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Reportaje:

Muerte en el 'calcio'

Fallece el seguidor del Nápoles que cayó desde la tribuna del Avellino en la huida de una pelea entre hinchas

Enric González

El calcio ya tiene un muerto esta temporada. Sergio Ercolano, que el sábado sufrió gravísimas heridas tras caer desde lo alto de la tribuna del estadio de Avellino, falleció ayer en un hospital de la pequeña ciudad del sur. La familia Ercolano aseguró que el joven de 19 años, seguidor del Nápoles, no participaba en la orgía de violencia desatada por unos 200 hinchas napolitanos, sino que trataba de huir de ella. La muerte ahondó la consternación en el fútbol italiano. El gobierno amenazó con imponer medidas extraordinarias, como la prohibición de público en los partidos considerados "de alto riesgo". Uno de los presuntos implicados en los hechos fue detenido, y se esperaban muchas más detenciones en los próximos días.

Sergio Ercolano había viajado por su cuenta desde Nápoles hasta Avellino, una ciudad cercana, y, según el abogado de su familia, compró una entrada en taquilla. No lo hicieron quienes protagonizaron los incidentes: llegaron a Avellino en autocares sin disponer de entradas reservadas y pagadas, incumpliendo uno de los artículos de las vigentes leyes antiviolencia; cuando intentaron adquirirlas, les parecieron demasiado caras (según algunos de ellos, esperaban pagar nueve euros, pero costaban 40) y optaron por cargar contra la policía y entrar en tromba en el estadio de Avellino. Una vez dentro se cubrieron el rostro con bufandas y pasamontañas, empuñaron palos y cuchillos y prosiguieron atacando a la policía. La noticia de la caída de Sergio Ercolano les inflamó aún más.

La víctima del encuentro Avellino-Nápoles no solía ir al fútbol. El sábado, cuando en la grada había estallado ya una de las batallas campales entre policía y gamberros, se unió a un grupo que abandonaba la tribuna a través de un voladizo de plástico transparente. Una de las placas del voladizo cedió bajo sus pies y Ercolano sufrió una caída de 20 metros. Los auxilios tardaron en acceder hasta él, porque les llovían sillas y bengalas; cuando consiguieron cargarlo en una camilla, los sanitarios sufrieron agresiones. "No se puede morir así", lloraba ayer su madre. "Ésto le quita a uno las ganas de jugar al fútbol", comentó Totti, el delantero estelar de la Roma.

El Ministerio del Interior italiano urgió anoche a los clubes a "cumplir la ley" y apartar de los estadios a los "aficionados delincuentes". El gobierno se reservó la posibilidad de prohibir los trenes especiales en los partidos considerados "de alto riesgo", e incluso de ordenar que esos partidos se jugaran a puerta cerrada.

El Avellino-Nápoles, sin embargo, no parecía un encuentro especialmente delicado. Nunca había ocurrido nada grave en Avellino, y la Liga estaba sólo comenzando.

Numerosos aficionados napolitanos y algunos dirigentes futbolísticos culparon a la policía por no haber sido capaz de atajar los incidentes y por haber cedido ante la carga de los violentos cuando entraron en avalancha en el estadio. El capellán del Nápoles, Marco Beltratti, dijo que los aficionados del club no eran "malos", y que, antes de juzgar los actos de violencia, había que tener en cuenta "el clima, las tensiones acumuladas en los barrios humildes y las frustraciones laborales".

Sergio Ercolano, que falleció ayer, retirado en camilla el sábado del estadio del Avellino.
Sergio Ercolano, que falleció ayer, retirado en camilla el sábado del estadio del Avellino.EFE

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