Babilonios
Por fin ya entiendo aquello del solar patrio tan reiterado en los libros de texto del franquismo. El patrio solar es el solar sobre el que se edifica la patria, ladrillo a ladrillo; pues ¿qué es la patria sino la suma de parcelas edificables o recalificables que conforman el patrimonio inmobiliario de la urbanidad, que viene de urbe, y no hay urbe sin urbanizar? Y es así desde el principio de los tiempos, y está escrito en la Biblia, que nos cuenta el ejemplo de Babel y de la torre que edificaron los constructores babilónicos y que se les fue abajo por su soberbia cuando el Supremo y único Hacedor vio que se le querían subir a las barbas y les castigó con la confusión de lenguas, una maldición para la humanidad, con las excepciones de las academias de idiomas y de los políticos nacionalistas.
Desde que la Torre de Babel se les cayó encima, los babilonios andan mareados, pues, aunque tuvieron sus momentos de gloria con Nabucodonosor, fueron invadidos y arrasados por asirios y persas, por Alejandro Magno y por la familia de los Bush. Las ruinas de Babilonia se encuentran a 160 kilómetros de Bagdad, a salvo, por ahora, de la reconstrucción, aunque cualquier día, y aprovechando que el Éufrates pasa por allí, cualquier reconstructor avisado monta un parque temático.
Entre metáfora e hipérbole, prodigio y augurio, la Biblia no aclara muchas cosas sobre temas vitales, no dice nada, por ejemplo, sobre la enorme parcelación y recalificación de terrenos que tuvo que darse tras el Diluvio Universal, ni ofrece información sobre las empresas que reconstruyeron Sodoma y Gomorra tras la lluvia de fuego.
Los merodeadores por la base de la FSM forman una de las innumerables sectas de constructores surgidas de la diáspora de los constructores babilonios, que se dispersaron ante la persecución de sus conciudadanos indignados porque habían pagado por adelantado sus pisos y apartamentos en la Torre de Babel. Aunque no formen parte de la masonería acreditada, los especuladores por la base veneran también al Gran Arquitecto, practican el secretismo y se sirven de la corrupción para extender el imperio global del ladrillo visto y del dinero fácil.
El que esté libre de pecado que ponga la primera piedra, debería ser el lema que campeara a la puerta de los ayuntamientos y de los organismos autonómicos, donde la actividad de los babilonios es un cáncer que crece urbanizándolo todo a su paso. Metástasis, las células, los habitáculos, se multiplican, cada vez se construye más y la vivienda cada vez es más cara; no se construyen viviendas para ser habitadas, sino pisos para ser vendidos y comprados una y otra vez en un puro juego especulativo. Cada día se construye más y cada vez hay menos viviendas para jóvenes, pisos en alquiler, casas de protección oficial.
Los babilonios como Tamayo están en todas partes donde haya un metro de patrio solar por urbanizar o recalificar, medran en los grandes partidos y en las agrupaciones independientes, sus votos son inversiones; sus favores, trampas; sus corrupciones, sabidas, comentadas, consentidas y a veces denunciadas y desestimadas. Esta vez los babilonios escarmentados ya no promocionan la Torre de Babel como urbanización de lujo, y se decantan, y aún más desde el 11 de septiembre, por la construcción horizontal de chalés adosados, psicochalés de una colosal urbanización que en la Comunidad de Madrid adquiere proporciones monstruosas.
El babilonio Tamayo, el Judas de esta bochornosa función, cobrará sus treinta monedas a noventa días, y por eso andaba apurado de fondos y tuvo que usar el teléfono móvil de la agrupación socialista para traicionarla, y luego pedirle a uno de sus compinches de la trama que le pagara el hotel para conspirar. O tal vez sea pura avaricia, roñosería en estado puro y duro, no hay que desperdiciar un euro, porque cualquier día falla la estructura de la pirámide especulativa y aplasta por la base a los renovadores y les manda a urbanizar las calderas de Pedro Botero. También es posible que Tamayo quisiera dejar pistas intencionadamente como esos asesinos en serie que se creen superlistos pero que en el fondo están deseando que les detengan cuanto antes.
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