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El alcalde de París no se arruga

El alcalde de París no fue apuñalado esta vez, como pasó el año anterior, ni tampoco la electricidad se vino abajo, al estilo de Roma. Sin arrugarse por lo ocurrido, el alcalde, Bertrand Delanoë, no paró de recorrer las calles en la noche del sábado al domingo; por supuesto, con escolta. Primero admiró la fachada del Ayuntamiento, resplandeciente con las ventanas rojas y el reloj azul. Después el Arsenal, donde un artista había creado "un recorrido fantasmagórico por París" con fotos por ordenador. En la piscina Merri, música rock y proyectores de colores para una cola sensacional de bañistas que no conseguía ni acercarse a los vestuarios. Paseo por el barrio del Marais: "Esperamos que hoy no le ocurra a usted nada", le dijeron, y él confirmó que esperaba lo mismo. Sólo se produjeron los incidentes perfectamente previsibles: meter a un millón de personas en París y cerrar el metro (sólo funcionó toda la noche la línea 14, la única sin conductor) llevó a un monumental embotellamiento del tráfico rodado. "El año próximo sería mejor celebrar al mismo tiempo la Noche en Blanco y el Día sin Coches", sugirió alguien al oído del primer regidor de la capital.

ASSOCIATES PRESS

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