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Crónica:FÚTBOL | 22ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Alfaro hace un favor al Depor

Un penalti absurdo del sevillista da la victoria a los gallegos en un partido muy disputado

Xosé Hermida

La fogosidad de Pablo Alfaro volvió a causarle un disgusto al Sevilla. Esta vez no fue por su afición a repartir cera ni por el entusiasmo con que suele acudir a la convocatoria de cualquier pendencia. Anoche Alfaro hizo un favor al Deportivo por cierta costumbre que suele gozar de la complacencia arbitral. Tristán recibió dentro del área de espaldas a la portería, con Alfaro pegado a su cogote. Lo tenía complicado el deportivista para salir del atolladero. Pero el defensa acudió en su auxilio. Le agarró con los dos brazos, y Tristán se fue resbalando lentamente hasta caer de culo. La típica acción en que los árbitros no quieren saber nada. Pero el de anoche estaba muy cerca. Y no dudó. El propio Tristán convirtió el penalti que resolvería un choque muy disputado, con más fútbol y ocasiones de lo que habló el marcador final.

DEPORTIVO 1 - SEVILLA 0

Deportivo: Molina; Manuel Pablo, César, Andrade, Romero; Sergio (Duscher m. 56) (Scaloni m. 79), Mauro Silva; Víctor, Valerón, Luque (Fran m. 84); y Tristán.

Sevilla: Esteban; Alves, Javi Navarro, Pablo Alfaro, David; Óscar, Bezares (Carlos m. 54); Gallardo (Sergio Ramos m. 64), Baptista, Antonio López; y Hornos (Antoñito m. 46).

Gol: 1-0. M. 26. Alfaro sujeta a Tristán cuando éste recibe en el área, de espaldas a la portería. El penalti lo transforma el propio Tristán.

Árbitro: Moreno Delgado. Amonestó a Alves y Sergio.

Unos 25.000 espectadores en Riazor.

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La fiereza del Sevilla obligó al Deportivo a afanarse en el trabajo y a exhibir sus mejores recursos. Entre las bajas y los descansos concedidos por Caparrós, a la espera de una nueva batalla en la Copa, el Sevilla compareció con un alineación infrecuente, en la que debutó otro chico de la cantera, Bezares, al que en la segunda parte se le uniría el aún adolescente Sergio Ramos. La estampa de Bezares, quien ni siquiera se achicó cuando al poco de empezar el partido se le reventaba la nariz por un codazo de Víctor, ilustró con elocuencia que el carácter del Sevilla está por encima de futbolistas y de edades.

Ante un adversario tan férreo y repleto de electricidad, el Depor se vacunó contra su propensión, siempre latente, a sobrevolar los partidos desde una distancia contemplativa. Anoche tocaba batalla, y el cuadro de Irureta se avino a descender a la refriega desde el primer momento. Una dicha para el espectador, que se encontró con un choque cargado de ritmo, de intensidad y de alternativas. Y con algunos duelos individuales apasionantes, como el que enfrentó en una banda a Luque y a Alves, dos de los descubrimientos de la temporada. Ambos se lucieron en la disputa. Luque, que parece un extremo de toda la vida, puso al máximo su velocímetro y desbordó muchas veces. Pero Alves también contó varios triunfos en la contienda.

Aunque el Sevilla llevaba inscrito el peligro en todas sus acciones, el Depor estuvo por encima en la primera parte. Manejó el balón con rapidez y propiedad, en un tejer del que participaron todos, los laterales -se vio al mejor Manuel Pablo en muchísimo tiempo-, los extremos, los mediocentros y, claro está, Valerón. Sólo faltó Tristán, otra vez pesado, lento y siempre embarullado con la pelota. En el tramo final del choque, Riazor, que le había lanzado flores hace dos semanas, volvió a repartirle palos tras estropear un gol por demorarse hasta el fin de los tiempos en un remate que parecía sencillo.

Con el marcador en contra, Caparrós recurrió a Antoñito, quien dejó claro que el arte no se ha perdido para el Sevilla con la marcha de Reyes. Antoñito es un producto muy de la tierra, imprevisible, irregular y con un punto genial. Entró tras el descanso a toda mecha y un par de minutos le bastaron para acelerar el partido. Fue cuestión de velocidad, pero también de algunos alardes técnicos. Montado sobre la grupa de Antoñito, el Sevilla aumentó su presencia en el ataque. Hasta el final, el choque se enredó en el vértigo de la ida y vuelta, con multitud de ocasiones en ambas áreas. Pero la fatalidad quiso que el marcador no se moviese de donde lo había dejado el desliz de Pablo Alfaro.

Pablo Alfaro agarra por la cintura a Tristán, acción que fue señalada con penalti.
Pablo Alfaro agarra por la cintura a Tristán, acción que fue señalada con penalti.EFE

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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