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VISTO / OÍDO
Columna
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Epístola a Zapatero

Distinguido señor, los jóvenes no conocen bien a la derecha española, nacida de una costilla del Cid. Está cargada de gente apacible, sonriente, inculta, rica y defensiva, que tiene una idea de los demás muy despectiva. Incluso dudan de su condición de hombres, y lamentan que los derechos humanos se les apliquen, cuando apenas dan relieve de animalidad en el fondo gris del paisaje. Usted propone pactos, y no se los van a aceptar: sólo le insultarán como lo saben hacer, llamándole lo peor que haya en cada momento, terrorista, rojo, comunista; aliado de Al Qaeda o de Sadam, y hasta de Arafat, ahora que le van a matar por fin. Y hasta de Ibarretxe, que, como usted sabe, es mucho mejor que los antedichos. Quiere usted reunirse con ellos, los de la derecha eterna -que se prolongará en el mismísimo cielo: Dios fue siempre de extrema derecha-, para restaurar la democracia, y ellos saben que la democracia no es más que lo que digan: lo que hagan con su Constitución. Usted creerá, como yo, que democracia, estatutos, Constitución y sistemas electorales y del funcionamiento de la cámara han perdido la base democrática, el espíritu de las leyes y lo demás: ellos saben que no, porque son los cangrejos ermitaños que habitan la concha que se fabricó en 1789. La democracia española ha tomado su forma: cualquier reforma que hagan irá en contra suya. Si usted lo cree, y no es otro ermitaño, proclámelo, explíquelo, pídalo en nombre de su partido y de sus aliados, y no se avergüence de ellos. Pero contra el PP; sin pactar. Si tiene usted una política clara para el País Vasco, expóngala y hágala. Puede usted tener miedo de los votos que están ahora fascinados por el antiterrorismo y por extensión contra el nacionalismo vasco: lo que usted quiere es acabar con el terrorismo pero a su manera, o a la manera de izquierdas. No busque pactos ni se deje asustar. Este anciano les ha visto dominar, comprar votos, manejar periódicos, discursear desde el vino o desde la hostia; condenar y matar. Ahora no lo necesitan; ni podrían. Pero pueden arruinar, aislar. Se lo van a hacer a usted. Se lo están haciendo. Ni un vaso de agua le van a dar.

Comprendo que usted no sea rojo: pero le van a considerar. Uno del Frente Popular, le han dicho ya. Y ya sabe lo que fue del Frente Popular y de las personas que se aproximaron. Setenta años después vamos encontrando sus huesos.

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