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Columna
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Demasiada incertidumbre

Las elecciones municipales y autonómicas de mayo ya están aquí y van a ser, además, enormemente interesantes, independientemente de cual sea el resultado de las mismas. Se trata de unas elecciones que van a tener, por así decirlo, un valor añadido notable, en la medida en que se trata prácticamente de las primeras elecciones que se celebran desde la convocatoria de las elecciones generales y autonómicas andaluzas en la primavera de 2000. Desde entonces, únicamente se han celebrado elecciones en Galicia y en el País Vasco. En todo el resto del territorio del Estado no ha habido ni una sola consulta desde hace tres años y, en consecuencia, es la primera vez desde que el PP alcanzó su mayoría absoluta en que los ciudadanos van a expresarse en las urnas. No directamente sobre el Gobierno del PP y sobre el uso que ha hecho de su mayoría absoluta, pero con esa referencia como telón de fondo.

Hay tantas incógnitas por despejar en las elecciones de mayo que hay que tomar con mucha reserva los sondeos

Incluso en las dos comunidades autónomas en las que se han celebrado elecciones en estos dos últimos años, Galicia y País Vasco, hay circunstancias nuevas que confieren un valor notable a la decisión ciudadana. En Galicia la crisis del Prestige y la crisis del PP hacen que las elecciones municipales sean algo más que elecciones para los gobiernos locales. En el País Vasco, el Plan Ibarretxe también confiere a las elecciones un valor más allá del estrictamente local.

A todo esto hay que añadir que van a ser las últimas elecciones de José María Aznar como presidente del Gobierno y las primeras tras la guerra o, esperemos, tras la no guerra con Irak. El impacto de ambas circunstancias, aunque se trate de asuntos de naturaleza completamente distinta, sobre la opinión pública, es impredecible, pero puede ser notable, sobre todo en las capitales de provincias y especialmente en Madrid.

Desde las elecciones fundacionales del 15 de junio de 1977 no recuerdo que se hayan celebrado otras con un clima tan incierto como el que va a presidir éstas. En consecuencia, va a resultar muy difícil hacer pronósticos, siendo previsible incluso que el error de los sondeos sea superior a lo que suele ser normal. En todo caso, de lo que no cabe duda es de que el resultado de las elecciones de mayo va a tener una influencia notable en la campaña electoral de las elecciones generales y andaluzas que se tendrán que celebrar, como muy tarde, en la primavera de 2004.

No conviene perder esto de vista a la hora de analizar los resultados de los sondeos que estamos conociendo ya y que vamos a conocer con mayor frecuencia en los próximos meses. Hay tantas incógnitas por despejar en las elecciones de mayo que hay que tomar con mucha reserva los resultados de sondeos sobre las consultas del año próximo. Por muy bien hechos que estén, como parece ser el caso del realizado por el Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral de Andalucía de la Universidad de Granada, del que tuvimos conocimiento ayer.

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Los resultados del sondeo apuntan el mejor escenario posible para el PSOE y el peor para el PP. Aunque habría que añadir que son más malos para el PP que buenos para el PSOE o, mejor dicho, que son muy buenos para el PSOE porque son muy malos para el PP. Y no sólo porque la única variación que se detecta respecto de las últimas elecciones consiste en que el PSOE gana (46,9 % frente al 44,32 %) lo que el PP pierde (34,9% frente a 38,02 %) sino, además, porque esta variación tiene que ser combinada con la espectacular caída en la valoración de Teófila Martínez, que con 3,88 queda a un nivel desde el que resulta casi imposible la recuperación.

La ligera subida del PA, que parece estar empezando a rentabilizar su participación en el Gobierno de la Junta de Andalucía, y el mantenimiento de IU, también son una muy mala noticia para el PP y muy buena para el PSOE. El aislamiento en que se ha encontrado el PP a lo largo de toda esta legislatura y que se acaba de reflejar, por ejemplo, en la presentación del recurso de inconstitucionalidad por el Parlamento andaluz contra la Ley Financiera aprobada por las Cortes Generales, se mantendría e incluso se reforzaría con los resultados que ofrece el sondeo.

Los resultados del sondeo no dibujan tanto un escenario de fortaleza del PSOE como de impotencia por parte del PP. La imagen del PP es la de un partido resignado a la derrota y como consecuencia de ello relativamente irrelevante. Tiene un suelo muy alto, pero es un partido autista, que ha perdido toda capacidad para relacionarse con los demás partidos andaluces y en general con la sociedad andaluza.

Es posible que en las elecciones de mayo se produzcan sorpresas, como antes he indicado, y que a partir de ese momento nos podamos encontrar con un panorama político muy distinto del que reflejan los resultados del sondeo. ¿Quién nos podía decir a comienzo de 2002, cuando se celebró el congreso del PP de elevación a los altares de José María Aznar, que iba a acabar el año de la forma en que lo ha acabado? Un error como el decretazo puede bastar para invertir el curso de los acontecimientos. Y nadie está libre de cometer errores. O de que el contrario tenga aciertos.

Y el panorama político que tenemos por delante es propicio para que se puedan cometer errores o para que se puedan tener aciertos. Es obvio que en este momento la posición del PSOE en Andalucía es muy sólida y la del PP muy débil. Pero más fuerte estaba el PP en España a principios de 2002 y más débil estaba el PSOE en ese momento y, sin embargo, la situación ha cambiado de manera notable a lo largo del año. ¿Por qué no puede ocurrir en Andalucía lo mismo? Hay demasiada incertidumbre para fiarse de los sondeos.

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