Por qué los humanos perdieron su pelaje
Unas investigaciones sugieren que el hombre estuvo desnudo un millón de años antes de vestirse
Uno de los cambios evolutivos que caracterizaron a los humanos al distinguirse de sus compañeros simios fue la pérdida de vello corporal. ¿Por qué se produjo y cuándo? Alan R. Rogers, genetista de la Universidad de Utah (EE UU), ha calculado cuándo perdieron el vello los humanos con un método indirecto basado en el gen que determina el color de la piel. Mark Stoneking, antropólogo del Instituto Max Planck en Leipzig, Alemania, ha conseguido establecer cuándo los humanos comenzaron a llevar ropa también con un método indirecto, basado en la datación de piojos que sólo infestan la ropa. Un tercer grupo de investigadores ha desenterrado una de las sugerencias de Darwin y propone una original explicación de la razón por la cual el hombre perdió el vello corporal.
Una de las incógnitas es por qué las mujeres tienen menos vello que los hombres
Al perder el pelo, el humano necesitaría una piel oscura para protegerse del sol
Los mamíferos necesitan el pelo del cuerpo para conservar el calor, y sólo lo perdieron por razones evolutivas específicas. Las ballenas y las morsas se despojaron de él para aumentar la velocidad en el agua. Los elefantes y los rinocerontes tienen la piel gruesa y su volumen hace que no pierdan calor en las noches frías. Los humanos son los únicos primates sin vello corporal. ¿Por qué?
Una teoría sostiene que la línea de los homínidos pasó una fase semiacuática que ha dejado como huella la sutil membrana interdigital de nuestras manos. Una idea mejor dice que la pérdida del vello corporal ayudó a nuestros antepasados a estar frescos cuando se aventuraron fuera de las sombras de los bosques y ocuparon la cálida sabana africana. Pero la pérdida del vello no es una ventaja para regular la temperatura corporal, ya que la piel desnuda absorbe más energía durante el día pero también pierde más calor en las noches frías.
Según Mark Pagel, de la Universidad de Reading (Reino Unido), y Walter Bodmer, del Hospital John Radcliffe de Oxford, los humanos perdieron el vello corporal para liberarse de parásitos externos que infestaban el pelaje (piojos hematófagos, pulgas y garrapatas) y de las enfermedades que provocaban. Ellos, que han publicado su trabajo en The Proceedings of the Royal Society, insinúan en que tras la pérdida del vello corporal por selección natural, actuó la selección sexual, el desarrollo de rasgos en un sexo que atraen al otro. Entre los nuevos humanos sin pelaje, la piel desnuda, como la cola del pavo real, sería señal de buen estado físico.
Hay varios enigmas que debe explicar la nueva teoría, como por qué se perdió el vello corporal pero la evolución permitió que se conservara el vello púbico. Pagel y Bodmer insinúan que esas regiones húmedas, llenas de glándulas sudoríparas, sirven de trampolín para las feromonas, hormonas que viajan por el aire y transmiten señales sexuales en otros mamíferos, aunque no se han identificado en los humanos.
Otro de los interrogantes es por qué las mujeres tienen menos vello que los hombres. La presión de la selección sexual en este caso puede ser mayor en las mujeres, bien porque los hombres han tenido un mayor poder de elección o porque han centrado su interés en los atributos físicos.
Motivos aparte, ¿cuándo comenzaron a perder los humanos el vello corporal? Rogers encontró la forma de determinar la fecha tras leer un artículo sobre el gen que determina el color de la piel. El gen, llamado MC1R, gobierna la producción de una proteína que regula los dos tipos de pigmentos que fabrican las células humanas. La eumelanina, que protege de los rayos ultravioletas del sol, es de color marrón negruzco; la feomelanina, que no es protectora, es de color rojo amarillento. Hace tres años, Rosalind Harding, de la Universidad de Oxford, y otros investigadores hicieron un estudio del MC1R y descubrieron que la proteína fabricada por el gen no varía en las poblaciones de África, pero fuera de ese continente tanto el gen como su proteína tienden a variar mucho. Harding concluyó que el gen estaba fuertemente reprimido en África, posiblemente porque cualquier cambio en la proteína aumentaría la vulnerabilidad a los rayos ultravioleta solares y sería fatal para el individuo. Pero fuera de África, en el norte de Asia y en Europa, el gen podía sufrir mutaciones, los continuos cambios naturales en el ADN, y producir colores de piel distintos del negro.
Al leer el artículo de Harding, Rogers se preguntó por qué todos los africanos habían adquirido la misma versión del gen. Los chimpancés, apuntaba Harding, tienen muchas versiones del gen como, posiblemente, el antepasado común de chimpancés y de humanos. Cuando el hombre africano comenzó a perder su pelaje, supone Rogers, el hombre necesitaría una piel oscura para protegerse de los rayos solares. Cualquiera que tuviera una versión del MC1R que produjera una piel más oscura tendría una ventaja para sobrevivir, y en pocas generaciones esa versión se habría extendido a toda la población.
Es posible que se produjeran varios cambios y el resultado fuera una versión cada vez más efectiva del MC1R. Rogers encontró la forma de fechar el cambio más reciente con la técnica de reloj molecular basada en el número de mutaciones genéticas. A partir del número de ellas en las versiones africanas del MC1R, Rogers, David Iltis y Stephen Wooding calcularon que el último cambio ocurrió probablemente hace 1,2 millones de años. En otras palabras, los seres humanos han carecido de vello al menos desde esa época, y puede que desde antes.
La época más temprana que se considera probable para la pérdida de vello casa bastante bien con el calendario de otras adaptaciones. Los homínidos comenzaron a ocupar zonas poco sombreadas hace 1,7 millones de años y en ese tiempo aparecieron las extremidades largas y la nariz externa, adaptaciones que se supone que ayudaban a disipar el calor, según apunta Richard Klein, arqueólogo de la Universidad de Stanford. La pérdida del vello y la aparición de la piel oscura podrían ser de esa época.
Hace 1,6 millones de años el mundo estaba en plena edad del hielo en el Pleistoceno, que terminó hace 10.000 años. Incluso en África, las noches debieron de haber sido frías para los primates sin pelaje. Pero Rogers observa que la gente vivió sin ropa hasta hace poco en zonas frías, como Tasmania y Tierra de Fuego.
Tan sorprendente como el hecho de que el análisis genético sea capaz de fechar un acontecimiento ocurrido en las profundidades de la historia humana lo es una propuesta para determinar cuándo empezó a usarse la ropa. Tiene que ver con los piojos. En humanos se distinguen tres tipos: los piojos de la cabeza, los del cuerpo y los púbicos. Los del cuerpo, al contrario que otros tipos de parásitos que infectan a los mamíferos, se aferran a la ropa, no al vello. Posiblemente evolucionaran después de que los seres humanos perdieran el vello corporal y comenzaran a vestirse.
Stoneking, con Ralf Kittler y Manfred Kayser, explica en Current Biology que compararon el ADN de los piojos de la cabeza y del cuerpo humano en todo el mundo, así como los piojos de los chimpancés, como punto de comparación evolutiva. Gracias al estudio de las diferencias en el ADN descubrieron que los piojos del cuerpo humano evolucionaron de los piojos de la cabeza, pero que el cambio se produjo recientemente, hace entre 42.000 y 72.000 años. Los seres humanos se vestirían al menos desde entonces. Si Rogers y Stoneking están en lo cierto, los humanos permanecieron desnudos durante un millón de años desde que perdieron el vello corporal hasta que empezaron a vestirse.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.