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LA CRÓNICA
Columna
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Todos emprenden la carrera por el voto

No diremos que ha sonado la cuenta atrás, pues todavía quedan cuatro meses de legislatura por desollar, pero lo cierto es que, al margen de algunos cabos pendientes -e importantes- en las Cortes, las energías partidarias van a polarizarse en la batalla electoral que concluirá a finales de mayo. Consumida la vacación pascual, todas las formaciones se han puesto en marcha con renovado brío. La vida pública, pues, adquiere un tono monográfico que lleva trazas de abrumarnos con promesas y sumirnos en el tedio. Menos que el Bloc Nacionalista ha irrumpido con unos mensajes belicosos y acaso chirriantes en este concierto de tópicos y rutinas con el que se nos quiere persuadir.

Rutinario y apenas justificado ha sido el encuentro de altos ejecutivos del PP, celebrado el miércoles último. El propósito no era otro que el de arengar al personal para que se aprestase a la lucha bien prevenido contra las perversidades de un adversario sin escrúpulos, como al parecer es el PSPV. Prevenido y, además, alentado por la convicción de que se ha llevado a cabo una gestión excelente, en modo alguno desteñida por las críticas de la oposición o de los medios de comunicación desafectos. Por encima de las insidias, vinieron a proclamar los arengadores, el vecindario valora lo mucho y bueno que ha conseguido esta Administración. En suma, que los reunidos eran los mejores y que había sonado la hora de dar el callo sin dejarse abatir.

Es posible que el director del comité de campaña del PP, Alejandro Font de Mora, no esperase más de esta sesión, por otra parte breve y desangelada al decir de algún concurrente. Entendemos, sin embargo, que esa insipidez ha de ser muy aleccionadora. El PP valenciano ha de avezarse a la orfandad en que lo ha dejado su líder, el ministro Eduardo Zaplana, que con los mismos mimbres retóricos anotados, hubiese insuflado unas castañuelas en el ánimo de los circunstantes. Pero ya no está el líder, absorbido por otros negocios, y hay que jugar con las cartas que se tienen en la mano y el candidato que les ha sido otorgado. A este respecto, no falta quien piense que la suerte vendrá dada por la debilidad del antagonista antes que por la propia capacidad movilizadora.

Hay un apartado de este episodio que merece su glosa. El presidente José Luis Olivas, según los cronistas, fue particularmente severo al juzgar un periódico capitalino, otrora fidelísimo a la causa popular. A nuestro entender, sólo dijo de la misa la mitad, pues omitió explicitar que ese mismo diario exigió en su momento que todas las ayudas institucionales que la Generalitat adjudica a la prensa se concentrasen únicamente en dos cabeceras, las más indígenas y de mayor difusión, descartando a las demás, reputadas de foráneas. Así las cosas se explican ciertos despechos.

Y el PSPV, también el PSPV, se ha echado a la calle para predicar que hay "una altra manera de governar". No ha dado pistas de cuál pueda ser, pero eso es irrelevante, pues no se percibe mucho interés vecinal en saberlo, y menos aún en probarlo. Tampoco el eslogan ganará el premio al ingenio. Lo crucial -como en las próximas jornadas- era pasar el test de aceptación por parte del poble menut en la vía pública, mercados y estaciones de Valencia. Después seguirá el maratón a lo largo y ancho del país confortados por esta primera prueba que han considerado la mar de satisfactoria. Emocionante, incluso, al decir de un concejal veterano. A partir de este instante toda la munición se concentrará en que nos familiaricemos con el careto de los candidatos, y singularmente de Joan Ignaci Pla, que nos quiere "governar" desde la Generalitat.

Del pronóstico, ni hablemos. El PP ha partido con mucha ventaja, y la mantiene, salvo que los próximos sondeos digan otra cosa. Pero esa ventaja es, a la par, agobiante, ya que está obligado a mantenerla a todo trance. El PSPV, en cambio, sin renunciar a sus más altas aspiraciones, se confortará con mejorar los resultados de 1999. Ambos lo tienen duro de pelar, lo que propiciará una pelea sin concesiones, amparada por los dirigentes centrales de sus respectivos partidos, cuya suerte se disputa y despeja asimismo en los comicios valencianos. Mañana, con José Luis Rodríguez Zapatero, comienza el desfile de notables.

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REPAROS CULTURALES

La memoria del Consell Valencià de Cultura relativa al año 2001 anota un buen número de críticas y reparos a la política oficial desarrollada en este sector. Compartimos unas y discrepamos de otras, como cumple. Pero sobre todo, notamos la carencia de una valoración más matizada de los apartados cuestionados. No basta con dictaminar que faltan ayudas al teatro o a los artistas, sin considerar el monto de las subvenciones otorgadas y la evolución de los presupuestos anuales, ni es de recibo afirmar que la cultura se está banalizando por culpa de la Administración, que no favorece los movimientos intelectuales ¿Qué ilustre consejero nos explica esta banalidad?

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