El peor aniversario de Rodríguez Zapatero
El líder del PSOE se siente "libre de ataduras" y cree que el partido "sabrá responder" si pierde en 2004
Han pasado tres años desde que el diputado socialista leonés José Luis Rodríguez Zapatero ganó, contra muchos pronósticos, el 35º Congreso Federal del PSOE. El primer aniversario lo celebró proclamando que sus "ganas de ganar" a base de "cambio tranquilo" habían ido en aumento. El segundo año lo conmemoró en medio de fuertes críticas del Gobierno, que empezaba a verle como un adversario con posibilidades y al que no había que hacer concesiones. Le llega su tercer aniversario con la crisis de la Comunidad de Madrid, de la que trata de salir desesperadamente, si bien aparenta que este conflicto no es el peor momento de su trienio. Lo cierto es que de sus reflexiones políticas, conscientemente o no, se desprende una suerte de declaración de principios que chocaría con las acusaciones de sus adversarios sobre los pactos o hipotecas de Zapatero con los protagonistas de la deserción en el Grupo Socialista de la Asamblea de Madrid.
"Tengo más fuerzas y más ganas que cuando fui elegido secretario general hace tres años"
"Lo importante no es ganar o perder, sino presentarnos con nuestras convicciones"
"Han pasado tres años y de lo que más puedo presumir es de mi autonomía, propia y de la dirección del partido, sin ataduras dentro ni fuera del partido. Sí, puedo presumir de autonomía, y, si ganamos las elecciones dentro de un año, mi partido y yo podemos entregarnos a los ciudadanos libremente, sólo a ellos, y no a poder alguno". Y continúa enfático: "Yo llegué a ser secretario general del PSOE hace tres años sin ningún pacto; fui una opción autónoma, rechacé algunos pactos o acuerdos como, por ejemplo, apostar por un sistema de elección con segunda vuelta, en la que probablemente hubiera ganado sobradamente; pero no quise, no quería ganar así, sino en primera vuelta y todos los compañeros en igualdad de condiciones, y con todas las de la ley... Fui autónomo y sigo autónomo".
El discurso de la autonomía personal lo enmarca en su aseveración de que no siente que haya cambiado en nada sustancial durante estos tres años. Sigue siendo "tranquilo", y es difícil que se enfade y no pierde los nervios. En su manual del líder asegura que no entra la animadversión a quien le lleve la contraria. "No, no, me pueden decir lo que quieran, lo acepto bien, y además me cuesta mucho regañar a alguien". ¿Y cómo muestra su desagrado? Tras meditar, responde: "Quizá con silencios. Acepto de buen grado que me digan de manera permanente que llevo siempre mal puesta la corbata", bromea.
Los momentos más duros los relaciona con los abrazos a familiares de víctimas del terrorismo, con el ataque a las Torres Gemelas y el inicio de la guerra contra Irak. Nada de política nacional. "Bueno, por los tránsfugas de Madrid sentí sorpresa e incredulidad", confiesa. Cuando se le insiste sobre si este episodio ha sido el más duro de su andadura, precisa: "Bueno, quizá sí ha sido el momento de conflicto interno más virulento, en contraste con la enorme satisfacción que siento por la evolución y la situación interna del partido, unido, cohesionado y subiendo el tono vital mes a mes".
Zapatero no sólo se siente fuerte y apoyado por su organización, sino que asegura que "el cariño de los militantes y el apoyo sincero de los dirigentes" ha supuesto la parte más gratificante de este trienio. Pero se resiste a admitir que la crisis en la Comunidad de Madrid les ha perjudicado y que las consecuencias son imprevisibles. "No, no lo creo. Los ciudadanos tienen un enorme sentido común y saben que en una organización tan grande como la nuestra puede haber unos cuantos personajes que actúen muy mal, en combinación con una trama repugnante. Y creo que hemos reaccionado bien, les hemos echado, por respeto a los ciudadanos". ¿Es suficiente? "Ningún dirigente del partido ha pedido que hagamos algo diferente, ninguno; y todos han respaldado a la dirección, a mí personalmente, lo que agradezco muchísimo, y desde luego a José Blanco". De la crisis abierta por la deserción de Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez le preocupa "la elevación de la crispación política y el posible distanciamiento de las instituciones para la gente".
