¿A qué viandantes (supongo que así, a ojo de buen cubero, todos somos viandantes hasta que se demuestre algo diferente) debe parar y controlar la policía? ¿Se debe practicar la cala selectiva (al fin y al cabo los más de nosotros somos bastante melones) en base al color de la piel del interesado? O bien, ¿se debe entrenar a los agentes para que distingan acentos extraños y operen de manera lingüísticamente apropiada? Quizá sería necesario entonces impartir cursos de dialectología del español, para que no vuelvan a confundir a este servidor con un sudaca ilegal, por aquello del acento andaluz occidental que le adorna a uno el verbo.

No creo que entre las propuestas de quien parece haber heredado la presidencia del país antes de tiempo esté la de formar a los agentes de seguridad del Estado para tales cometidos. Por ello, tendremos que conformarnos con que la policía española se dedique, con total impunidad e infringiendo derechos civiles inalienables, a separar churras de merinas como se ha hecho de toda la vida, ayudando de paso a definir en todos los discursos (culturales, políticos, sociales, etcétera) qué cara, altura, rasgos faciales, color de piel y tipo de pelo deben tener los españoles de verdad, y aprendiendo a distinguir quién debe llevar el DNI en el bolsillo (caso de tenerlo) a toda hora y quién tendrá el privilegio de andar por la calle de Atocha sin que le pare la policía.

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Minutos más tarde, una mujer ha sido asaltada a esquina y media de la que une Amor de Dios con Atocha. La habían atracado escasos minutos antes, y estaba muy asustada, hecha un manojo de nervios. Me ofrecí (tonto de mí) a acompañarla a denunciar el hecho ante los dos agentes de proximidad que acechan a menos de 20 metros de distancia. Se negó en redondo, más asustada de la deportación que de otro atraco. Al fin y al cabo, es sólo dinero. A base de trabajo, mañana quizá podrá ganar más. Pero si la paran los dos sin gorra de ahí al lado, se acabó el trabajar y se acabó el sueño.

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