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Reportaje:

¿Formación médica o ataque a la intimidad?

Algunas mujeres se quejan de la presencia de estudiantes en prácticas en las consultas del ginecólogo

Soledad Alcaide

La presencia de estudiantes de Medicina y residentes en las consultas ginecológicas de los hospitales españoles es habitual. Sin embargo, la práctica general no incluye solicitar a las pacientes su consentimiento. La Asociación El Defensor del Paciente sostiene que es una "vulneración al derecho a la intimidad".

Paciente: "Ya es un trago mostrar tus genitales como para que hagan una clase de ello"
Médico: "La presencia de estudiantes es básica, porque, si no están, no aprenden"

La última vez que Cande Rodríguez fue a hacerse una ecografía encontró la consulta más concurrida de lo que esperaba. Su embarazo de seis meses fue seguido por su especialista del hospital Vall d'Hebron, en Barcelona, y por los que ella sospecha que eran médicos en fase de aprendizaje, quienes entraban y salían. "Creo que eran residentes, porque el doctor les daba explicaciones y eran más jóvenes, pero en ningún momento me los presentaron, ni nadie me preguntó si quería que estuvieran allí", cuenta esta mujer de 30 años.

A los estudiantes de Medicina en prácticas y a los residentes -los licenciados que han aprobado el examen MIR- se les forma en Ginecología en las consultas de los hospitales españoles. Y eso hace que lo que le sucedió a Rodríguez sea frecuente. Así lo confirma Carmen Flores, presidenta de la Asociación El Defensor del Paciente (Adepa), quien considera que se trata de "una violación del derecho a la intimidad", que protege la Ley General de Sanidad y, por tanto, "intolerable". Porque la práctica general es que los facultativos no avisen a sus pacientes de que hay médicos en formación y mucho menos pidan su consentimiento.

"Ir al ginecólogo es una cuestión delicada para muchas mujeres. Ya es un trago mostrar tus genitales, porque es algo muy íntimo, y además en la postura en la que hay que hacerlo, como para que encima hagan una clase teórica de ello", explica otra paciente, Irene M., embarazada de 10 semanas. "Creo que deberían preguntarlo por sistema", añade.

Los médicos hacen prevalecer la formación de los estudiantes sobre el pudor que puedan sentir sus pacientes. "Cuando una persona va a un hospital universitario, asume que hay acciones docentes y da su consentimiento tácito a la presencia de estudiantes. Eso incluye tocar y tratar al paciente", sostiene el catedrático de Ginecología Luis Cavero, quien además es el presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia.

"Lo que sí se hace, por prudencia, es que cuando hay más de un médico delante, incluso aunque sea otro especialista, se le dice a la paciente: 'Estará en la consulta fulano de tal'. Pero una diatriba generalizada sobre este asunto no existe", añade.

La presidenta de Adepa concede que apenas hay quejas, aunque lo achaca a que falta información y a que no hay una tradición de cuestionar a los médicos. "Pero yo creo que ni es normal, ni se debe consentir que, por ejemplo, cuando te van a hacer una citología esté delante más de una persona. No hay más que empezar a denunciarlo", añade.

"La verdad es que yo no me plantee protestar, porque ya estaba bastante nerviosa por la ecografía", asegura Rodríguez. "No me parece una cosa como para reclamar, pero lo que me molesta es que no me consulten antes".

Los médicos sondeados, en cambio, se oponen a que se generalice esa pregunta. "Las personas que van a un hospital universitario tienen el deber de soportar la docencia, porque el paciente también tiene deberes, no sólo derechos", sostiene Javier Sánchez-Caro, director de la Unidad de Bioética y Orientación Sanitaria de la Consejería de Salud de Madrid. En su opinión, la esfera de la intimidad es "de menor valor que el interés científico-cultural". Por eso, está convencido de que no se debe preguntar a los pacientes como regla general, porque entonces "no se podría enseñar". Recuerda que el sistema actual ha elevado a la medicina española al séptimo lugar del mundo -"de 199 países"-, y añade: "Es un problema de solidaridad, que hay que ejercer entre todos". Eso sí, admite que puede haber excepciones: "Cada una debe ser resuelta siempre por el jefe de servicio".

En esa misma línea, el portavoz médico del hospital Clínico San Carlos de Madrid, Pedro Tarquis, distingue entre estudiantes de Medicina y residentes, porque los últimos son ya médicos. "Los estudiantes, como parte de su formación, hacen prácticas en grupos de entre tres a cinco alumnos. En ese caso, si la persona dice que no quiere que estén, se respeta". Reconoce, sin embargo, que se espera a que el paciente se queje y que no existe la costumbre de preguntar antes.

La Oficina de Atención al Paciente de su hospital es más restrictiva. A la consulta de si una paciente puede negarse a que haya estudiantes durante una exploración, la persona que atiende el teléfono contestó, tras consultarlo: "Lo siento, pero no puedes negarte. Éste es un hospital universitario. Yo te entiendo, pero los médicos tienen que aprender de alguna forma".

