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AL VOLANTE
Columna
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Turbodiésel sorprendente

El C-Max es el monovolumen compacto con una calidad de conducción y comportamiento más cercana a los turismos. Mantiene una posición erguida al volante y un acceso fácil, pero no hace sentirse en un monovolumen ni cuando se conduce: se le cogen las medidas enseguida y apenas exige adaptación. Los únicos detalles mejorables son algunos mandos (ordenador de viaje, equipo de música...), que tienen un accionamiento superado.

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El tacto es casi tan suave y refinado como los motores de gasolina, y responde siempre con brío:acelera desde 1.000 vueltas, sube de régimen con progresividad y llega hasta 4.500 sin gran esfuerzo. A diferencia de otros turbodiésel, aumenta su poderío a medida que sube de revoluciones, y para sacarle el máximo partido conviene estirar las marchas. Pero como tiene un cambio bien escalonado, un peso ajustado y una aerodinámica eficiente, permite viajar a ritmos alegres en cualquier trazado. Y sólo acusa su baja cilindrada a plena carga: pierde algo de velocidad en las subidas largas.

El resultado es un empuje muy agradable y unas prestaciones brillantes, tanto en aceleración como en velocidad (185 km/h.). Y además de circular con nervio los consumos son muy bajos (un litro menos que los 2.0 turbodiésel), aunque sensibles al ritmo. En conducción tranquila apenas pasa de seis litros, sube a siete en ciudad y sólo supera los ocho si se apuran las marchas o se viaja muy cargado.

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Cómodo y manejable

El comportamiento dinámico sitúa al C-Max entre los monovo-lúmenes compactos de referencia. El conductor se siente compenetrado enseguida porque tanto el tacto de los mandos como la calidad de rodadura y aislamiento de la mecánica son como los de un buen turismo similar. Y como las dimensiones no son voluminosas, resulta manejable en ciudad y cómodo en carretera.

El C-Max se conduce con facilidad, tiene unas suspensiones bien resueltas y ofrece una estabilidad eficaz que hace sentirse seguro. En trazados virados obedece dócilmente a la dirección, y, aunque balancea algo más que un turismo, no acusa mucho las inercias y es suficientemente ágil para mantener ritmos alegres con seguridad.

Estas virtudes destacan más en trazados rápidos y autopistas, porque viaja con mucho aplomo y tiene unas reacciones sanas. Consigue una buena estabilidad, con unas suspensiones progresivas que no sacrifican el confort, y cuenta con unos frenos y un buen ABS que paran el peso con garra. El control de estabilidad ESP es opcional (650 euros), pero recomendable, ya que mejora la seguridad.

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