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18 familias de Vallecas acuden al juez porque un vecino les impide dormir

Los vecinos del número 17 de la calle del Corral de Cantos (Puente de Vallecas) están amargados. En realidad, llevan 17 años así. La culpa, según ellos, la tiene un vecino que no les deja vivir. Rara es la noche que el "incívico" inquilino no se pone a dar golpes o voces a través de las paredes de su casa, o en el descansillo, y no les deja conciliar el sueño. A ellos y sus hijos. No saben qué hacer con él y nadie, se quejan, les da una solución. Reiteradas veces han acudido a la policía, pero ésta les dice que "no puede hacer nada", que denuncien.

Hartos de este vecino, 18 familias (todas las del bloque salvo él) han decidido llevar el caso a los tribunales. Y es que aseguran que no pueden más. El inquilino en cuestión, con quien este periódico ha intentado hablar, sin éxito, tiene antecedentes penales por drogas y lesiones, según sus damnificados.

El sinvivir se ha traducido en dosis de gran preocupación y ansiedad ("algún día va a ocurrir alguna desgracia", cuenta un afectado). "Hay familias con hijos pequeños, matrimonios de mayores..., a nadie le gusta que este señor les moleste e insulte, y no poder dormir, y así un día y otro", se quejan.

Gritos en la escalera

L. V. M. es, según los inquilinos, el nombre del molesto vecino. Vive en el primer piso desde hace 17 años. Y desde hace varios, con una mujer, que también ha protagonizado algún altercado vecinal. Cuando siente de cerca la presión vecinal, el vecino suele decirles través de las paredes, a gritos: "Soy insolvente, conozco muy bien la ley y a mí no me pueden hacer nada, ¿eh?".

Su actitud, según los inquilinos, no se limita a dar voces e insultar a sus vecinos. Desde hace muchos años no ha pagado ningún recibo de la comunidad ni del agua. Los vecinos, en una denuncia que han interpuesto en los juzgados de Madrid, recuerdan que hace diez o doce años la casa de "este señor" no tenía puerta y que se convirtió en un trajín de personas que iban o venían en "busca de droga".

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Ahora, el problema no es el supuesto tráfico de drogas. "Casi todos los días", detalla un vecino, "se acuesta sobre las dos o las tres de la madrugada; a veces a las seis o las siete. Y durante ese tiempo se poner a dar golpes en la paredes y amenaza a gritos a los otros vecinos", indican en su denuncia.

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