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Columna
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Sobre ángeles

Aunque los sirios han declarado que no temen una intervención anexionista del Eje Atlántico, basta recordar que la ministra Palacio ha asegurado que Siria es un país amigo para temer lo peor. Recuerden que al comienzo de su mandato, la señora Palacio, que coordinaba mucho mejor que ahora, se sorprendía cuando alguien le sugería la posibilidad de una acción bélica contra Irak: "¿Una agresión bélica? ¡Qué horror!". De momento, el lobby Bush asegura que hubo un traspaso de armas de destrucción masiva de los iraquíes a los sirios, y desgraciado aquel pueblo sobre el que cae la sospecha de poseer armas de destrucción masiva, porque no tardará en ser masivamente destruido por las potencias que tienen el monopolio de fabricar y vender armas de cualquier clase.

Observemos cómo día a día se clarifica el número de soldados y expertos españoles que van a ir a reconstruir Irak, después de lo mucho que lo han destruido ingleses y norteamericanos. El alcance de la reconstrucción es difícil de establecer porque ya han escondido tras un biombo el espectáculo de la destrucción. El escándalo de la muerte, las mutilaciones, los destrozos, ya no son ni siquiera mercancía informativa y el mando aliado consigue una vez más separar la guerra de sus efectos lógicos. Ahora, el único imaginario posible es el de la reconstrucción, el positivo, fomentado y realizado por los ángeles destructores de la historia, que precisamente por ser ángeles no son ni carne ni pescado y por eso pueden destruir y reconstruir sin cambiar el chip, pero siempre con beneficios. Los ángeles reconstructores tienen nombre de compañía petrolera, constructora o financiera normalmente norteamericanas, cabe alguna inglesa y se ignora qué ángeles empresariales españoles irán a instalar campos de golf a Irak. De momento, los enviados de España actuarán ante los iraquíes como el ángel bueno que no mata y que, además, puede conseguir cierta ternura del ángel malo, el que mata. Por eso, convendría explicar desde el primer día al ciudadano iraquí que los matarifes son los norteamericanos y los ingleses; en cambio, los españoles, sean soldados, funcionarios o financieros, son los ángeles globalizadores con rostro humano. Ya no importa parar la guerra; lo interesantes es que no se equivoquen de ángel.

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