"Es un pez que se muerde la cola", sostiene el secretario de la Comisión de Docencia del Instituto Universitario Dexeus, el doctor Luciano López-Marín. "La presencia en una consulta es básica, porque, si no están, no aprenden". Como solución, se aferra a la posibilidad de acudir a hospitales que no sean universitarios.

Carmen Flores asegura que esa opción no existe: "Al paciente no se le da a elegir, salvo que sea un hospital privado. Le toca esa área y ya está". Entre otras cosas, porque, como indica una portavoz del Ministerio de Sanidad, la formación está ahora extendida a casi todos los 798 hospitales que hay en España. Un hecho que corrobora Sánchez-Caro: "Debido al alto grado de estudio, la mayor parte de los centros son universitarios. Es la garantía de una mayor calidad".

"La gente debería aceptar que de alguna forma hay que aprender y que los estudiantes tienen derecho a una formación completa", sostiene Verónica, una médico de 24 años que acaba de aprobar el MIR y que a primeros de junio se incorpora al hospital materno-infantil Carlos Haya de Málaga. "No se puede exigir luego que haya buenos médicos". Ella pone un ejemplo: todos los facultativos deberían saber hacer un tacto rectal, algo que sólo se puede aprender con la práctica. "No sólo hacer la exploración, sino también valorarla para controlar un posible cáncer de próstata. Tampoco es agradable hacerlo, pero, si el médico no sabe, es una formación deficitaria que influye en su trabajo", añade.

La solución al dilema no es fácil. "Creo que la formación debería ceñirse a las personas que estén de acuerdo, porque no creo que sea necesario que vean a todos los pacientes", dice Irene M., quien, como alternativa, propone que se utilicen voluntarios incentivados, como cuando se prueban los efectos de los fármacos.

Flores añade otras dos posibilidades: que se practique con animales o a través de programas informáticos especializados. "En cualquier caso, que se busquen otras fórmulas: cualquiera, antes que el engaño".

Personal médico explora a una paciente en el hospital San Joan de Deu de Barcelona.
Personal médico explora a una paciente en el hospital San Joan de Deu de Barcelona.SILVIA T. COLMENERO

"Me sentí un mero objeto de estudio"

Cuando iba a tener a su hijo, Mar (que prefiere no ser identificada) se planteó que no quería que hubiera médicos en prácticas durante el parto. Ya había tenido una mala experiencia durante una ecografía y no quería revivirla.

"Junto a la ecógrafa estaba un chico y yo me sentí un mero objeto de estudio, porque ella todo el tiempo le explicaba a él lo que me ocurría, sin dirigirse a mí, que era la paciente", explica. Por eso, decidió pedirle expresamente a su ginecóloga del Instituto Universitario Dexeus que no hubiera otros médicos en el quirófano.

"Y la doctora me dijo que no habría ningún problema y, en teoría, así lo hizo constar en mi historial". Pero la siguiente ecografía, con la misma persona, se convirtió en un problema, porque la doctora insistía en tener en la sala a los residentes. "Creo que no tenía por qué explicarlo, pero lo motivé porque desafortunadamente los médicos no tienen experiencia de que los pacientes se les planten", cuenta Mar.

En su relato, asegura que tuvo un fuerte enfrentamiento con la doctora, quien le dijo que en esa clínica, que es privada, los residentes pagaban mucho dinero por hacer prácticas. Cuando vio que el hospital no iba a responder, decidió privatizar el parto con su doctora. "Pero se me adelantó y ella estaba de vacaciones", cuenta. Antes de ir a la Dexeus, llamó por teléfono y avisó de que sacaran su historial para hacer valer su petición, pero una vez allí descubrió que en él no figuraba.

Para colmo, le tocó la misma doctora de las ecografías y, cuando llegó a quirófano, había un médico y una comadrona en prácticas. "Con la epidural y en pleno parto, no tuve valor para plantarme", recuerda.

Pasados unos días, Mar escribió una carta de queja a la clínica. El pasado febrero y, tras ocho meses sin recibir respuesta, su marido pidió una cita para hablar con el director. "Pero le daban largas, hasta que les dije por teléfono que me iba a quejar a la Generalitat", relata ella.

Finalmente, el director de la clínica les pidió excusas y hace un mes les envió una carta reconociendo que lo habían hecho mal. "Nos dijo que lo sentía, que teníamos todo el derecho del mundo y que había amonestado a la doctora", cuenta Mar, a quien después del parto le han diagnosticado una fobia hospitalaria. "Sabía que tenía razón, pero lo que para mí era casi un delito, los demás lo veían como una exageración".

Luciano López-Marín, secretario de la Comisión de Docencia de la USP Instituto Universitario Dexeus, explica que en su centro no hay estudiantes, sólo residentes, y que un caso así es una excepción. "El método de rutina es que la consulta la pase un titular y, cuando hay residentes, se avisa".

Asegura que, si hay una "situación de intimidad", el titular acostumbra a desprenderse del ayudante, "por cortesía". "Hay situaciones que no pueden considerarse de intimidad, como el parto, porque hay comadronas, y auxiliares. La intimidad es relativa, pero intentamos que sea en un ambiente tranquilo", añade.

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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