No ha notado Zapatero con este episodio que los poderes económicos le hayan dado la espalda. "Los poderes económicos siempre han tenido conmigo un trato inteligente y respetuoso. Probablemente hay cierto poder económico que prefiere al PP porque se siente más favorecido, pero hay otra parte no desdeñable que considera a este Gobierno intervencionista y que se siente tranquilo con el PSOE".
El líder socialista mantiene el tipo de manera invariable; no tiene un momento de debilidad, y rechaza que sus posibilidades de triunfo electoral vayan en retroceso. "Queda mucho por hacer en estos ocho meses hasta las elecciones, pero hemos hecho mucho y vamos al sprint, gracias a la tarea anterior. En cuanto a mí, tengo más ganas y más fuerza que hace tres años".
Zapatero tiene sobre su mesa de trabajo decenas de páginas con el listado de los viajes que ha realizado, las entrevistas con políticos de otros países y, sobre todo, lo que ha viajado por toda España. Sólo en los 15 días de campaña previa a pasadas las elecciones autonómicas y municipales recorrió 5.200 kilómetros. Ha visitado todas las provincias. "Es muy emocionante el afecto de la gente del partido", insiste.
¿Y si pierde las elecciones? "Podemos ganar o perder, pero lo importante es que vayamos a las elecciones respetando nuestras creencias, nuestras convicciones, de cara, con sinceridad, para que nuestros militantes y votantes vayan a gusto". Se ha puesto muy serio al dar esta respuesta, y sigue: "Éste ha sido un consejo que me ha dado Juan Carlos Rodríguez Ibarra... Si gano, una de las primeras llamadas será para Juan Carlos".
Cuando le llegue el cuarto aniversario al frente del partido, habrán transcurrido cuatro meses de las elecciones y Zapatero seguirá en la calle de Ferraz, en la sede del PSOE, o estará en La Moncloa. "Lo celebraremos en cualquier caso", dice Zapatero para mostrar normalidad. Pero, si pierde, ¿qué pasará con Zapatero? "El partido sabe responder en cada momento como más convenga", responde.
"No me he radicalizado"
A José Luis Rodríguez Zapatero parece que le divierte que el Gobierno le acuse de haberse radicalizado. "Eso sería muy difícil, casi imposible", comenta, y sonríe. Pero luego adopta un tono grave al asegurar que en estos tres años no se ha vuelto un extremista sino que se ha reafirmado en sus creencias de izquierda. "La izquierda es tolerancia sobre todas las cosas, respeto a los demás, pero yo siento que la razón moral está en la izquierda. Lo pienso y lo siento". Y continúa: "En estos tres años he tenido la oportunidad de conocer a muchas personas, muchas situaciones, muchos colectivos... Y me he reafirmado en mis ideas como persona de izquierda".
En estos tres años se ha convencido de que es posible disminuir el sufrimiento de la gente. "Se puede hacer mucho por mejorar la vida de los más desfavorecidos", insiste, y asegura que él lo quiere hacer, "desde la izquierda". Esto ya lo sabía cuando sólo era un diputado por León pero ahora tiene datos para saber que no es utópico.
Mira con simpatía su andadura hacia la secretaría general. Ni responde cuando se le recuerda que en estos días, a propósito de la crisis en la Comunidad de Madrid, se dice que el grupo de Renovadores por La Base, al que pertenecían Eduardo Tamayo y Teresa Sáez, le sufragaron su campaña. Zapatero recuerda su maleta roja -"continúa en buen uso"- con la que viajó en autobús y con la ayuda de su amigo Antonio Cuevas -portavoz adjunto del Grupo Socialista- que le brindó su coche y su compañía para hacer campaña como aspirante a la secretaría general del PSOE. "Antonio y otro amigo de León, Estanislao, con su coche, me facilitaron mucho los traslados", recuerda Rodríguez Zapatero, y también el agradecimiento a alguna federación que le costeó la habitación del hotel de la ciudad que visitaba.
Insiste en que no ha cambiado. "Mi padre y mi hermano siguen siendo mis confidentes, mis comentaristas", asegura José Luis Rodríguez Zapatero, que confiesa sentir adoración por sus hijas Laura y Alba, y por su esposa, Sonsoles.
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