_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

En Málaga

La segunda modernización latía en Málaga el lunes 27 de octubre. Ésa es ya una fecha para la historia, el día en el que quedó inaugurado el Museo Picasso. Ha vuelto. Lo ha traído su propio viejo deseo, cumplido al fin por la voluntad de Christine Picasso, a cuyo empeño se sumó su hijo Bernard. Y mucho más. Sin duda nada habría podido llegar a donde ha llegado si no hubiera existido la voluntad familiar de que se cumpliera el deseo de Picasso, pero hay mucho más que eso. Hay una apuesta política que ha sido la que nos ha traído a la celebración de una realidad, que alimenta la esperanza de que la llamada segunda modernización, que para algunos es poco más que un juego electoralista y sin ambición real, sea algo tangible. La unanimidad en el elogio a lo visto en el Palacio de Buenavista; todos los signos de intención de alejamiento de cualquier tópico fácil y barato en los actos organizados con motivo de la inauguración del museo; la sensación de estar disfrutando de una modernidad real, alimentaba la exigencia, para que, a partir de ahora, nadie tenga excusas.

En Málaga, con la consecución del Museo Picasso, la Junta de Andalucía ha demostrado que hay políticas que llevan directamente al éxito. Desde el momento en el que Christine Picasso decidió intentar la vuelta de Picasso a su ciudad definitivamente hasta que en la mañana del martes se abrieron a las diez de la mañana las puertas del Palacio de Buenavista para que pasaran los cientos de ciudadanos que hacían cola bajo la lluvia para disfrutar de lo que ya es suyo, nuestro, de todos, cada paso que se ha dado ha ido en la buena dirección. ¡Sorprendente! dijo la Reina. ¡Sorprendente!, decía una encantada Paloma Picasso, reivindicándose andaluza en la lluviosa mañana malagueña.

Bajo la luz de miles de velas en un fondo negro de reminiscencias neoyorquinas, en la carpa del Puerto de Málaga la noche del lunes de las maravillas, alguien cerca de mí comentaba: ¡Esto parece la inauguración de la segunda modernización! Desde luego la imagen sí podía servir para ilustrar todo lo que se contiene en el documento de los expertos, con estrategias y propuestas para la segunda modernización. Ése, sin duda, es un camino.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_