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Crónica:CRÓNICA EN VERDE
Crónica
Texto informativo con interpretación

Las alas de un país

La SEO analiza la situación de las 337 especies de aves que se reproducen en España

Alrededor de 2.000 ornitólogos, tanto profesionales como aficionados, se han dedicado a examinar, durante cinco años, la totalidad del territorio español para determinar la distribución, poblaciones y amenazas de las 337 especies de aves que crían en nuestro país. Los más de 400.000 registros recopilados en unas 13.000 fichas de campo han servido para componer un extenso atlas de las aves reproductoras de España. La iniciativa, desarrollada por la Sociedad Española de Ornitología (SEO), constituye una pieza esencial para el desarrollo de programas de conservación de la avifauna y debería ser, a juicio de sus autores, la antesala de una estrategia nacional de seguimiento de este grupo animal, responsabilidad que recae en el Ministerio de Medio Ambiente y las diferentes comunidades autónomas.

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En el conjunto del continente europeo la avifauna española no sólo destaca por la variedad de especies y la cantidad de sus efectivos, sino, también, por el grado de exclusividad de muchas de ellas. En España crían siete especies endémicas, la mayoría en Canarias y Baleares, se reproducen otras sietes especies amenazadas a escala planetaria y se registra la presencia de ocho especies más cuya situación, también en el ámbito mundial, es muy delicada.

Hay especies propias de la avifauna norteafricana que han terminado por instalarse en Ceuta, Melilla, Canarias o determinados enclaves de la Península, como es el caso de la perdiz moruna, el halcón tagarote o el camachuelo trompetero. Especies exóticas que amenazan la supervivencia de nuestra fauna autóctona, como se viene denunciando a propósito de la malvasía canela, y otras, procedentes también de ecosistemas ajenos, que han conseguido instalarse y reproducirse aquí con toda normalidad, aunque poco se sabe de los efectos que pueden causar a largo plazo, como ocurre con el faisán vulgar, la cotorra argentina, la tórtola doméstica o el bengalí rojo.

El atlas confirma la existencia de 16 especies que conservan en nuestro país sus mayores poblaciones a escala mundial. Entre otras pertenece a esta categoría la perdiz roja que, en años benignos, puede llegar a reunir cerca de cuatro millones de parejas en todo el país. Sin embargo, algunos indicadores revelan que está sometida a un serio declive como consecuencia de las transformaciones que vienen sufriendo las zonas rurales en las que habita. Además, cada año se cazan alrededor de cuatro millones de ejemplares, lo que obliga a repoblaciones que no siempre se efectúan siguiendo criterios científicos. Entre otras alteraciones, estas prácticas han originado problemas de contaminación genética por introducción de híbridos con perdiz griega.

España es, asimismo, el mayor refugio mundial para la gaviota de Adouin, el chotacabras cuellirojo, la curruca rabilarga, el alcaudón común, el estornino negro o el verderón serrano. Si nos limitamos al continente europeo, la nómina de especies reproductoras que en nuestro país concentran sus mayores poblaciones asciende a 47, con aves no muy conocidas fuera de los círculos conservacionistas, como la cogujada montesina o la curruca mirlona, y otras de identificación bien sencilla, como el avión común o la garcilla bueyera.

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De acuerdo a los datos recopilados por la SEO hay especies que parecen estar en expansión, tanto en lo que se refiere al territorio que ocupan como a los efectivos totales de sus poblaciones, aunque en algunos casos este fenómeno podría deberse a la mayor precisión de este atlas con respecto al que se elaboró en 1997. De cualquier forma, hay aves que registran "un aumento realmente espectacular", como ocurre con la garza real, que triplica su población (de 2.000 parejas pasa a unas 6.000), el buitre leonado, del que se anotaban alrededor de 8.000 parejas hace seis años y hoy se coloca por encima de las 18.000, el calamón común, que duplica sus efectivos pasando de 3.000 parejas a más de 6.000, o la tórtola turca, que en una década ha multiplicado por treinta sus efectivos hasta alcanzar las 36.000 parejas.

En el otro lado de la balanza están aquellas especies que han visto cómo sus poblaciones decrecían o se reducía su área de distribución. El caso más llamativo es el del arao común, que en los años 60 contaba con una colonia de unos 3.000 individuos distribuida por ocho localidades de la costa gallega. Hace poco más de una década esta población se había reducido a una decena de parejas reproductoras y, tras la tragedia del Prestige, los ornitólogos temen que haya terminado por desaparecer. Otras especies que no consiguen remontar esta curva descendente son el águila-azor perdicera y el sisón común.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

Las más comunes

Para las especies más comunes y dispersas, que no son objeto de censos ni de programas de seguimiento, se suele disponer de información escasa o imprecisa. Por este motivo, la SEO pidió a sus colaboradores que, en los trabajos de campo, también asignaran estimas cuantitativas a estas aves. Sin embargo, los datos que se recopilaron no han permitido cubrir este capítulo con el rigor que una obra de estas características requiere, bien porque se omitió esta tarea o porque no pudo llevarse a cabo debido a las dificultades que ofrecía la observación de algunos animales, ya fuera por su comportamiento retraído o pos la dificultad de acceso a sus hábitats.

Se dan por tanto como válidas, hasta que no puedan someterse a revisión, las estimas realizadas en 1997. En aquella ocasión el gorrión común resultó ser el pájaro más abundante y extendido de toda España, ya que su población se fijó en torno a los diez millones de parejas y su presencia se anotó en el 94 % del territorio nacional. Le seguían el mirlo común, el jilguero, la golondrina común y el verdecillo.

A escala europea, la SEO participa en un proyecto, auspiciado por Birdlife, con el que se pretende conocer la situación de este tipo de aves en todo el continente. Mediante una metodología común, especialistas de 32 países vienen examinando, desde 2002, las poblaciones de aves más comunes, aunque para examinar la tendencia que experimenta cada una de ellas se necesitarán registros continuados durante, al menos, diez años.

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