Adiós al Cine Alcázar
El espectador ilicitano, o el de las poblaciones cercanas, que haya visitado la cartelera al final de las páginas dedicadas a la Comunidad Valenciana se habrá encontrado con un vacío significante. Hasta hace unos días sobrevivía en Elche el testimonio de un modo antiguo, no tan lejano, de ver películas: el Cine Alcázar, una de nuestras mayores salas cinematográficas, inaugurada a mediados del siglo pasado. Superviviente de la época dorada, no ha resistido el rápido avance de la última forma de ocio, el megaplex.
Hemos condenado, tanto los espectadores como los empresarios, a desaparecer a los cines de toda la vida. En pocas ciudades -y en menos ocasiones, dada la programación ofrecida- se puede volver a disfrutar de la oscuridad de una gran sala de cine debido a la amenaza de la especulación, y el menosprecio hacia la arquitectura moderna. Porque el final presumible será la destrucción del edificio, la pérdida de su memoria física, más allá de los vanos recuerdos de los espectadores, que volvemos a perder otro punto de referencia en Elche.
¿Seremos capaces de recuperar el olvidado esplendor de su arquitectura? Me gustaría pensar, y más ahora, ante las cercanas elecciones, en que la salvación de estos valiosos edificios, su necesaria rehabilitación, pasa por el compromiso de los distintos programas políticos, reflejada luego en una implicación de la administración local o autonómica, en la creación de nuevos o renovados ámbitos culturales.
