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Reportaje:

Infartos importados

La población jubilada inmigrante eleva las tasas de mortalidad por enfermedades isquémicas

La Comunidad Valenciana es la segunda autonomía con mayor porcentaje de muertes por enfermedades isquémicas del corazón -en su mayor parte infartos- con 112,13 muertos por 100.000 habitantes frente a la media estatal de 95,5 muertes que recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE). Baleares, Cataluña o Murcia, autonomías mediterráneas vecinas, se encuentran en el otro extremo con tasas de 83, 86 y 79 fallecidos. Algo más tiene Andalucía, con 97,5; aunque a distancia de la valenciana.

¿Quiere esto decir que las condiciones de vida de los valencianos son tan distintas a las de su entorno? ¿Cuidan menos su alimentación o su forma física? Pese a lo que puedan indicar estas cifras a primera vista, la respuesta a estas preguntas es negativa. La elevada tasa de muertes por infartos responde en buena parte al que los expertos denominan Efecto Benidorm. El estado de salud de los valencianos es tan bueno como el de sus vecinos, sin embargo, las estadísticas reflejan otra cosa debido a la distorsión que introduce la población extranjera retirada que elige la costa valenciana, especialmente la de Alicante, para pasar sus últimos años de vida. Se trata de población del norte de Europa "finlandeses, noruegos o escoceses que llegan con sus riesgos cardíacos en las coronarias fruto de una alimentación y estilos de vida arrastrados durante años años", apunta Fernando García Benavides, profesor de la Facultad de Ciencias de la Salud y la Vida en la Universitat Pompeu Fabra, y que tras años de residencia en la Comunidad Valenciana fallecen por estas causas, engrosando la lista de valencianos fallecidos por enfermedades isquémicas del corazón.

García Benavides, estudió este fenómeno en un trabajo publicado en 1992 en la Gaceta Sanitaria, cuando trabajaba en el departamento de salud pública en la Universidad de Alicante. Entonces observaron el que denominaron Efecto Benidorm, "un volumen importante de población extranjera residente no empadronada, con alto riesgo de morir por enfermedad coronaria" en el área de salud 18, una zona costera al sur de Alicante. De acuerdo con los datos de 1988, el 52,2% de los fallecidos por procesos coronarios en esta área eran extranjeros y, de ellos, el 23% británicos, el 7,8% holandés y la misma tasa belgas.

Como apunta García Benavides, este fenómeno se da en toda la zona costera "no sólo en Benidorm, también en El Campello, la Vila-joiosa y, prácticamente, en toda la Costa Blanca" y produce una doble distorsión. En primer lugar porque se suman fallecidos extranjeros, pero además porque generalmente esta población que lleva años viviendo en la costa no está empadronada. De esta forma, como apunta el especialista en Medicina Preventiva, al elaborar las tasas de fallecimientos -es decir el número de muertos dividido por 100.000 habitantes-, los extranjeros muertos cuentan en el numerador pero no en el denominador al mantener oficialmente su residencia en su país de origen, de forma que se hinchan más aún las cifras.

Ante esta situación, el catedrático de Salud Pública de la Universidad de Alicante, Carlos Álvarez-Darder aboga por la implantación de programas de salud destinado a estas personas, pero no sólo a ellas. "Las autoridades sanitarias no sólo son responsables de la salud de los ciudadanos valencianos, sino también de los jubilados extranjeros y los inmigrantes laborales, con sus problemas sanitarios".

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