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VISTO / OÍDO
Columna
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Quien lo hizo no lo paga

Todos nosotros, y muchos inocentes más, tenemos que pagar la destrucción de Irak; quien la hizo no la paga. La frase "el que lo hace lo paga", que decíamos los chicos de la calle, equivalía al "ojo por ojo" de la Biblia; era una más de entre las trampas con que nos envenenaban: catecismos, asignaturas de "psicología, ética y lógica", sermones de pardas bestias de púlpito, nos decían que hiciéramos lo que no se hace en la vida real; y a veces algún cínico comentaba "haz lo que digo y no lo que yo hago". Un catedrático decía: "Aquí se aprende para aprobar, no para vivir".

Así sigue: dentro de dos semanas se celebrará en Madrid la Conferencia de Donantes de Irak, organizada por nuestro Gobierno bajo mandato de Estados Unidos, para recaudar dinero para arreglar el Irak roto por Estados Unidos. Nunca se pagarán, por mucho dinero que se recaude, los miles de vidas (¿cuántos? secreto de Estado), los bienes históricos robados, la desarticulación de un país. Nunca compensaremos con dinero el odio que nos tienen. Ni terminaremos la guerra. Hemos contribuido al desastre: nuestros soldados llegaron tarde para matar y destrozar, pero están allí; nuestros voceros gritaron "¡Guerra!". Y los demás, ¿por qué han de pagar? Porque se les ha librado de la amenaza terrorista de las bombas de destrucción masiva: pero ellos sabían desde el primer día que no había tales armas ni tal terrorismo, y no quisieron ir a la guerra. Ahora algunos -Putin, Schröder- ni siquiera quieren venir a España; ni, desde luego, pagar un céntimo. Estados Unidos necesita dinero. Habrá que ver cómo pagamos entre todos los gastos directos de Estados Unidos: pagaremos el proyectil que rompe y la casa que él ha roto.

Ah, pero hay compensaciones: los que más contribuyen, mejor botín podrán tener: mejores concesiones para sus empresarios, a los que se encargarán obras de todas clases. Serán los pueblos los que paguen por partes alícuotas; y serán los empresarios, establecidos o fingidos, o improvisados, los que cobren. Incluso mediante el déficit cero en los presupuestos, que termina reduciendo los gastos sociales para equilibrar la balanza. (En realidad, debían contribuir sólo los que votaron a Aznar; lo harían con mucho gusto y suma caridad).

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