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Más despidos y cierres en el imperio Agnelli

El grupo, ahogado por la deuda y la caída de ventas, afronta su segundo reajuste en 8 meses

Fiat ya no prueba sus modelos en la azotea de la casa de Lingotto, su histórica e imponente sede turinesa. El último patrón Agnelli, Umberto, está más preocupado por sanear los cimientos de un imperio, todavía hoy el primero industrial de Italia, que se desmorona. El jueves anunció su segundo drástico plan de reestructuración en ocho meses: 12.300 despidos, cierre de 12 plantas y una ampliación de capital de 1.842 millones, con el objetivo de volver a ser rentable en 2006.

Entre este último plan y el anterior, el gigante turinés (138 fábricas y 190.000 empleados repartidos por todo el mundo) se ha desprendido de 8.000 trabajadores en sus fábricas de automóviles y ha vendido varias joyas del holding como la aseguradora Toro, la tercera de su sector en Italia, al grupo editorial De Agostini por 2.400 millones; su banco brasileño al competidor Itaú por 256 millones; o la filial aeronáutica Fiat Avio (14 plantas industriales, 5.000 empleados y una cifra de negocios de 1.534 millones), que fabrica los propulsores de los cohetes Ariane, entre otros productos de alta tecnología, para la que ha suscrito un acuerdo de venta al fondo norteamericano Carlyle y a la italiana Finmeccanica por 1.600 millones. En total, en poco más de un año ha vendido activos por 9.000 millones de euros.

Fiat ha vendido en los últimos meses Toro, la tercera aseguradora italiana, un banco en Brasil y su filial aeronáutica, entre otros activos

La nueva reestructuración llueve sobre mojado y ha sido acogida con cautela por la banca acreedora -su deuda asciende oficialmente a 11.200 millones (29.000, según estimaciones de Standard & Poor's)- y con escepticismo por algunos analistas.

Según el consejero delegado de Fiat, Giuseppe Morchio, el objetivo prioritario del nuevo plan es reducir las pérdidas (3.900 millones en 2002 y 699 millones en el primer trimestre), alcanzar un equilibrio operativo en 2004 y retornar en 2006 a resultados positivos. Prevé una reducción de costes de 3.100 millones entre 2003 y 2006, unos ingresos financieros de 4.700 millones y unas inversiones de 19.500 millones (el grueso, en nuevos productos e investigación).

El nuevo recorte de plantilla y los cierres de plantas afectarán fundamentalmente a mercados externos al italiano (9.500 despidos de los 12.300 programados) y a actividades ajenas al automovil (sólo contempla el cierre de una planta). Sus filiales de fabricación de maquinaria agrícola, CHN, con cinco cierres de plantas anunciados; de componentes, Magneti Marelliy, con cuatro cierres, y de camiones, Iveco, con dos clausuras, van a sufrir el grueso del ajuste.

Iveco-Pegaso, en España, que tiene fábricas de camiones en Madrid y Valladolid y una de autobuses Iresbús en Barcelona, con unos 3.000 trabajadores en conjunto, además de otras empresas menores, puede resultar afectada por la nueva reestructuración de Fiat, aunque la matriz no ha especificado en qué países y filiales va a aplicarla.

Los bancos acreedores, que han aceptado garantizar el nuevo aumento de capital, se muestran reticentes a las peticiones de los gestores de Fiat de nuevos créditos por 2.000 millones de euros y a la renegociación del préstamo de 3.000 millones que le concedieron hace un año.

La crisis de Fiat parece anunciar, en definitiva, el fin de una época en la que Turín ha sido el origen y el motor de la Italia unificada y de su desarrollo. Mientras la aristrocracia industrial, los Agnelli, recorren los bancos en busca de créditos, por las calles de la capital del Piamonte vuelven a pasearse -tras décadas de forzada ausencia- los miembros de la casa real de Saboya.

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